Lo que Rusia no es

Existe la opinión generalizada entre el público más “antiimperialista” o “antiamericano”, por así decir, de que Rusia constituye una especie de baluarte contra, precisamente, el imperialismo estadounidense y una alternativa al modelo hipercapitalista del corporativismo occidental, de que Moscú está en las antípodas políticas, sociales y económicas de Washington, de que el Kremlin persigue objetivos muy alejados de los de la Casa Blanca y, en fin, de que Putin es un karateka-zen, básicamente bienintencionado, que le hace frente a la hegemonía financiera y militar angloamericana, al “orden mundial unipolar” establecido tras el derrumbe de la Unión Soviética, y que intenta liderar la construcción de un nuevo orden multipolar más justo y equilibrado.

Entre esos mismos o parecidos círculos de la -digamos- disidencia formal en Occidente, de la “opinión alternativa” y de quienes cuestionan -o creen cuestionar- más o menos de raíz el actual sistema (esfera que, curiosamente, engloba -entre otros- tanto a los muchos que se dicen a sí mismos comunistas como a los pocos que nos declaramos conservadores) existe igualmente la tendencia a creer que la guerra en Ucrania, contra lo que nos dicen todos nuestros gobiernos y los mass media dominantes, no la libra en realidad una pobre y apabullada nación contra las aspiraciones zaristas (o sovietistas) de su gigante vecino invasor, sino las fuerzas del mal, representadas por la EUSA pero delegando en tropas ucranianas con armamento, entrenamiento e inteligencia OTAN, contra las fuerzas del bien (o del no-tan-mal), representadas por el justiciero ejército de la Federación Rusa, que no hacen sino defenderse del insaciable expansionismo atlantista y defender del nazismo ucraniano a los masacrados y discriminados habitantes rusófonos del Donbás.

Y existe, por último, entre los más escépticos y conscientes antiglobalistas la idea de que Putin se opone o, como mínimo, se mantiene al margen de la conspiración judeomasónica que nos ha traído la falsa pandemia covidiana, que está trayéndonos la restricción de libertades fundamentales y la peor degeneración moral y social de la historia, y que nos traerá la dictadura climática total, el control ciudadano absoluto, las monedas digitales programables y, en fin, el mundo más distópico que hubiesen podido imaginar Orwell y Huxley en una noche de borrachera conjunta; de modo que -según dicha idea- Rusia representaría una suerte de oasis, último refugio de libertades ciudadanas en el desierto global de la esclavitud tecnocrática y la manipulación social. Sigue leyendo

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La antiespañola equis mejicana

 

Mucho se ha discutido sobre la propiedad, corrección e incluso conveniencia de escribir con x o con j el nombre del país de los aztecas (México versus Méjico), y existe al respecto una inacabable polémica que empezó hace dos siglos, cuando los mejicanos decidieron convertir ese concreto detalle ortográfico en un frente bélico más del proceso secesionista. Y a pesar de que quienes optamos por la j hemos quedado reducidos a un mínimo grupo de coherentes racionalistas conscientes de la inutilidad de enfrentarse a la visceral -pero fuertemente patrocinada- alternativa antiespañola, el debate continúa aún vivo y muy activo, si bien de modo casi unilateral: los partidarios de la x siguen publicando con regularidad, cada cierto tiempo y siempre repitiéndose a sí mismos, triunfalistas artículos explicando que se debe escribir México porque les da a ellos la gana, que vencieron en las dos primeras batallas, cuando la RAE (que desde Méjico se observa con enorme desconfianza y desdén, como una institución que supusiera una potencial amenaza a su soberanía nacional) aceptó en 1992 la correccion de la grafía con x y cuando después, en 2001, la recomendó como preferible; y que la iracunda masa indigenista no descansará hasta lograr -como sin duda ocurrirá- ganar la última, a saber: que dicha academia finalmente desautorice por completo la versión con j, reputándola  error ortográfico y decretando excomunión para quienes nos obstinemos en dar prioridad al sentido común sobre la manipulación política.

Pero, como digo, hoy por hoy esta contienda se libra de un modo puramente artificial, pues a ella concurre sólo un bando, ya que el opuesto tiró hace tiempo la toalla y ahora sus adeptos nos limitamos, como mucho, a seguir escribiendo Méjico pese a que nuestro corrector editorial -quien lo tenga- nos afee el gesto imperialista, racista y, en fin, fascista. Sigue leyendo

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La peculiaridad hispanoamericana

Es un mediodía cualquiera del templado invierno en Torata, una pequeña villa serrana de Perú. Un numeroso grupo de escolares, uniformados de azulón y blanco, aparece por una esquina de la plaza del pueblo bajo la dirección de varios adultos y, con una ingenuidad tan conmovedora como desdichada, comienzan una suerte de representación consistente en varios actos que no parecen guardar demasiada relación entre sí. En uno de ellos, un puñado de varoncitos camina con las espaldas encorvadas como bajo el peso de la esclavitud (¿ejercida por algún temible dictador, o acaso por los mismísimos conquistadores españoles?) en tanto que otros cuatro o cinco, detrás, los fustigan teatralmente de manera inclemente, arrancándoles hartos gemidos de dolor. En el siguiente acto, un grupo de bravas libertadoras (históricamente muy representativas, pues siempre fueron las mujeres quienes trajeron la libertad a las naciones oprimidas) desfila al muy razonable -aunque desganado y sin convencimiento- grito de: “¡Queremos libertad, viva la democracia!”; de donde puede inferirse que en Perú no existe ninguna de ambas cosas (lo cual, irónicamente, es la pura verdad, extensiva al mundo entero) o que cuanto de ellas pueda haber lo traen esas jóvenes mestizas con sus protestas, gracias a las cuales el pueblo habría dejado de sufrir alguna tremenda represión autoritaria y muy probablemente heteropatriarcal. Sigue leyendo

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Mitos sobre la moneda digital del Banco de Rusia

En un artículo (en inglés) publicado el 26 de julio, titulado “La MDBC del Banco de Rusia: mito frente a realidad”, Riley Waggaman da respuesta a ciertas ideas erróneas populares respecto a la moneda digital del Banco de Rusia. Esta entrada es mi traducción de ese artículo, así que todo el mérito del contenido es de Riley.

Las iniciales MDBC (o CBDC, del inglés central bank digital currency, como puede leerse a veces en textos en español) significan “moneda digital de banco central”.


El presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, promulgó oficialmente el rublo digital del Banco de Rusia el pasado lunes, después de que la Duma estatal ratificara el marco legislativo para la “tercera forma de moneda” de Rusia a principios de este mes.

Salvo en los medios estatales y corporativos, el rublo digital no ha sido particularmente bien recibido en Rusia, seguramente porque la mayoría de los rusos se dan cuenta de los serios peligros y riesgos que conlleva la adopción de un token [ficha real o virtual equivalente al dinero] digital centralizado y programable, emitido y controlado por un banco central obediente al FMI y que opera con independiencia del estado ruso.

Sin embargo, en los “medios alternativos” occidentales parece haber aún cierta confusión sobre el rublo digital. Según ellos, mientras que las MDBC occidentales son claramente una herramienta de control total, la MDBC de Rusia supondría un jaque mate para los globalistas.

Estoy seguro de que sólo es una coincidencia, pero muchos de los puntos fuertes que esgrimen los discípulos del rublo digital pueden ser leídos en una útil página de Preguntas frecuentes en la web del Banco de Rusia.

El presente artículo intenta aclarar algunas confusiones habituales respecto a esta pesadilla digital, que sin duda llegará pronto también a algún país de su entorno. Sigue leyendo

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Torata y el canon minero

Torata es un pequeño pueblo de dos mil habitantes situado en el valle de su río homónimo, a 2200 m de altitud sobre el nivel del mar y a unos 30 km corriente arriba desde Moquegua; en el corazón, por tanto, de la cordillera occidental andina cuyos picos son puerta al altiplano peruano, el cual, 300 ó 400 km más al nordeste, queda por último interrumpido por la muralla de la cordillera oriental, que son esos Andes que conocemos por las ilustraciones y las películas. Tras ellos, y varios quilómetros en vertical hacia abajo, se encuentra la inmensa cuenca amazónica.

Según el viajero se acerca al pueblo puede ver, en la ladera de un cerro, una leyenda gigante hecha con piedras amontonadas y encaladas que dice así: “TORATA CRECE GRACIAS AL CANON MINERO”; texto cuya lectura me sugiere inmediatamente dos reflexiones que son, en cierto modo, inseparables una de otra: a) ¿para qué necesita Torata crecer?, y b) ¿significa esa frase que los torateños deben alegrarse, en nombre y a cambio del sacrosanto crecimiento, de que la industria minera contamine su valle poco a poco hasta privarlo del encanto que, precisamente, hizo de él un lugar ideal para vivir? Preguntas retóricas, claro está. Sigue leyendo

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La caída del liberalismo a la tecnocracia global

Este post es una versión algo abreviada de una entrevista al periodista moldavo Iurie Rosca realizada por Edward Slavsquat. No comparto el enfoque ciegamente religioso del entrevistado, ni algunas de sus exageradas expresiones, pero tal vez su comprensión de la situación geopolítica actual no se aleje demasiado de la realidad.


La caída del globalismo a la tecnocracia global

Una entrevista con el periodista moldavo Iurie Rosca

El presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, abriendo la ceremonia del 14º Encuentro anual de nuevos nampeones, también llamado Davos de Verano, en la localidad china de Tianjin, 27 de junio de 2023. Foto: Xinhua

El periodista moldavo Iurie Rosca ha centrado su trabajo en sacar a la luz la infiltración occidental en el mundo exsoviético y en destacar los peligros que nos esperan a todos a medida que la tecnocracia global basada en el “modelo chino” vaya reemplazando a la hegemonía estadounidense.

Aparte de dedicarse al periodismo, Rosca dirigió el Partido Popular demócrata cristiano de Moldavia y fue diputado en el parlamento de su país durante cuatro mandatos entre 1994 y 2009; fue nombrado dos veces vicepresidente del parlamento moldavo y viceprimer ministro de las agencias de seguridad.

Devoto cristiano ortodoxo, Rosca es un anticomunista convencido y, tras la caída de la Unión Soviética, se convirtió en un antiliberal, hostil al Occidente Colectivo.

Mantuvo varios sitios web que el Servicio de seguridad e información de Moldavia le cerró en marzo de 2022. Actualmente administra un popular canal de Telegram donde publica textos y videos traducidos a varios idiomas. También es autor de varios libros en rumano, ruso y francés.

Su último ensayo, “Pronto en sus pantallas: La fase apocalíptica de la tecnocracia y el transhumanismo”, fue publicado en junio por Technocracy News.


Iurie, cuéntanos algo sobre ti y tu enfoque del periodismo. Organizas una conferencia anual en Moldavia, ¿cierto?

Empecé mi lucha por la libertad contra el imperio soviético hace más de treinta años, y continúo luchando contra el imperio estadounidense hasta el presente. No me permito estar afiliado a ningún centro de poder, pues perdería mi libertad como periodista y no podría hacer análisis políticos honestos. Publico libros escritos por algunos amigos en el extranjero (sobre todo disidentes franceses), así como míos. También trabajo como traductor.

Mi crítica implacable al globalismo y a las redes de influencia occidentales me ha puesto en el punto de mira de Estados Unidos y Bruselas. Ataco abiertamente a la ocupación económica, política, cultural, informativa y, más ampliamente, civilizatoria impuesta por la corporatocracia occidental en el espacio excomunista. Pero, a diferencia de la gran mayoría de los disidentes de la hegemonía occidental, no peco de sovietolatría, no tengo nostalgia del régimen comunista ni padezco de Putinofilia como adoración neopagana y ceguera intelectual. A veces, este tipo de síndromes los promueven personas inteligentes que buscan el patrocinio de grupos afiliados a Moscú. Tales compromisos morales no son para mí. El clientelismo y el espíritu mercenario pueden venir envueltos en nobles intenciones, pero eso no cambia su esencia.

En 2017 organicé, con amigos occidentales y rusos, una conferencia internacional llamada Foro de Chisinau. Esta plataforma se ha convertido en una especie de think tank que ha resultado en una estrecha cooperación con la prensa alternativa internacional. El Foro organiza conferencias abiertas en varios países y ha publicado varios libros de autores soberanistas. Por desgracia, debido a la “pandemia”, en los últimos tres años tuvimos que cancelar nuestra conferencia, pero espero que podamos volver a convocar el Foro de Chisinau en septiembre de este año. El tema del evento será: “La Agenda 21 de la ONU y el Gran Reinicio: La caída del liberalismo a la tecnocracia y el transhumanismo”.

En mayo publicaste un ensayo verdaderamente fascinante titulado “Cómo superar el estancamiento paradigmático”. Lo comienzas con una afirmación muy provocativa: “Pese a los grandes conflictos entre varios países, todos siguen con sumisión la misma agenda globalista”. ¿Puedes explicar cómo llegaste a esta conclusión? ¿De qué forma  siguen las potencias mundiales la “misma agenda globalista”?

En 2020, sobre todo después de que Rusia condenara el golpe de estado de 2014 en Kiev y tomara el control de Crimea, creí que la administración Putin había decidido poner fin al preocupante estatus de Rusia como colonia occidental, como república bananera de la corporatocracia globalista, proveedora de materias primas para los países ricos de Occidente. Incluso esperaba que hubiese una purga de quienes habían controlado el sector económico y financiero del gobierno –incluido el Banco Central– durante más de 30 años, y que Moscú ofrecería al mundo una alternativa geopolítica clara y perceptible.

Pero mis esperanzas se vieron frustradas. La “quinta columna” (la vasta red de agentes respaldados por Occidente) permaneció intacta en la administración estatal, y los oligarcas, organizados al estilo mafia, siguieron explotando los vastos recursos naturales de Rusia para su beneficio personal y en detrimento del país. Moscú dejó tirado al Donbass durante ocho años, continuó el asesinato diario de la población pacífica de esa región, y los acuerdos de Minsk confirmaron mi temor de que Rusia no tenía un liderazgo capaz de manifestarse como una alternativa real y efectiva a Occidente.

El curso de los acontecimientos en Rusia ha demostrado que, de hecho, la administración Putin es sólo una dócil ejecutora de las órdenes de la “plutocracia rusa”. Bajo el régimen actual, el país podría llamarse sin exagerar una xenocracia (gobierno por extranjeros). Y, como en todos los países capitalistas, el factor económico ha subordinado al político y los gobernantes son sólo títeres del capital.

La falsa pandemia lanzada en 2020 ha confirmado sin lugar a dudas que Rusia, como China y los demás países BRICS, están sometidos a un centro de mando único.

A través de centros de mando como la OMS y la GAVI [Alianza global para vacunación e inmunización], este gobierno mundial en la sombra impone directivas vinculantes para todos los estados. Las políticas de despoblación global [asistida por la vacunación], desmantelamiento de la economía mundial, mascarillas obligatorias, distanciación social, encierros y autoaislamiento sólo encontraron resistencia en algunos países africanos, y sus líderes lo pagaron con la vida. Bielorrusia y Suecia, en parte, también resistieron.

En el verano de 2020, Klaus Schwab publicó su infame libro “Covid-19: El Gran Reinicio”, un manifiesto sobre la reorganización de la economía mundial a manos de la tecnocracia, liquidación de la propiedad privada, modificación genética y vigilancia total de la humanidad. A esta nueva realidad a nivel internacional la llamé “el fin de la geopolítica clásica”.

La [epidemia] puso de manifiesto la total sumisión de los supuestos poderes que se proclaman como alternativa al “Occidente Colectivo”. Hay muchos indicios de que los [actuales] conflictos económicos, diplomáticos e incluso militares entre estados no anulan la agenda internacional a aplicar en todos los países del mundo, sino que simplemente desvían de ella la atención del público. El nombre de esta agenda es bien conocido desde la Cumbre del Planeta en Río de Janeiro en 1992, que estableció una estrategia única de desarrollo para todo el orbe. Pero tres décadas más tarde muchos de [los nuestros] aún no saben detectar esta nueva realidad geopolítica.

Desde entonces, los círculos globalistas han impuesto a toda la humanidad el mito del cambio climático, la trampa de la biodiversidad y la distracción tecnocrática llamada “desarrollo sostenible”. Han lanzado contra nosotros todas estas iniciativas con la fuerza de un sunami, sobre todo a partir del 2020. Escribí sobre esta agenda común en mi último ensayo, publicado por Technocracy News.

Pero aunque [estas] fuerzas han subordinado a todo el mundo, promoviendo su agenda a través de la ONU, hay que estar ciego –o ser un mercenario– para no ver que, incluso tras el comienzo de la guerra en Ucrania, la administración Putin no ha abandonado su puesta en marcha de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, [ni tampoco] la digitalización masiva de la sociedad, la supervisión y el control ciudadano total, la supresión del dinero en metálico, la moneda digital, etcétera.

Una percepción superficial del conflicto entre Occidente y Oriente invita a apoyar a los países del este, pero es importante recordar que Occidente, al colonizar al mundo entero, se ha hecho global. Los estados se hallan actualmente en un dramático proceso de pérdida de soberanía, y los verdaderos líderes del mundo se concentran en torno a entidades extraterritoriales (el gran dinero, las grandes tecnológicas, las grandes farmacológicas, los grandes medios, etcétera).

Por eso sostengo que estamos en un estancamiento geopolítico del que sólo una guerra podría sacarnos. Nadie desea la guerra, pero los globalistas han concentrado un arsenal tecnológico tan grande que, con él, podrían controlar fácilmente a todos los países y seres humanos del mundo. Sólo una grave crisis puede brindarnos la ocasión de destruir el actual sistema de dominación mundial. Cualquier otra cosa no es más que propaganda para bobos y facilidades para que los especuladores ganen más dinero.

En el mismo ensayo describes a Pekín como potencia económica y política emergente, pero avisas que China es “un proyecto piloto, un modelo de sociedad a imponer en todos los Estados.”¿Cómo describirías el “modelo chino”?

Para comprender el papel que la élite globalista ha asignado a China debemos fijarnos en la visita secreta de Henry Kissinger a Pekín en julio de 1971 y la subsiguiente visita oficial, en febrero de 1972, del presidente Richard Nixon.

No es sin razón que a Kissinger se lo considere el fiel aliado de uno de los personajes más siniestros del siglo XX, David Rockefeller. Fue éste quien fundó el famoso Club de Roma en 1968, de donde salió, en 1972, el odioso informe “Los límites del crecimiento”. Este documento es clave para entender tanto la estrategia maltusiana de la despoblación como la desindustrialización de los países occidentales. Al penetrar los globalistas en China comenzó una colosal operación para destruir la fuerza económica de Occidente mediante la famosa política de desregulación.

La fuga de capitales e industrias desde los países occidentales hacia China y otros países asiáticos, resultado de grandes transformaciones en las políticas económicas, ha debilitado a Occidente y ha producido el “milagro chino”. Recordemos que las élites globalistas no profesan lealtad a ningún Estado, son extraterritoriales por excelencia y persiguen una estrategia única: la dominación mundial. El imperio británico, y después el estadounidense, se utilizaron para este mismo propósito; y ahora ha llegado la era del triunfo mundial de China.

Para comprobar cómo este país es un instrumento geopolítico en manos de las élites globalistas de la “marca Rockefeller” basta con consultar un documento clave: el informe anual 2010 de la Fundación Rockefeller, excelente ejemplo de programación predictiva que profetizó con precisión –y con una década de antelación– la epidemia de Covid-19.

Dicho informe, “Escenarios para el futuro de la tecnología y el desarrollo internacional”, tiene un capítulo muy interesante titulado Lock Step [al unísono, al pie de la letra], expresión que se ha citado miles de veces desde el comienzo de la estafa Covid-19 (léanse las páginas 18-26). Este informe describía hasta en sus menores detalles la mayor parte de lo que hemos presenciado diez años después, incluida la aparición del “virus” en China, y pronosticó correctamente que la tiranía médica china (mascarillas, confinamientos, cuarentenas, etc.) sería elogiada por su “eficiencia”.

Las alabanzas del sindicato criminal Rockefeller a la gestión china de la “emergencia médica” pueden considerarse como la apoteosis de Pekín. China fue y sigue siendo la herramienta más importante para marcar el comienzo de la gobernanza global y del Nuevo Orden Mundial (NOM).

Otro ejemplo de la “utilidad y eficiencia” del régimen llamado comunista, pero en realidad tecnocrático, de China es el siguiente: ¿Recuerda el Evento 201? Fue un “ejercicio pandémico” de alto nivel organizado en Nueva York el 18 de octubre de 2019 por el Centro John Hopkins para la seguridad de la salud –herramienta del clan Rockefeller durante el siglo pasado– en asociación con el Foro Económico Mundial (FEM, la principal entidad de los globalistas) y la Fundación Bill y Melinda Gates (actor clave en el exterminio masivo internacional mediante vacunas y actor principal de la industria farmacéutica, incluida GAVI). Fue el último ensayo de la élite globalista antes de la operación especial Covid-19. Casualmente, asistieron a él las autoridades sanitarias tanto de EE.UU. como de China.

Y también casualmente (aunque predicho al menos dos veces, en 2010 y en 2019) fue en China donde comenzó la siniestra estafa del Covid-19. Como era de esperar, globalistas como Soros, Gates y Schwab elogiaron a dicho país por su efectividad en la lucha contra la epidemia.

Otro ejemplo de la supuesta soberanía china y su milagro económico: Recientemente Pekín ha recibido la visita de un querido amigo del pueblo chino, Bill Gates. Como informó Reuters:

El presidente chino Xi Jinping, en su primer encuentro desde hacía años con un empresario extranjero, calificó a Gates de “viejo amigo” y dijo que esperaba que pudiesen cooperar para el mutuo beneficio de China y  EE.UU.

Pero en realidad el evento más reciente que confirma el papel principal de Pekín en la agenda globalista fue la Reunión anual de nuevos campeones del FEM, celebrada del 27 al 29 de junio en Tianjin, China.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, es indispensable comprender el papel asignado a China en el NOM por la élite globalista. China es el proyecto piloto de la tiranía tecnocrática que esperan establecer sobre absolutamente todos los países del mundo, bajo un único centro de poder, muy probablemente para 2030 (como se estableció en la Agenda de la ONU adoptada en 2015 en París) y que en última instancia impone el mito del cambio climático, la idea draconiana del “desarrollo sostenible” y el fin de cualquier resto de soberanía nacional o de libertades personales. Control total de todos los ciudadanos, fin de cualquier tipo de libertad política, económica o ideológica, transhumanismo, totalitarismo digital, vacunación obligatoria, manipulación climática y modificación genética de la humanidad. Será un régimen distópico a escala internacional, dominado por fuerzas que pretenden organizar mejor nuestras vidas.

El lado cómico de este inquietante plan de felicidad estilo chino para todas las naciones –y aceptado por los gobernantes y los propagandistas rusos– es el llamado proyecto One belt one road (Iniciativa de la franja y la ruta).

¿Puede algo de esto ser motivo de alegría para un patriota, para un intelectual familiarizado con el proceso de dominación económica como paso previo a la dominación política, cultural y civilizacional? Que sea China, y no Estados Unidos, el vehículo para imponer un nuevo orden global, ¿significa que debamos renunciar a nuestra independencia, identidad nacional, cultura y tradiciones? ¿Debemos abandonar la esperanza de una soberanía nacional, de crear bloques regionales enfocados hacia ideas comunes de civilización arraigadas en una misma tradición religiosa?

En vista de esta tragicomedia sin precedentes en la historia de la humanidad, compadezco a quienes afirman que China sería una alternativa válida a la hegemonía estadounidense y occidental, que obviamente encarna uno de los mayores males que el mundo ha conocido. Pero piensa en lo que se nos avecina: un GULAG digital mundial basado en el modelo chino, con vigilancia total, puntuaciones individuales de calificación social, terrorismo de Estado y cárceles llenas de disidentes; no creo que esta sea una alternativa deseable para una persona normal que no se haya vendido a los globalistas de Occidente, Rusia o China.

De hecho, tiene gracia que el Kremlin pretenda seriamente ser “aliado” de Pekín. Sería más preciso describir a Rusia como una vasalla de China. Basta simplemente ver el comercio entre los dos países. Bien podemos decir que Rusia ha dejado de ser una semicolonia occidental para pasar a serlo de China y, en parte, también de India y Turquía.

¿Cuál es la situación actual en Moldavia respecto a la tecnocracia y la tiranía médica introducidas por la “pandemia”? ¿Hay algún esfuerzo oficial o popular para resistir a las iniciativas defendidas por la OMS, el FEM y otras organizaciones globalistas?

En la actualidad, el régimen político en Moldavia está totalmente controlado por los estadounidenses, y en concreto por la red de Soros. Nuestros líderes son muñecos sin personalidad, sin biografía, sin capacidad política o administrativa alguna, pero leales al amo occidental, que promueven una política hostil a Moscú haciéndose pasar por fieles aliados del régimen sionista de Kiev.

Cuando se lanzó la falsa pandemia en 2020 estaban en el poder los llamados socialistas liderados por el presidente Igor Dodon, el favorito de la administración Putin. Y así como Putin y su régimen han mostrado una subordinación total a la OMS, también lo ha hecho el régimen títere en Chisinau, imponiendo violentamente el mismo terror, incluida la vacunación forzosa, bajo un pretexto médico.

Después de que el régimen prorruso fuera sucedido por el prooccidental, liderado por Maia Sandu –que llegó a la presidencia en noviembre de 2020–, continuó la misma política del terror médico con la disculpa de la epidemia. No hubo diferencia. En general, todo el espectro político, desde la izquierda a la derecha, ha adoptado la agenda de la OMS. E idéntical homogeneidad existe en las políticas económicas impuestas a través del FMI, el Banco Mundial, la OMC, la UE, etc.

Los políticos de hoy son cautivos irremediables del paradigma económico liberal, con el mito del libre comercio, el control de la inflación, los préstamos, las aduanas, las políticas fiscales y presupuestarias dictadas desde fuera por el “Consenso de Washington”.

Por otro lado, no existe un proceso político en sí mismo. Sólo dinero sucio, proveniente de centros de poder foráneos o grupos mafiosos locales, que se vuelca en exitosos proyectos mediáticos y políticos. Si tienes dinero, triunfas como “político”; si no, eres un perdedor.

Eres bastante crítico con Moscú. ¿De qué “lado” estás en la guerra de Ucrania? ¿Quién es el responsable último de ese conflicto y qué se debería hacer?

Esta guerra es solo un eslabón de una larga cadena de acontecimientos históricos que remonta sus raíces a la conocida obsesión del Poder del Mar (la talasocracia o los anglosajones) por destruir a Rusia como potencia terrestre, como una telurocracia, un Estado cuyo poder deriva del dominio militar o comercial terrestre (Carl Schmitt). Este conflicto es parte de las llamadas constantes geopolíticas, y no importa quién esté en el poder en Rusia: el zar Nicolás II, Stalin o Putin.

Los enemigos de Rusia tienen tres objetivos:

1. Espiritual: destruir la religión ortodoxa.
2. Económico: controlar los vastos recursos naturales rusos
3. Militar: dominar Eurasia.

Como explicó Sir Halford J. Mackinder: “Quien controle Europa del Este controla el Núcleo [del Volga al Yang-tse]; quien controle el Núcleo gobierna la Isla del Mundo [Afro-eurasia]; quien gobierne la Isla del Mundo gobierna el mundo”.

Por supuesto, Rusia está en una guerra defensiva y la OTAN usa a Ucrania  en esta guerra proxy [por poderes]. Pero la forma en que actúa la administración Putin muestra que Rusia tiene un liderazgo gerontocrático, inerte y anticuado, dominado por oligarcas y enormemente influenciado por agentes extranjeros. Al chapucear lo que pudo haber sido una exitosa guerra relámpago, Rusia ha quedado atrapada en un prolongado conflicto que está causando colosales sacrificios humanos en ambos bandos.

La sucesión del poder en Moscú mediante elecciones es imposible, un golpe de Estado es indeseable, que Putin y Shoigu despierten de su letargo colectivo es inimaginable, y la aparición de sentimientos patrióticos entre la clase dominante es inverosímil. Así que, como siempre a lo largo de la historia rusa, no queda más esperanza que Dios. Sé que el cielo está lleno de santos, mártires y héroes rusos que rezan por la salvación de su tierra. Sé que Rusia no ha perdido del todo su masculinidad, y esta guerra está dando forma a una nueva generación de héroes, que también tendrán algo que decir en los principales cambios políticos que se avecinan.

Pese a todos estos deprimentes acontecimientos, aún confío en la derrota de los enemigos de Rusia y en el triunfo del espíritu cristiano y patriótico.

 

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Conferencia de la ONU en Rusia sobre bioseguridad

[Este post es traducción -ligeramente libre- de un artículo publicado por Riley Waggaman.]

Sochi acoge una conferencia de la ONU para garantizar la “indivisible bioseguridad” en la lucha contra “amenazas infecciosas”

Moscú se une a la coalición de 70 naciones para “proteger la salud [global] y garantizar el desarrollo sostenible”

Parece que fue todo un éxito.

Los días 22 y 23 de junio de 2023, Sochi (eso está en Rusia) acogió la cuarta conferencia internacional “Desafíos globales de bioseguridad: problemas y soluciones”, una de las varias iniciativas globales organizadas en torno a la Convención de Armas Biológicas (CAB) de la ONU.

La cumbre fue encabezada por el Servicio federal ruso para la vigilancia de la Protección de los derechos del consumidor y el bienestar humano (Rospotrebnadzor), con el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia.

La web de la conferencia (en inglés) explicaba:

Su objetivo es discutir el fortalecimiento de la seguridad biológica internacional. Se espera que participen en el evento más de 150 personas de 70 países, así como organizaciones internacionales y sociedades civiles y del mundo académico. […]

La reunión de Sochi es una plataforma para una discusión profesional abierta de todos los países y organizaciones interesados en garantizar una seguridad biológica indivisible basada en el respeto a la soberanía y los intereses de los Estados en esta área.

La conferencia de Sochi permitirá analizar las amenazas actuales a la seguridad biológica en el mundo y desarrollar propuestas para contrarrestarlas con el fin de proteger la salud y garantizar el desarrollo sostenible.

Los delegados discutirán los actuales riesgos de bioseguridad globales y regionales, experiencia en responder a amenazas infecciosas, y nuevas oportunidades científicas para garantizar la bioseguridad.

Se explica por sí solo.

La conferencia también discutió el “fortalecimiento de los mecanismos supranacionales para reducir la amenaza del desarrollo y uso de armas biológicas y tóxicas”, que por supuesto es un tema muy importante, digno de diálogo y cooperación internacional. Si se ha avanzado hacia la consecución de este objetivo, deberíamos alegrarnos todos.

Y aunque resulta encantador que la conferencia haya enfatizado la importancia del “respeto a la soberanía y los intereses de los Estados”, no estoy seguro de que los proyectos de salud global liderados por la ONU tengan un buen currículum en ese aspecto. Pero esta es solo mi opinión. Sigue leyendo

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La agenda ESG avanza por toda Rusia

[Esto es mi traducción al español de un artículo escrito por Riley Waggaman (uno de los escasos periodistas que ofrecen al lector angloparlante una visión y una versión del sector ruso más crítico). Las aclaraciones entre paréntesis cuadrados son mías. Las siglas “ESG” -del inglés “Environmental, Social, Governance”- se refieren a un enfoque de inversión comprometido con lo social, lo medioambiental y la gerencia corporativa benigna.]

La agenda ESG avanza por toda Rusia

El evangelismo ESG de Herman Gref está dando dividendos

ESG: ¡Lo que anhelan los simpáticos banqueros!

Herman Gref sigue adelante con su “ruta de cliente” inspirada en Davos para Rusia.

Como parte de su interminable campaña para hacernos la vida intolerable, el director ejecutivo del banco pro-vacunas más grande de Rusia [llamado Sber; logo de la foto superior] ha estado difundiendo de forma metódica el Evangelio ESG.

El 16 de mayo Gref firmó un acuerdo con la Universidad Técnica Estatal Bauman de Moscú, uno de los institutos técnicos más prestigiosos de Rusia. El acuerdo tiene como objetivo “desarrollar la educación ingenieril en Rusia”.

Sber y la Universidad Bauman “trabajarán juntos para realizar investigaciones científicas, fundamentales y aplicadas, en los campos de la robótica y la ingeniería de software. Los desarrollos conjuntos que aspiren a lograr los objetivos de desarrollo sostenible (ESG) podrán formar un área de cooperación diferenciada”.

(Gref, como astuto tecnócrata que es, ha estado invirtiendo recursos para moldear las mentes de los más prometedores e impresionables jóvenes de Rusia. Al fin y al cabo, ellos son el futuro).

Pero sus travesuras ESG no se han limitado a altruistas programas de educación. Sigue leyendo

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