(Este artículo es traducción de un ensayo aparecido el 15-04-2024 en un blog de Substack. Ofrece puntos de vista interesantes y me ha parecido de valor informativo, aunque yo no suscriba todo lo que dice. He modificado algunas imprecisiones y, en lo posible, sustituido los enlaces originales en inglés por otros más o menos equivalentes en español. He dejado los esquemas tal cual por falta de tiempo para traducirlos.)
El orden mundial global está centralizado a un nivel por encima del estado-nación
El espejismo de la transición entre un orden “unipolar” USA a uno “multipolar” BRICS
En tanto no sepas quién le ha prestado cuánto a quién, no sabes nada de política, ni de historia, ni de disputas internacionales. – Ezra Pound
A lo largo de 2020 y 2021 la CIA intentó derrocar a Aleksandr Lukashenko, el presidente de Bielorrusia, tratando de repetir -sin éxito- lo que sí le funcionó con las revueltas de Maidan en 2014 contra el entonces presidente ucraniano elegido en las urnas.
En las elecciones presidenciales de Brasil de 2022, el “estado profundo” de este país amañó con éxito lоs resultados en perjuicio del populista Bolsonaro usando la misma estrategia desplegada contra Trump en EE.UU. Muchos manifestantes contra este fraude fueron encarcelados, y embargados los fondos de sus financiadores. Bolsonaro huyó del país tras entablarse una guerra legal contra él.
Ese mismo año, durante las protestas en Canadá del Convoy por la Libertad contra los mandatos de vacunación covid, Justin Trudeau y uno de sus principales ministros amenazaron con congelar las cuentas bancarias de los manifestantes. Al día siguiente Trudeau daría marcha atrás tras recibir una reprimenda desde arriba; aún no era el momento de desplegar esa medida. Mientras tanto, se trabaja en una legislación que obligue a que todos los vehículos nuevos incorporen un sistema de apagado remoto para, entre otros fines, evitar en el futuro ese tipo de manifestaciones.
Ese mismo año, en Pakistán, la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo derrocaron al líder populista Imran Khan por su neutralidad en el conflicto Rusia/Ucrania, y después emprendieron una guerra legal para encarcelarlo.
Ese mismo año, el gobierno rumano detuvo al bufón populista Andrew Tate porque estaba incomodando a globohomo [término importante en este ensayo y cuyo significado se explica aquí] con sus opiniones a favor de la masculinidad. Rumanía tenía más bien escaso interés en investigar o encarcelar a Tate, pero lo hizo por orden de arriba.
A mediados de 2023, durante la guerra en Ucrania (patrocinada por globohomo), las autoridades rusas detuvieron y encarcelaron a Igor Strelkov y a muchos otros nacionalistas rusos sin ofrecer apenas justificación.
Estos sólo son algunos ejemplos. La mayoría del público verá estos eventos como dispares, pero yo los entiendo como parte de una conjura orquestada por los propietarios de los bancos centrales mundiales utilizando a los actores políticos de sus naciones-estado súbditas para aplastar el populismo doquiera que aparezca.
Basta con observar la coordinación de las medidas políticas a nivel mundial durante la covid para darse cuenta de cuán global es este monstruo: salvo África y unos débiles intentos de resistencia por parte de Suecia, el resto de países del mundo marchó al unísono en los apagones económicos, supresión de derechos fundamentales e imposición de unas vacunas experimentales (y con frecuencia letales) sin que ninguno de los estados que normalmente creemos al margen del “poder global” (China, Rusia, Irán, Brasil, Arabia Saudita, etc.) se desmarcase de la uniformidad. A lo largo y ancho del orbe, todos los ciudadanos que disintieron del relato covidiano se vieron expulsados del espacio público, perdiendo muchos sus empleos, cuando no algo peor. Por otra parte, aunque el propio creador del test PCR (patrón dorado de las pruebas covid) había dicho que éste no era adecuado para detectar enfermedades infecciosas [afirmación fieramente disputada por los “verificadores” creados y financiados por globohomo], para la élite globalista eso suponía una ventaja, ya que con dichos tests podía obtener los resultados que quisiera sólo con aumentar o disminuir el número de ciclos de amplificación usados en la prueba (con más de 25 ciclos daría positiva en casi cualquier caso, y hay información de que en ciertos momentos y lugares llegaron a usarse hasta 40 ciclos). En otras palabras: podían crear, en función de las necesidades políticas, olas de virulencia covid a su antojo.
Iain Davis desglosa aún más ese argumento en uno de sus artículos:
Los gobiernos de las principales economías mundiales son grandes entusiastas de los ODS [objetivos de desarrollo sostenible], la bioseguridad, la digitalización, la tokenización, censurar la “desinformación”, las CBDC [dinero digital], la vigilancia de la población y, lo que es más importante, la gobernanza global bajo los auspicios de las Naciones Unidas […] Esto huele a control oligárquico externo de las relaciones y los conflictos internacionales. Hay pruebas de que, en este momento, una red global que opera más allá del alcance de los gobiernos nacionales ejerce una soberanía y una autoridad política supranacionales.
Es evidente que el amargo conflicto entre las algunas naciones es muy real, y causa de inmenso sufrimiento. De hecho, una de nuestras principales preocupaciones es que la transición a un [orden mundial multipolar] originará todavía más sufrimiento.
Lo que estamos diciendo es que no existe ningún desacuerdo entre [los bloques políticos en conflicto] respecto a los pilares básicos [de la “nueva normalidad” a la que quieren abocarnos]. Pero esto no significa que todos los gobiernos nacionales estén “juntos en el ajo”. Al contrario, el hecho de que haya conflicto y, al mismo tiempo, acuerdo global sobre lo esencial, apunta a una “realidad geopolítica” que ningún miembro del club de fans multipolar quiere discutir, por lo visto.
Un acuerdo respecto a dichos pilares no significa que todos los gobiernos nacionales compartan un único pensamiento-colmena. Indica que los gobiernos no controlan el sistema de gobernanza global. Están sujetos a él igual que el resto de nosotros. Lo más que pueden lograr es el “estatus de socio”.
Los pilares no los han planificado los gobiernos nacionales, sino unos laboratorios de ideas público-privados y unas organizaciones internacionales que sirven a los intereses de la oligarquía.
La estructura de la cábala suele representarse de la siguiente manera:
El BPI [Banco de Pagos Internacionales, BIS en el esquema] es la entidad que coordina, a nivel mundial, los bancos centrales de los estados. Su sede está en Basilea (Suiza), pero no está sujeto a la legislación suiza y tiene su propia fuerza policial. Es propiedad de un pequeño número de familias, aunque huelga decir que sus nombres, muy bien ocultos, no son del dominio público. En este enlace se explica cómo la mayoría de los niveles por encima de los súbditos políticos [Policy Subjects en el esquema] están exentos de pagar impuestos, o sea que tienen inmunidad fiscal. En otras palabras: es un sistema parasitario mundial que extrae riqueza del público para su propio consumo.
Los dueños particulares de los bancos centrales parecen animados de un malévolo espíritu demiúrgico que busca la total inversión de los valores humanos y, muy posiblemente, el fin de la propia humanidad, como Tree of woe señala aquí. Aunque es posible que no estén literalmente inspirados por un demonio de verdad, se comportan como si lo estuvieran. [El autor del ensayo es religioso y cree en el Demonio. Un servidor no ve claro cuál es, en último término y más allá del afán de poder, el espíritu que anima y cohesiona a esta cábala de banqueros, pero cree que haber, haylo.]
Como dijo Ezra Pound, “Antiguamente las guerras se hacían para conseguir esclavos. El instrumento moderno de esclavitud es la deuda.” Los bancos centrales crean dinero de la nada, simplemente imprimiéndolo, y luego lo prestan a los gobiernos con intereses. Si algún lector opina que ahora mismo la deuda federan [estadounidense] está fatal, que vea los pronósticos del Tesoro:
La deuda en manos del público es una medida de todo el dinero que el Gobierno Federal debe a cualquiera que no sea el propio Gobierno Federal. Incluye a ciudadanos, empresas, bancos, compañías de seguros, gobiernos regionales, fondos de pensiones, mutuas, el Banco de la Reserva Federal de los EE.UU., así como a gobiernos, empresas y particulares extranjeros. Un aumento en los préstamos que se conceden al gobierno disminuye la cantidad de dinero ofertado a otros prestatarios, presionando así al alza los tipos de interés y reduciendo la inversión privada.
El siquiente esquema representa esta estructura feudal neoliberal:
Uno de los últimos tuits que Julian Assange escribió antes de que lo silenciaran fue un subconjunto de dicha estructura.
Tal vez muchos de quienes lean esto hayan tenido una buena educación y habrán seguido los acontecimientos políticos. ¿Por qué, en cambio, tan poca gente conoce esta estructura jerárquica? La respuesta es que se hace todo lo posible por ocultarla al público. Incluso la extrema derecha se centra, básicamente, en el Foro Económico Mundial, la Reserva Federal o los judíos. Las sucursales de la propaganda [los Policy Propagandists del primer esquema] nunca sacarían a debate la verdadera estructura del poder mundial; tampoco los académicos ni nadie que se beneficie del sistema. Como en 1863 escribió la firma Rothschild de Londres a sus asociados en Nueva York:
“Los pocos que comprendan el sistema estarán tan interesados en sus beneficios, o dependerán tanto de sus favores, que no tendremos oposición por su parte, en tanto que la gran masa del pueblo, mentalmente incapaz de entender el enorme beneficio que el capital extrae del sistema, soportará la carga sin quejarse, y acaso sin sospechar siquiera que aquél es hostil a sus intereses.”
Una estructura así diseñada debe permanecer en la sombra y mantener a la población mundial centrada en otras distracciones. A lo que más se parece es a un parásito en el cuerpo de su huésped. Es un sistema de retroalimentación cerrada: con sus bancos centrales de propiedad privada imprime dinero ilimitado con el que luego alimenta a los medios de comunicación, académicos, agencias de inteligencia y sistemas políticos que a su vez impulsan valores y leyes que aumentan aún más el poder de esos bancos centrales, empobreciendo mientras tanto a la población (inmigración ilegal, aumento de la delincuencia, etc.) Al ser un circuito cerrado, la capacidad externa para atacarlo es muy pequeña (sólo puede influirse sobre él, en limitada medida, encontrando formas de disminuir su legitimidad, como las manifestaciones de los camioneros canadienses durante la covid), y la primera prioridad de quienes lo controlan es suprimir las amenazas políticas a su continua propagación; por eso aplasta brutalmente a cualquier oposición organizada. En esencia funciona como la mafia. Y esto es muy desalentador para quienes, situados fuera de esta estructura, quisieran modificarla: la energía y los fondos de los disidentes son bastante limitados si no tienen ningún apoyo institucional o extranjero, y cuando el sistema simplemente los ignora e insiste en medidas como el igualitarismo y las fronteras abiertas, los disidentes se debilitan y se dispersan…
Aun así, lo cierto es que ellos son pocos y nosotros, muchos; por eso el populismo es lo que más temen, ya que si un número suficiente de ciudadanos se diera cuenta de cómo funciona esto, podrían rebelarse y echarlo por tierra. También por eso la libertad de expresión está prohibida de facto, y cualquier intento de organización se ve inmediatamente infiltrado por provocadores y agentes de todo tipo.
Ahora bien, todo sistema tiene una inercia y, si no va dirigido hacia algo, podría descalabrar fácilmente entre disputas internas y descontrol, como un tren sin frenos. A esto es a lo que se refiere la presidente del BCE, Christine Lagarde, cuando dice que el euro digital es necesario porque, de lo contrario, los bancos centrales perderán el control de la humanidad: necesitan seguir adelante con su instauración de vigilancia poblacional absoluta y permanente mediante el esclavismo de las CBDC, no sea que su proyecto fracase. Necesitan debilitar aún más y destruir al huésped (aunque un huésped muerto podría matar al parásito) [podría no, sino que lo mataría, de modo que es difícil imaginar por qué Globohomo querría aniquilar por completo la sociedad de la que vive], pues no hacerlo conlleva cierta destrucción [no entiendo bien a qué destrucción se refiere el autor]. Por eso la UE quiere importar 75 millones más de inmigrantes ilegales [no he encontrado esta cifra corroborada en ningún sitio, pero no me parece improbable] en cumplimiento del plan Kalergi.
Como parte de esta estrategia, los dueños de los bancos centrales podrían facilitar una transición de un mundo unipolar a uno multipolar, tal como se viene insinuando públicamente por varias vías y como argumentan blogueros como The Dissident Writer en este análisis superficial; pero es importante subrayar que tal transición no modificaría la estructura de la jerarquía arriba ilustrada, especialmente sus capas superiores, y por consiguiente la transición es engañosa, si bien acabaría de hecho reduciendo drásticamente la calidad de vida en EE.UU. al desdolarizar los países BRICS y desplazar al petrodólar de su lugar hegemónico. Theodore Atkinson ha explicado en este artículo los efectos inflacionarios negativos de la impresión monetaria ilimitada, que empuja a más y más gente hacia la pobreza. Va a ser mucho peor.
¿Cómo surgió este sistema?
Todo empezó durante la edad media europea, cuando sólo las familias judías quedaron exentas de la prohibición respecto a la usura y podían prestar dinero con interés. Un grupo pequeño y muy exitoso comprendió que el dinero era el principal motivador para la mayoría de la gente y que, al controlar la oferta monetaria, podían manipular para sus propios fines el comportamiento humano. No tuvieron competencia; nadie más entendió lo que el dinero, en esencia, representaba realmente, que no era tanto la capacidad de comerciar, consumir o guerrear como la de moldear creencias. Normalmente esto no se hacía por el burdo método del soborno directo; más bien, el Banco de Inglaterra (fundado en 1694) creaba dinero de la nada que era luego canalizado hacia aquellas causas y organizaciones favorecidas que podían aumentar su poder y destruir a sus enemigos. En las famosas palabras de Mayer Amschel Rothschild, “Dadme el control del dinero de una nación, y no me importará quién haga sus leyes.” Se cuenta que su encantadora esposa dijo: “Si mis hijos no quisieran guerras, no las habría.”
La oposición a este sistema ha sido literalmente nula desde el final de la SGM (Gaddafi en Libia y Saddam en Irak quisieron salir de él pero rápidamente los destruyeron por ello), cuando los amos de las finanzas mundiales prepararon el fracaso de Alemania. Antes de eso, en 1913, los banqueros habían conquistado Usa al fundar la Reserva Federal, y Rusia al derrocar al zar (asesinándolo después junto a toda su familia). China pertenece a la banca internacional desde hace mucho tiempo, cuando concluyó el proyecto de su incorporación -apadrinada por Usa- a la Organización Mundial del Comercio, en tanto que Irán fue siempre un juguete de esa banca, que derribó primero a Mossadegh (1953) y le entregó luego el país a Jomeini (1979), quien hasta entonces vivía en Inglaterra (del mismo modo que los británicos le regalaron Rusia a los Bolcheviques; y Lenin también vivía antes en Occidente).
Otra razón por la que no hubo competencia importante es la de que reyes y emperadores operaban en un plano distinto, inferior: veían el uso del dinero de una forma incorrecta, que no les permitía explotar todo su potencial. Ellos tenían una estrategia de maximización del poder personal, y arriesgaban sus tronos e incluso sus vidas en guerras contra otros reyes por ganancias territoriales que engrandeciesen su reputación, gloria o memoria; pero siempre estuvieron controlados por la financiación de la que dependían, y los dueños de los bancos centrales podían, manejando el suministro de fondos, hacer y deshacer reyes en tanto preparaban los incentivos para grandes cambios sociales. No necesitaban arriesgar su propio cuello ni que el público los identificara como fuente del poder. Los propietarios de bancos centrales iban diez pasos por delante y su visión era mucho más amplia.
(Como, según el profesor Stuart Crane, relata Gary Allen: “Mirando todas las guerras en Europa durante el siglo XIX en retrospectiva se observa que siempre acabaron con el establecimiento de un ‘equilibrio de poder’. Con cada nueva ordenación política, el poder se equilibraba siempre en torno a la Casa Rothschild, fuese en Inglaterra, Francia o Austria. Agruparon a los gobiernos de modo que, si algún rey se salía del camino, estallase una guerra, que se decidiría según el rumbo que quisieran sus financiadores. Averiguando a quién adeudaban dinero las naciones en guerra se puede saber, generalmente, quién iba a ganarlas o perderlas.”)
Entender la estructura globohomo es fundamental para comprender la guerra Rusia/Ucrania desde una perspectiva adecuada. De lo contrario, es fácil dejarse engañar por la propaganda gubernamental, mediática o supuestamente alternativa (personajes como Larry Johnson, Scott Ritter u otros, generalmente manejados por la CIA, o blogueros como Simplicius). Tanto Rusia como Ucrania son meros “ejecutores de políticas” [los Policy Enforcers de más arriba] en este sistema y ambos están endeudados con las fuerzas que ocupan los niveles superiores.
Esa es la razón por la que tanto el nacionalismo cívico izquierdoso como el nacionalismo blanco de extrema derecha son callejones sin salida: aparte de que Occidente está volviéndose rápidamente marrón y negra, de que la población mundial de raza blanca se ha reducido del 25% en 1900 (98% en la Alemania de la SGM) al 6.5% actual, estos nacionalismos no entienden que globohomo suprime cualquier nacionalismo en todas partes, y por tanto la resistencia debe realizarse desde enfoques populistas y patriotas en todas partes. Todo individuo (salvo las escasas familias poseedoras de bancos centrales, y sus subordinados) es un esclavo de este sistema, y por tanto todos deberíamos tener un incentivo para derrocarlo. Incluso si el objetivo final es un nacionalismo del tipo que sea, esto no puede lograrse mientras persista la estructura global vigente. Dado el alcance del problema, centrarse en la raza, la etnia, la orientación sexual, etc. supone una distracción (salvo en su importancia para entender la complicada relación entre los banqueros centrales y el pueblo judío). De hecho, alentar a la población mundial, con el argumento del igualitarismo, a luchar entre sí es uno de los principales métodos de control globohomo para evitar que la gente descubra el robo continuo de que es objeto. Cualquier objetivo de soberanía propia debe comenzar identificando la verdadera estructura de este sistema y luchando después denodadamente a nivel local y mundial con la convicción de que los “líderes” nacionales globohomo son meras figuras sin poder [manejadas por la banca internacional]. Para estudiar y entender los nuevos desarrollos políticos o sociales deberíamos orientar nuestra brújula teniendo en mente la estructura y las motivaciones de los propietarios de bancos centrales. Cuanto más se propague el conocimiento de la verdad, más débil se vuelve Globohomo.