
Alrededores de Quinistacas
30 de julio, Omate
Conocí a Rodrigo dos días atrás, en mi segunda visita a Quinistacas. Es un hombre de ochenta años que vive en Arequipa con su mujer y parte de su familia, pero que gusta de volver con frecuencia por la aldea, donde conserva una chacra (como llaman en esta región a las alquerías) con una casilla. Manifiesta su humilde hospitalidad conmigo invitándome a entrar, ofreciéndome gaseosa y anís de Arequipa, regalándome una lima y una naranja de su chacra, para que pruebe lo que es fruta de verdad, y dándome un rato de conversación. “Mis hijos -me dice sin asomo de tristeza- venderán esto cuando yo muera, porque a ellos no les gusta el campo.” A seis hijos crió, dos varones y cuatro hembras, y a los seis les dio estudios, sin que hoy a ninguno le falte trabajo. Incluso dos de sus doce nietos tienen ya la carrera terminada y están bien colocados. Parece un hombre satisfecho con la vida que ha llevado, y habla de la muerte con total naturalidad: el dinero que ha ahorrado para el entierro, lo que quiere que sus hijos hagan con su cadáver, etcétera. Rodrigo no se muestra pesaroso por el hecho de ser el único en la familia al que Sigue leyendo