Mitos sobre la moneda digital del Banco de Rusia

En un artículo (en inglés) publicado el 26 de julio, titulado “La MDBC del Banco de Rusia: mito frente a realidad”, Riley Waggaman da respuesta a ciertas ideas erróneas populares respecto a la moneda digital del Banco de Rusia. Esta entrada es mi traducción de ese artículo, así que todo el mérito del contenido es de Riley.

Las iniciales MDBC (o CBDC, del inglés central bank digital currency, como puede leerse a veces en textos en español) significan “moneda digital de banco central”.


El presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, promulgó oficialmente el rublo digital del Banco de Rusia el pasado lunes, después de que la Duma estatal ratificara el marco legislativo para la “tercera forma de moneda” de Rusia a principios de este mes.

Salvo en los medios estatales y corporativos, el rublo digital no ha sido particularmente bien recibido en Rusia, seguramente porque la mayoría de los rusos se dan cuenta de los serios peligros y riesgos que conlleva la adopción de un token [ficha real o virtual equivalente al dinero] digital centralizado y programable, emitido y controlado por un banco central obediente al FMI y que opera con independiencia del estado ruso.

Sin embargo, en los “medios alternativos” occidentales parece haber aún cierta confusión sobre el rublo digital. Según ellos, mientras que las MDBC occidentales son claramente una herramienta de control total, la MDBC de Rusia supondría un jaque mate para los globalistas.

Estoy seguro de que sólo es una coincidencia, pero muchos de los puntos fuertes que esgrimen los discípulos del rublo digital pueden ser leídos en una útil página de Preguntas frecuentes en la web del Banco de Rusia.

El presente artículo intenta aclarar algunas confusiones habituales respecto a esta pesadilla digital, que sin duda llegará pronto también a algún país de su entorno. Sigue leyendo

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Torata y el canon minero

Torata es un pequeño pueblo de dos mil habitantes situado en el valle de su río homónimo, a 2200 m de altitud sobre el nivel del mar y a unos 30 km corriente arriba desde Moquegua; en el corazón, por tanto, de la cordillera occidental andina cuyos picos son puerta al altiplano peruano, el cual, 300 ó 400 km más al nordeste, queda por último interrumpido por la muralla de la cordillera oriental, que son esos Andes que conocemos por las ilustraciones y las películas. Tras ellos, y varios quilómetros en vertical hacia abajo, se encuentra la inmensa cuenca amazónica.

Según el viajero se acerca al pueblo puede ver, en la ladera de un cerro, una leyenda gigante hecha con piedras amontonadas y encaladas que dice así: “TORATA CRECE GRACIAS AL CANON MINERO”; texto cuya lectura me sugiere inmediatamente dos reflexiones que son, en cierto modo, inseparables una de otra: a) ¿para qué necesita Torata crecer?, y b) ¿significa esa frase que los torateños deben alegrarse, en nombre y a cambio del sacrosanto crecimiento, de que la industria minera contamine su valle poco a poco hasta privarlo del encanto que, precisamente, hizo de él un lugar ideal para vivir? Preguntas retóricas, claro está. Sigue leyendo

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La caída del liberalismo a la tecnocracia global

Este post es una versión algo abreviada de una entrevista al periodista moldavo Iurie Rosca realizada por Edward Slavsquat. No comparto el enfoque ciegamente religioso del entrevistado, ni algunas de sus exageradas expresiones, pero tal vez su comprensión de la situación geopolítica actual no se aleje demasiado de la realidad.


La caída del globalismo a la tecnocracia global

Una entrevista con el periodista moldavo Iurie Rosca

El presidente del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, abriendo la ceremonia del 14º Encuentro anual de nuevos nampeones, también llamado Davos de Verano, en la localidad china de Tianjin, 27 de junio de 2023. Foto: Xinhua

El periodista moldavo Iurie Rosca ha centrado su trabajo en sacar a la luz la infiltración occidental en el mundo exsoviético y en destacar los peligros que nos esperan a todos a medida que la tecnocracia global basada en el “modelo chino” vaya reemplazando a la hegemonía estadounidense.

Aparte de dedicarse al periodismo, Rosca dirigió el Partido Popular demócrata cristiano de Moldavia y fue diputado en el parlamento de su país durante cuatro mandatos entre 1994 y 2009; fue nombrado dos veces vicepresidente del parlamento moldavo y viceprimer ministro de las agencias de seguridad.

Devoto cristiano ortodoxo, Rosca es un anticomunista convencido y, tras la caída de la Unión Soviética, se convirtió en un antiliberal, hostil al Occidente Colectivo.

Mantuvo varios sitios web que el Servicio de seguridad e información de Moldavia le cerró en marzo de 2022. Actualmente administra un popular canal de Telegram donde publica textos y videos traducidos a varios idiomas. También es autor de varios libros en rumano, ruso y francés.

Su último ensayo, “Pronto en sus pantallas: La fase apocalíptica de la tecnocracia y el transhumanismo”, fue publicado en junio por Technocracy News.


Iurie, cuéntanos algo sobre ti y tu enfoque del periodismo. Organizas una conferencia anual en Moldavia, ¿cierto?

Empecé mi lucha por la libertad contra el imperio soviético hace más de treinta años, y continúo luchando contra el imperio estadounidense hasta el presente. No me permito estar afiliado a ningún centro de poder, pues perdería mi libertad como periodista y no podría hacer análisis políticos honestos. Publico libros escritos por algunos amigos en el extranjero (sobre todo disidentes franceses), así como míos. También trabajo como traductor.

Mi crítica implacable al globalismo y a las redes de influencia occidentales me ha puesto en el punto de mira de Estados Unidos y Bruselas. Ataco abiertamente a la ocupación económica, política, cultural, informativa y, más ampliamente, civilizatoria impuesta por la corporatocracia occidental en el espacio excomunista. Pero, a diferencia de la gran mayoría de los disidentes de la hegemonía occidental, no peco de sovietolatría, no tengo nostalgia del régimen comunista ni padezco de Putinofilia como adoración neopagana y ceguera intelectual. A veces, este tipo de síndromes los promueven personas inteligentes que buscan el patrocinio de grupos afiliados a Moscú. Tales compromisos morales no son para mí. El clientelismo y el espíritu mercenario pueden venir envueltos en nobles intenciones, pero eso no cambia su esencia.

En 2017 organicé, con amigos occidentales y rusos, una conferencia internacional llamada Foro de Chisinau. Esta plataforma se ha convertido en una especie de think tank que ha resultado en una estrecha cooperación con la prensa alternativa internacional. El Foro organiza conferencias abiertas en varios países y ha publicado varios libros de autores soberanistas. Por desgracia, debido a la “pandemia”, en los últimos tres años tuvimos que cancelar nuestra conferencia, pero espero que podamos volver a convocar el Foro de Chisinau en septiembre de este año. El tema del evento será: “La Agenda 21 de la ONU y el Gran Reinicio: La caída del liberalismo a la tecnocracia y el transhumanismo”.

En mayo publicaste un ensayo verdaderamente fascinante titulado “Cómo superar el estancamiento paradigmático”. Lo comienzas con una afirmación muy provocativa: “Pese a los grandes conflictos entre varios países, todos siguen con sumisión la misma agenda globalista”. ¿Puedes explicar cómo llegaste a esta conclusión? ¿De qué forma  siguen las potencias mundiales la “misma agenda globalista”?

En 2020, sobre todo después de que Rusia condenara el golpe de estado de 2014 en Kiev y tomara el control de Crimea, creí que la administración Putin había decidido poner fin al preocupante estatus de Rusia como colonia occidental, como república bananera de la corporatocracia globalista, proveedora de materias primas para los países ricos de Occidente. Incluso esperaba que hubiese una purga de quienes habían controlado el sector económico y financiero del gobierno –incluido el Banco Central– durante más de 30 años, y que Moscú ofrecería al mundo una alternativa geopolítica clara y perceptible.

Pero mis esperanzas se vieron frustradas. La “quinta columna” (la vasta red de agentes respaldados por Occidente) permaneció intacta en la administración estatal, y los oligarcas, organizados al estilo mafia, siguieron explotando los vastos recursos naturales de Rusia para su beneficio personal y en detrimento del país. Moscú dejó tirado al Donbass durante ocho años, continuó el asesinato diario de la población pacífica de esa región, y los acuerdos de Minsk confirmaron mi temor de que Rusia no tenía un liderazgo capaz de manifestarse como una alternativa real y efectiva a Occidente.

El curso de los acontecimientos en Rusia ha demostrado que, de hecho, la administración Putin es sólo una dócil ejecutora de las órdenes de la “plutocracia rusa”. Bajo el régimen actual, el país podría llamarse sin exagerar una xenocracia (gobierno por extranjeros). Y, como en todos los países capitalistas, el factor económico ha subordinado al político y los gobernantes son sólo títeres del capital.

La falsa pandemia lanzada en 2020 ha confirmado sin lugar a dudas que Rusia, como China y los demás países BRICS, están sometidos a un centro de mando único.

A través de centros de mando como la OMS y la GAVI [Alianza global para vacunación e inmunización], este gobierno mundial en la sombra impone directivas vinculantes para todos los estados. Las políticas de despoblación global [asistida por la vacunación], desmantelamiento de la economía mundial, mascarillas obligatorias, distanciación social, encierros y autoaislamiento sólo encontraron resistencia en algunos países africanos, y sus líderes lo pagaron con la vida. Bielorrusia y Suecia, en parte, también resistieron.

En el verano de 2020, Klaus Schwab publicó su infame libro “Covid-19: El Gran Reinicio”, un manifiesto sobre la reorganización de la economía mundial a manos de la tecnocracia, liquidación de la propiedad privada, modificación genética y vigilancia total de la humanidad. A esta nueva realidad a nivel internacional la llamé “el fin de la geopolítica clásica”.

La [epidemia] puso de manifiesto la total sumisión de los supuestos poderes que se proclaman como alternativa al “Occidente Colectivo”. Hay muchos indicios de que los [actuales] conflictos económicos, diplomáticos e incluso militares entre estados no anulan la agenda internacional a aplicar en todos los países del mundo, sino que simplemente desvían de ella la atención del público. El nombre de esta agenda es bien conocido desde la Cumbre del Planeta en Río de Janeiro en 1992, que estableció una estrategia única de desarrollo para todo el orbe. Pero tres décadas más tarde muchos de [los nuestros] aún no saben detectar esta nueva realidad geopolítica.

Desde entonces, los círculos globalistas han impuesto a toda la humanidad el mito del cambio climático, la trampa de la biodiversidad y la distracción tecnocrática llamada “desarrollo sostenible”. Han lanzado contra nosotros todas estas iniciativas con la fuerza de un sunami, sobre todo a partir del 2020. Escribí sobre esta agenda común en mi último ensayo, publicado por Technocracy News.

Pero aunque [estas] fuerzas han subordinado a todo el mundo, promoviendo su agenda a través de la ONU, hay que estar ciego –o ser un mercenario– para no ver que, incluso tras el comienzo de la guerra en Ucrania, la administración Putin no ha abandonado su puesta en marcha de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, [ni tampoco] la digitalización masiva de la sociedad, la supervisión y el control ciudadano total, la supresión del dinero en metálico, la moneda digital, etcétera.

Una percepción superficial del conflicto entre Occidente y Oriente invita a apoyar a los países del este, pero es importante recordar que Occidente, al colonizar al mundo entero, se ha hecho global. Los estados se hallan actualmente en un dramático proceso de pérdida de soberanía, y los verdaderos líderes del mundo se concentran en torno a entidades extraterritoriales (el gran dinero, las grandes tecnológicas, las grandes farmacológicas, los grandes medios, etcétera).

Por eso sostengo que estamos en un estancamiento geopolítico del que sólo una guerra podría sacarnos. Nadie desea la guerra, pero los globalistas han concentrado un arsenal tecnológico tan grande que, con él, podrían controlar fácilmente a todos los países y seres humanos del mundo. Sólo una grave crisis puede brindarnos la ocasión de destruir el actual sistema de dominación mundial. Cualquier otra cosa no es más que propaganda para bobos y facilidades para que los especuladores ganen más dinero.

En el mismo ensayo describes a Pekín como potencia económica y política emergente, pero avisas que China es “un proyecto piloto, un modelo de sociedad a imponer en todos los Estados.”¿Cómo describirías el “modelo chino”?

Para comprender el papel que la élite globalista ha asignado a China debemos fijarnos en la visita secreta de Henry Kissinger a Pekín en julio de 1971 y la subsiguiente visita oficial, en febrero de 1972, del presidente Richard Nixon.

No es sin razón que a Kissinger se lo considere el fiel aliado de uno de los personajes más siniestros del siglo XX, David Rockefeller. Fue éste quien fundó el famoso Club de Roma en 1968, de donde salió, en 1972, el odioso informe “Los límites del crecimiento”. Este documento es clave para entender tanto la estrategia maltusiana de la despoblación como la desindustrialización de los países occidentales. Al penetrar los globalistas en China comenzó una colosal operación para destruir la fuerza económica de Occidente mediante la famosa política de desregulación.

La fuga de capitales e industrias desde los países occidentales hacia China y otros países asiáticos, resultado de grandes transformaciones en las políticas económicas, ha debilitado a Occidente y ha producido el “milagro chino”. Recordemos que las élites globalistas no profesan lealtad a ningún Estado, son extraterritoriales por excelencia y persiguen una estrategia única: la dominación mundial. El imperio británico, y después el estadounidense, se utilizaron para este mismo propósito; y ahora ha llegado la era del triunfo mundial de China.

Para comprobar cómo este país es un instrumento geopolítico en manos de las élites globalistas de la “marca Rockefeller” basta con consultar un documento clave: el informe anual 2010 de la Fundación Rockefeller, excelente ejemplo de programación predictiva que profetizó con precisión –y con una década de antelación– la epidemia de Covid-19.

Dicho informe, “Escenarios para el futuro de la tecnología y el desarrollo internacional”, tiene un capítulo muy interesante titulado Lock Step [al unísono, al pie de la letra], expresión que se ha citado miles de veces desde el comienzo de la estafa Covid-19 (léanse las páginas 18-26). Este informe describía hasta en sus menores detalles la mayor parte de lo que hemos presenciado diez años después, incluida la aparición del “virus” en China, y pronosticó correctamente que la tiranía médica china (mascarillas, confinamientos, cuarentenas, etc.) sería elogiada por su “eficiencia”.

Las alabanzas del sindicato criminal Rockefeller a la gestión china de la “emergencia médica” pueden considerarse como la apoteosis de Pekín. China fue y sigue siendo la herramienta más importante para marcar el comienzo de la gobernanza global y del Nuevo Orden Mundial (NOM).

Otro ejemplo de la “utilidad y eficiencia” del régimen llamado comunista, pero en realidad tecnocrático, de China es el siguiente: ¿Recuerda el Evento 201? Fue un “ejercicio pandémico” de alto nivel organizado en Nueva York el 18 de octubre de 2019 por el Centro John Hopkins para la seguridad de la salud –herramienta del clan Rockefeller durante el siglo pasado– en asociación con el Foro Económico Mundial (FEM, la principal entidad de los globalistas) y la Fundación Bill y Melinda Gates (actor clave en el exterminio masivo internacional mediante vacunas y actor principal de la industria farmacéutica, incluida GAVI). Fue el último ensayo de la élite globalista antes de la operación especial Covid-19. Casualmente, asistieron a él las autoridades sanitarias tanto de EE.UU. como de China.

Y también casualmente (aunque predicho al menos dos veces, en 2010 y en 2019) fue en China donde comenzó la siniestra estafa del Covid-19. Como era de esperar, globalistas como Soros, Gates y Schwab elogiaron a dicho país por su efectividad en la lucha contra la epidemia.

Otro ejemplo de la supuesta soberanía china y su milagro económico: Recientemente Pekín ha recibido la visita de un querido amigo del pueblo chino, Bill Gates. Como informó Reuters:

El presidente chino Xi Jinping, en su primer encuentro desde hacía años con un empresario extranjero, calificó a Gates de “viejo amigo” y dijo que esperaba que pudiesen cooperar para el mutuo beneficio de China y  EE.UU.

Pero en realidad el evento más reciente que confirma el papel principal de Pekín en la agenda globalista fue la Reunión anual de nuevos campeones del FEM, celebrada del 27 al 29 de junio en Tianjin, China.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, es indispensable comprender el papel asignado a China en el NOM por la élite globalista. China es el proyecto piloto de la tiranía tecnocrática que esperan establecer sobre absolutamente todos los países del mundo, bajo un único centro de poder, muy probablemente para 2030 (como se estableció en la Agenda de la ONU adoptada en 2015 en París) y que en última instancia impone el mito del cambio climático, la idea draconiana del “desarrollo sostenible” y el fin de cualquier resto de soberanía nacional o de libertades personales. Control total de todos los ciudadanos, fin de cualquier tipo de libertad política, económica o ideológica, transhumanismo, totalitarismo digital, vacunación obligatoria, manipulación climática y modificación genética de la humanidad. Será un régimen distópico a escala internacional, dominado por fuerzas que pretenden organizar mejor nuestras vidas.

El lado cómico de este inquietante plan de felicidad estilo chino para todas las naciones –y aceptado por los gobernantes y los propagandistas rusos– es el llamado proyecto One belt one road (Iniciativa de la franja y la ruta).

¿Puede algo de esto ser motivo de alegría para un patriota, para un intelectual familiarizado con el proceso de dominación económica como paso previo a la dominación política, cultural y civilizacional? Que sea China, y no Estados Unidos, el vehículo para imponer un nuevo orden global, ¿significa que debamos renunciar a nuestra independencia, identidad nacional, cultura y tradiciones? ¿Debemos abandonar la esperanza de una soberanía nacional, de crear bloques regionales enfocados hacia ideas comunes de civilización arraigadas en una misma tradición religiosa?

En vista de esta tragicomedia sin precedentes en la historia de la humanidad, compadezco a quienes afirman que China sería una alternativa válida a la hegemonía estadounidense y occidental, que obviamente encarna uno de los mayores males que el mundo ha conocido. Pero piensa en lo que se nos avecina: un GULAG digital mundial basado en el modelo chino, con vigilancia total, puntuaciones individuales de calificación social, terrorismo de Estado y cárceles llenas de disidentes; no creo que esta sea una alternativa deseable para una persona normal que no se haya vendido a los globalistas de Occidente, Rusia o China.

De hecho, tiene gracia que el Kremlin pretenda seriamente ser “aliado” de Pekín. Sería más preciso describir a Rusia como una vasalla de China. Basta simplemente ver el comercio entre los dos países. Bien podemos decir que Rusia ha dejado de ser una semicolonia occidental para pasar a serlo de China y, en parte, también de India y Turquía.

¿Cuál es la situación actual en Moldavia respecto a la tecnocracia y la tiranía médica introducidas por la “pandemia”? ¿Hay algún esfuerzo oficial o popular para resistir a las iniciativas defendidas por la OMS, el FEM y otras organizaciones globalistas?

En la actualidad, el régimen político en Moldavia está totalmente controlado por los estadounidenses, y en concreto por la red de Soros. Nuestros líderes son muñecos sin personalidad, sin biografía, sin capacidad política o administrativa alguna, pero leales al amo occidental, que promueven una política hostil a Moscú haciéndose pasar por fieles aliados del régimen sionista de Kiev.

Cuando se lanzó la falsa pandemia en 2020 estaban en el poder los llamados socialistas liderados por el presidente Igor Dodon, el favorito de la administración Putin. Y así como Putin y su régimen han mostrado una subordinación total a la OMS, también lo ha hecho el régimen títere en Chisinau, imponiendo violentamente el mismo terror, incluida la vacunación forzosa, bajo un pretexto médico.

Después de que el régimen prorruso fuera sucedido por el prooccidental, liderado por Maia Sandu –que llegó a la presidencia en noviembre de 2020–, continuó la misma política del terror médico con la disculpa de la epidemia. No hubo diferencia. En general, todo el espectro político, desde la izquierda a la derecha, ha adoptado la agenda de la OMS. E idéntical homogeneidad existe en las políticas económicas impuestas a través del FMI, el Banco Mundial, la OMC, la UE, etc.

Los políticos de hoy son cautivos irremediables del paradigma económico liberal, con el mito del libre comercio, el control de la inflación, los préstamos, las aduanas, las políticas fiscales y presupuestarias dictadas desde fuera por el “Consenso de Washington”.

Por otro lado, no existe un proceso político en sí mismo. Sólo dinero sucio, proveniente de centros de poder foráneos o grupos mafiosos locales, que se vuelca en exitosos proyectos mediáticos y políticos. Si tienes dinero, triunfas como “político”; si no, eres un perdedor.

Eres bastante crítico con Moscú. ¿De qué “lado” estás en la guerra de Ucrania? ¿Quién es el responsable último de ese conflicto y qué se debería hacer?

Esta guerra es solo un eslabón de una larga cadena de acontecimientos históricos que remonta sus raíces a la conocida obsesión del Poder del Mar (la talasocracia o los anglosajones) por destruir a Rusia como potencia terrestre, como una telurocracia, un Estado cuyo poder deriva del dominio militar o comercial terrestre (Carl Schmitt). Este conflicto es parte de las llamadas constantes geopolíticas, y no importa quién esté en el poder en Rusia: el zar Nicolás II, Stalin o Putin.

Los enemigos de Rusia tienen tres objetivos:

1. Espiritual: destruir la religión ortodoxa.
2. Económico: controlar los vastos recursos naturales rusos
3. Militar: dominar Eurasia.

Como explicó Sir Halford J. Mackinder: “Quien controle Europa del Este controla el Núcleo [del Volga al Yang-tse]; quien controle el Núcleo gobierna la Isla del Mundo [Afro-eurasia]; quien gobierne la Isla del Mundo gobierna el mundo”.

Por supuesto, Rusia está en una guerra defensiva y la OTAN usa a Ucrania  en esta guerra proxy [por poderes]. Pero la forma en que actúa la administración Putin muestra que Rusia tiene un liderazgo gerontocrático, inerte y anticuado, dominado por oligarcas y enormemente influenciado por agentes extranjeros. Al chapucear lo que pudo haber sido una exitosa guerra relámpago, Rusia ha quedado atrapada en un prolongado conflicto que está causando colosales sacrificios humanos en ambos bandos.

La sucesión del poder en Moscú mediante elecciones es imposible, un golpe de Estado es indeseable, que Putin y Shoigu despierten de su letargo colectivo es inimaginable, y la aparición de sentimientos patrióticos entre la clase dominante es inverosímil. Así que, como siempre a lo largo de la historia rusa, no queda más esperanza que Dios. Sé que el cielo está lleno de santos, mártires y héroes rusos que rezan por la salvación de su tierra. Sé que Rusia no ha perdido del todo su masculinidad, y esta guerra está dando forma a una nueva generación de héroes, que también tendrán algo que decir en los principales cambios políticos que se avecinan.

Pese a todos estos deprimentes acontecimientos, aún confío en la derrota de los enemigos de Rusia y en el triunfo del espíritu cristiano y patriótico.

 

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Conferencia de la ONU en Rusia sobre bioseguridad

[Este post es traducción -ligeramente libre- de un artículo publicado por Riley Waggaman.]

Sochi acoge una conferencia de la ONU para garantizar la “indivisible bioseguridad” en la lucha contra “amenazas infecciosas”

Moscú se une a la coalición de 70 naciones para “proteger la salud [global] y garantizar el desarrollo sostenible”

Parece que fue todo un éxito.

Los días 22 y 23 de junio de 2023, Sochi (eso está en Rusia) acogió la cuarta conferencia internacional “Desafíos globales de bioseguridad: problemas y soluciones”, una de las varias iniciativas globales organizadas en torno a la Convención de Armas Biológicas (CAB) de la ONU.

La cumbre fue encabezada por el Servicio federal ruso para la vigilancia de la Protección de los derechos del consumidor y el bienestar humano (Rospotrebnadzor), con el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia.

La web de la conferencia (en inglés) explicaba:

Su objetivo es discutir el fortalecimiento de la seguridad biológica internacional. Se espera que participen en el evento más de 150 personas de 70 países, así como organizaciones internacionales y sociedades civiles y del mundo académico. […]

La reunión de Sochi es una plataforma para una discusión profesional abierta de todos los países y organizaciones interesados en garantizar una seguridad biológica indivisible basada en el respeto a la soberanía y los intereses de los Estados en esta área.

La conferencia de Sochi permitirá analizar las amenazas actuales a la seguridad biológica en el mundo y desarrollar propuestas para contrarrestarlas con el fin de proteger la salud y garantizar el desarrollo sostenible.

Los delegados discutirán los actuales riesgos de bioseguridad globales y regionales, experiencia en responder a amenazas infecciosas, y nuevas oportunidades científicas para garantizar la bioseguridad.

Se explica por sí solo.

La conferencia también discutió el “fortalecimiento de los mecanismos supranacionales para reducir la amenaza del desarrollo y uso de armas biológicas y tóxicas”, que por supuesto es un tema muy importante, digno de diálogo y cooperación internacional. Si se ha avanzado hacia la consecución de este objetivo, deberíamos alegrarnos todos.

Y aunque resulta encantador que la conferencia haya enfatizado la importancia del “respeto a la soberanía y los intereses de los Estados”, no estoy seguro de que los proyectos de salud global liderados por la ONU tengan un buen currículum en ese aspecto. Pero esta es solo mi opinión. Sigue leyendo

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La agenda ESG avanza por toda Rusia

[Esto es mi traducción al español de un artículo escrito por Riley Waggaman (uno de los escasos periodistas que ofrecen al lector angloparlante una visión y una versión del sector ruso más crítico). Las aclaraciones entre paréntesis cuadrados son mías. Las siglas “ESG” -del inglés “Environmental, Social, Governance”- se refieren a un enfoque de inversión comprometido con lo social, lo medioambiental y la gerencia corporativa benigna.]

La agenda ESG avanza por toda Rusia

El evangelismo ESG de Herman Gref está dando dividendos

ESG: ¡Lo que anhelan los simpáticos banqueros!

Herman Gref sigue adelante con su “ruta de cliente” inspirada en Davos para Rusia.

Como parte de su interminable campaña para hacernos la vida intolerable, el director ejecutivo del banco pro-vacunas más grande de Rusia [llamado Sber; logo de la foto superior] ha estado difundiendo de forma metódica el Evangelio ESG.

El 16 de mayo Gref firmó un acuerdo con la Universidad Técnica Estatal Bauman de Moscú, uno de los institutos técnicos más prestigiosos de Rusia. El acuerdo tiene como objetivo “desarrollar la educación ingenieril en Rusia”.

Sber y la Universidad Bauman “trabajarán juntos para realizar investigaciones científicas, fundamentales y aplicadas, en los campos de la robótica y la ingeniería de software. Los desarrollos conjuntos que aspiren a lograr los objetivos de desarrollo sostenible (ESG) podrán formar un área de cooperación diferenciada”.

(Gref, como astuto tecnócrata que es, ha estado invirtiendo recursos para moldear las mentes de los más prometedores e impresionables jóvenes de Rusia. Al fin y al cabo, ellos son el futuro).

Pero sus travesuras ESG no se han limitado a altruistas programas de educación. Sigue leyendo

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Destruir Rusia

[Importante: Lo que sigue es mi traducción de un artículo publicado en 2014 por Irene Cesar, doctora en filosofía. Lo traigo aquí porque conviene conocer los argumentos radicales para poder oponerse a ellos. Rechazo toda muestra de discriminación étnica y declaro mi firme adhesión a la causa de las minorías perseguidas. He omitido las imágenes del artículo original. Las citas se ofrecen en cursiva.]

 * * *

Las atrocidades sio-nazis en Novorrusia constituyen una limpieza étnica/genocidio masivo de la población indígena -rusa- en la tierra ancestral rusa, idénticas a las atrocidades sio-nazis en Palestina, una limpieza étnica/genocidio masivo de la población indígena palestina en la tierra de sus antepasados. Los jázaros asquenazíes (el 93% de los “judíos” del mundo) son falsos judíos. Según sus propios estudios genéticos, son turcos descendientes de una progenitora rusa. Ni siquiera son semitas (medio negros, medio blancos). Los jázaros asquenazíes pseudo-judíos no tienen nada en común, ni racial ni históricamente, con los auténticos hebreos negroides del Tanaj/Antiguo Testamento de la tribu de Seth/Judá en la tierra de Seth (Alto Egipto). Su patria es Turquestán. Las tierras de Palestina y las de Rusia nunca les pertenecieron por derecho. Tanto en uno como en otro lugar fueron invasores y esclavistas. ¡No habrá una nueva Jazaria! ¡No habrá un Sión Global de ciber-esclavos!

El jefe del Jabad, mesías Menachem-Mendel Schneerson, sobre sus planes para destruir Ucrania y Rusia (reimp.)

Este discurso de Menachem-Mendel Schneerson, líder del Jabad y mesías (rabino de Lubavitch), fue enviado y publicado como carta al periódico de Vologda Slavyanin (N-4 (32), 2001, Rusia).

Tras su publicación, los tribunales no consiguieron procesar a V. F. Popov, editor del periódico, bajo presuntos cargos en virtud del art. 282 C.P. [incitación al odio] porque el artículo estaba basado en hechos y algunos importantes eruditos rusos dieron la cara por él; entre ellos el académico Y. K. Begunov y el doctor en derecho O. G. Korotaev.

El discurso fue pronunciado por Menachem-Mendel Schneerson en 1994. Hay mucho debate sobre [su] autenticidad, como [lo hubo] sobre la de los “Protocolos de los sabios de Sión”, pero es un hecho innegable que casi todos los objetivos formulados por Schneerson se han logrado hasta la fecha. Se trata simplemente de la aplicación del Talmud a Ucrania y Rusia. El Talmud dice: los judíos deben matar y esclavizar a los gentiles [no judíos] en todo el mundo. El discurso dice: los judíos deben matar y esclavizar a los gentiles en Ucrania y Rusia. Sí, el discurso de Menachem Mendel Schneerson es monstruoso. Para una persona normal es difícil creer que un líder religioso pueda ser un asesino y que la religión pueda ser una ideología del asesinato. Por eso el texto de este ensayo acompaña cada pasaje criminal del discurso con un pasaje criminal del Talmud. El rostro del mesías sionista también habla por sí mismo: es el rostro de un terrorista, lleno de odio y amenaza.

El rabino Menachem-Mendel Schneerson (5 abril 1902 – 12 junio 1994), conocido como el Lubavitch Rebe o simplemente Rebe, fue el séptimo rebe (líder jasídico) del Jabad (también llamado “movimiento Lubavitch Jabad”). Fue el quinto en la línea paterna directa después del tercer rebe Menachem-Mendel Schneersohn (su apellido se escribe algo distinto). Asumió el liderazgo del Jabad en enero de 1951, un año después de la muerte de su suegro, el rabino Yosef Yitzhak Schneerson. Aún tras su muerte, Menachem-Mendel Schneerson es venerado como el líder del Jabad.

 “Cuando el Mesías venga cada judío tendrá 2800 esclavos.” Simeón Haddarsen, fol 56-D.

“Jehová creó a los no judíos con forma humana para que el judío no tenga que ser servido por bestias. El no judío es por tanto un animal con forma humana, condenado a servir al judío día y noche.” Nidrasch Talpioth, p. 225-L.

Estas son las palabras del rabino sanedrín (dirección espiritual de los judíos en Rusia), el rebe Menachem-Mendel Schneerson:

1. Nuestra táctica especial para combatir a los eslavos es un conocimiento secreto [limitado a nuestro pueblo]. Dirigiremos nuestra principal arma de lucha contra los eslavos, excepto los renegados, emparentados con los hebreos por intereses comunes. Ciertamente, tras usarlos para nuestros propios fines eliminaremos de nuestra sociedad a estos “parientes”.

Los eslavos, y entre ellos los rusos, son el pueblo más rebelde del mundo. Es rebelde por virtud de sus características psíquicas y mentales, creadas por muchas generaciones de antepasados; estos genes no se pueden alterar. Un eslavo, un ruso, puede ser destruido, pero nunca conquistado. Por eso esta semilla debe ser eliminada, y en principio su número fuertemente reducido.

“Matar a un gentil es como matar a un animal salvaje.” Sanhedrin 59a.

“Si un gentil mata a otro gentil o a un hebreo, es responsable; pero si un hebreo mata a un gentil, no es responsable.” Tosefta. Aboda Zara B, 5.

“No tengas clemencia para el gentil.” Hikkoth Akum X1.

2. Nuestros métodos de lucha no serán en modo alguno militares, sino ideológicos y económicos, usando estructuras de poder dotadas de los más modernos tipos de armas para suprimir físicamente a los rebeldes con una brutalidad aún mayor que la empleada en octubre de 1993 durante el fusilamiento del Soviet Supremo de Rusia.

En primer lugar, dividiremos a todos los pueblos eslavos (300 millones, la mitad rusos) en pequeños países debilitados y con sus vínculos cortados. Aquí usaremos nuestro viejo método: DIVIDE Y VENCERÁS. Intentaremos que estos países se enfrenten entre sí; arrastrarlos a guerras internas con el fin de una mutua destrucción.

El ucraniano creerá que lucha por su independencia contra la Rusia expansionista; creerá que por fin ha obtenido su libertad, mientras que se hace totalmente dependiente de nosotros.

Los rusos creerán lo mismo, como si defendiesen sus intereses nacionales y recuperasen las tierras que les fueron “ilegalmente” arrebatadas, etc.

“Dios ha concedido a los hebreos poder sobre las posesiones y la sangre de todas las naciones”. Sef. Jp., 92, 1.

“Contarle a un gentil algo sobre nuestras relaciones religiosas sería como matar a todos los hebreos, porque si los gentiles supieran nuestras enseñanzas respecto a ellos nos matarían abiertamente.” Libbre David 37.

Haremos todo esto en la guisa de diversas soberanías luchando por sus ideales nacionales. Pero no permitiremos que ninguna de las partes se autodetermine basándose en sus valores y tradiciones nacionales.

En esta guerra de idiotas el ganado eslavo se debilitará a sí mismo y nos fortalecerá a nosotros, principales directores del desorden, supuestamente situados al margen, sin participar en los eventos sangrientos e incluso sin interferir en ellos.

Además nos protegeremos plenamente. En la mente de los profanos eslavos (los no iniciados) estableceremos estereotipos de pensamiento tales, que la palabra más terrible será “antisemita”. La palabra “judío” se pronunciará en susurros.

“Se permite la relación sexual con una niña pequeña si ha cumplido los tres años.” Yebhamoth 11b.

“Si un pagano (gentil) golpea a un hebreo deberá morir. Golpear a un hebreo equivale a golpear a Dios.” Sanedrín 58b.

“Los hebreos deben destruir los libros de los cristianos.” Sabbath 116a, p. 569.

Mediante varios procesos judiciales (como el juicio y posterior eliminación del antisemita Ostashvili) y otros métodos (radio, televisión, películas aterradoras tales como la venganza de la superinteligencia israelí Mossad por el asesinato de judíos) asustaremos al ganado de tal modo que a ningún hebreo le tocarán un pelo del cabello, en tanto que los eslavos serán fusilados en lotes, eliminados por miles: en las fronteras, donde los judíos no sirven en fuerzas de paz, mediante el terrorismo y asesinatos por encargo.

3. La estúpida etnia eslava no entiende que los fascistas más temibles son aquellos que nunca, en ninguna parte, hablan en voz alta sobre ello, mientras que todo lo hacen supuestamente según las normas más democráticas (como las elecciones presidenciales en marzo). Nosotros, en cambio, haremos de la palabra “fascista” misma un insulto.

“Cuando un hebreo mate a un gentil no habrá pena de muerte. Lo que un hebreo robe a un gentil será suyo.” Sanedrín 57a.

“Los gentiles no están protegidos por la ley y su dinero lo ha dado Dios a Israel.” Baba Kamma 37b.

“Todas las propiedades de otras naciones pertenecen al pueblo hebreo, que, por tanto, tiene derecho a tomarlas sin escrúpulos.” Schulchan Aruch, Choszen Hamiszpat 348.

Esta etiqueta [“fascista”] atemorizará a cualquiera que se la pongamos. Sabemos muy bien que el nacionalismo consolida a una nación, que la hace fuerte. 
El eslógan del “internacionalismo” está obsoleto y ya no funciona como antes. Lo reemplazaremos por “valores humanos comunes”, que es lo mismo.

No permitiremos que ascienda ningún nacionalismo, y destruiremos a fuego y espada aquellos movimientos nacionalistas que busquen liberar al pueblo de nuestro dictado, como hacemos en Georgia, Armenia y Serbia. En cambio, aseguraremos la total prosperidad de nuestro nacionalismo: el sionismo, o mejor dicho el fascismo judío, que en su secretismo y poder es superfascismo.

No por nada la Asamblea general de las Naciones Unidas aprobó en 1975 una resolución en la que definía al sionismo como la más notoria “forma de racismo y discriminación racial”, pero la revocó en 1992 gracias a nuestro avance triunfante en todo el planeta. Hemos hecho de este órgano internacional un arma para nuestras aspiraciones de tomar el poder sobre “todos los reinos y naciones”.

4. Privaremos a la numerosa población eslava de su élite nacional, la cual determina el desarrollo de los eventos, el progreso del país y, en última instancia, todo el curso de la historia. Para ello reduciremos su nivel educativo: en los próximos 5 años cerraremos la mitad de sus instituciones [educativas] y seremos nosotros quienes estudiemos en la otra mitad.

Dejaremos entrar a más armenios, chechenos, gitanos y similares. Nos aseguraremos de que los gobiernos de los países eslavos estén formados por el menor número posible de representantes de sus gentes nativas, que serán reemplazadas por nuestra élite judía.

Desplazaremos gradualmente de los medios de comunicación –radio, televisión, prensa, arte, literatura, teatro, cine– a sus cuadros nacionales, reemplazándolos por los nuestros o, en último caso, por cosmopolitas.

“Sólo hemos tomado para nosotros como botín el ganado y el espolio de las ciudades que derrotamos.” Sef. Jp., 92, 2.35.

Se orientará la enseñanza a las humanides, de modo que se reduzcan o eliminen las materias que estructuran el pensamiento en los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro: a) lengua y literatura, b) física y matemáticas.

Sobre la historia no hay nada que decir. Le daremos al ganado nuestra visión de la historia, mostrando que toda la evolución humana ha caminado hacia el reconocimiento de que la nación elegida por Dios, los hebreos, son señores sobre todo el mundo.

“El rabí Yitzhak Ginsburg declaró: Hemos de reconocer que la sangre judía y la de un gentil no son la misma cosa.” New York Times, 6-5-1989, p. 5.

En lugar de valores nacionales os daremos el patriotismo de balalaika y lágrimas de borracho. Aquí nuestro objetivo es reemplazar a la élite eslava con la nuestra. 
No permitiremos el desarrollo de la ciencia en estos países. El núcleo de los académicos (Academia de Ciencias) estará compuesto por nuestra gente.

No permitiremos ninguna alta tecnología, lo cual conducirá a un declive total de la industria, quedando ésta reducida a la producción de artículos de primera necesidad por un contingente limitado de esclavos que extraerán materias primas para nosotros.

Hay muchos ingenieros, trabajadores cualificados y profesores entre los ciudadanos. Estableceremos para ellos tales condiciones de subsistencia (desempleo, elevados alquileres, encarecimiento del transporte y los servicios públicos) que ellos mismos huirán –como ahora hacen los rusos de los países del CIS [antigua URSS]– a las remotas aldeas del norte, donde pensarán que la vida es más fácil; lo cual será también, de hecho, un engaño.

¡Descomponed a la juventud y derrotaréis a la nación! Ése es nuestro lema. Privaremos a su sociedad de la juventud, corrompiéndola con el sexo, el rock, la violencia, el alcohol, el tabaquismo, las drogas; es decir, privaremos de futuro a vuestra sociedad. Golpearemos a la familia, destruyéndola; reduciremos la natalidad.

“Destruiremos a Dios.” Protocolos de los sabios de Sión.

“Un millón de árabes no valen la uña de un hebreo.” New York Daily News, 28-2-1994, p. 6.

Hitler fue un chico mediocre. Actuó directa, abiertamente. Y fue un trabajo enormemente duro: quemar, fusilar, enterrar a millones. Dejó huellas sangrientas. Nosotros actuamos con más astucia: no dejaremos rastros. Reducir la natalidad al menos a la mitad equivale a destruir 2-3 millones de rusos al año sin ningún costo físico. No hacen falta hornos, munición, tumbas. Y no hay huellas. No ha nacido, [luego] no hay culpables.

Crearemos unas condiciones de vida mejores para los delincuentes que para el ganado trabajador; liberaremos a los presidiarios de las cárceles para que haya más homicidios, robos e inestabilidad. Sólo habrá amnistía para ladrones y asesinos; en breve: para todos los condenados excepto quienes lo sean por “incitar al odio racial”, que ha reemplazado a la ley contra el antisemitismo.

Sembraremos el miedo entre la gente. Temerán por su vida, que no valdrá nada; por su puesto de trabajo, que pueden perder en cualquier momento; miedo por el futuro de los suyos… Mediante el miedo gobernaremos.

5. Estos ambiciosos objetivos se llevarán a cabo en varias etapas. El 85% de la plataforma del mar Ártico ha caído ya en nuestras manos (amplios sectores de la población aún no lo saben) gracias a confusos acuerdos firmados con Gorbachov y Yeltsin y no explicados a la población.

En las tierras del sur de Rusia viven ya un millón y medio de armenios. Esta es nuestra avanzadilla. En un principio, para el engaño, declararemos la República Armenia en Kubán; después, expulsando a los cosacos, la transformaremos en Jazaria: Israel. Nos ayudará el hecho de que los cosacos están siempre bebidos, aman el poder y están dispuestos a luchar por él entre sí.

Existe aún, cierto es, otra institución estructurada: el clero ortodoxo. Enviaremos ahí a nuestros pastores judaicos, a quienes el Talmud permite realizar rituales de otras religiones manteniendo en su alma la fe judía.

A los demás los sobornaremos. Y acabaremos con aquellos que no sucumban. A los rusos ya no les quedan estructuras más o menos organizadas, y además el ganado no puede unirse y crearlas porque el ganado ruso ya se ha emborrachado y degradado y no es capaz de estructurarse.

Si en el siglo pasado [el s. XIX] EE.UU. compró Alaska a Rusia, en el siglo XXI comprará toda Siberia. Desde el Yenisei en el oeste hasta el océano Pacífico en el este, y desde el mar Ártico hasta la frontera con China, Mongolia y Corea del Norte. Estas tierras son el doble de grandes que todo EE.UU. El acre se pagará a mil dólares, y en veinte años se habrá comprado toda Siberia por tres billones, pagando doscientos millones anuales, la mitad de los cuales volverán a EE.UU. a cambio de bienes.

Los siberianos no tendrán más remedio que que someterse a alguna influencia extranjera, y EE.UU. parece mejor que los vecinos asiáticos. Al fin y al cabo, Vladivostok está más cerca de Los Ángeles que de Moscú…

6. Para llevar a cabo tan importantes eventos para nosotros le daremos al ganado eslavo monarquías disfrazadas de “transición democrática”. Un presidente títere para cada uno. ¡Y mucho brillo, pompa y ruido! La monarquía es buena porque canaliza toda la energía de las masas a los pitidos. Desvía su atención de nuestras actividades secretas para estructurar a la población según el patrón que nos convenga. El presidente es una fachada aparentemente elegida por el pueblo (y amañaremos las elecciones de modo que todo parezca legítimo), tras la cual manejaremos todos los asuntos que nos hagan falta. Al presidente se le otorgarán poderes ilimitados. Pondrá a nuestra gente a la cabeza de los cuadros en los escalones más altos del poder. El ejército, el ministro del interior, la inteligencia y todo tipo de fuerzas especiales quedarán directamente subordinadas al presidente. Es decir: a nosotros. Tendremos en nuestras solas manos las cuerdas que muevan las suyas. Y tiraremos de estas cuerdas según haga falta para realizar el grandioso designio de subyugar a todas las tribus y reinos, someterlos a nuestro súper-pueblo, escogido por el dios de Israel.

7. Pero lo principal es el dinero. El dinero lo hace todo. Es poder. Es fuerza. Quien tiene dinero tiene armamento. El más avanzado. Tiene un ejército mercenario. El dinero es dueño de los medios de comunicación que engañan a miles de millones de ganado humano. Soborna a las personas que necesitamos. Elimina a los rebeldes. Bombardea a los fanáticos que se resisten: iraquíes, serbios y, muy pronto, rusos. El capital y la toma del poder lo deciden todo. Llevamos ya más de tres milenios ejercitándonos en la acumulación de capital y la toma de poder, y nadie nos supera en esto. No tenéis dinero propio. Autoridad tampoco. ¡Ni los tenéis ni los tendréis! ¡No os los daremos!

¡Os odiamos infinitamente! Este odio nos da la fuerza para sonreíros dulcemente a la cara, para ganarnos vuestra confianza y dirigiros, aparentando “preocupación” por vosotros y vuestros hijos, futuros nietos y bisnietos que en realidad nunca nacerán.

Estáis condenados. Y en tanto no entendáis esta simple verdad, mientras sigáis resistiéndoos, seréis golpeados más de lo necesario. Si sois obedientes quedarán 65-70 millones de los vuestros, de lo contrario, 40-45.

Ahora para nosotros lo principal es aguantar al menos dos o tres años. Después ya no tendremos, en este país, ningún problema. Adoptaremos tales medidas de protección que ninguno de vosotros podrá hacer un movimiento. Todo lo que ocurra será conocido, controlado y dirigido por nosotros. ¡Y nadie puede detenernos!

Lo que vamos a hacer:

1. Se agotan las reservas mundiales de materias primas industriales y, para principios del próximo milenio [el actual], la “sociedad occidental” no podrá mantener su nivel actual de consumo sin recurrir a nuevos recursos: los países donantes coloniales. Por lo tanto, nuestras aspiraciones se centran ahora en Rusia con dos objetivos: el primero, liquidar el imperio más poderoso e independiente, que ocupa una sexta parte de la tierra. 
El segundo, tomar posesión de sus riquezas, que representan el 60-70% de todas las reservas mundiales de materias primas y el 75-80% de las reservas mundiales de petróleo y gas, concentradas en Siberia y en la plataforma del Ártico.

2. El planeta está experimentando un intenso calentamiento climático. El desierto avanza hacia el norte a una velocidad de 10 km por año, y la deshidratación del suelo a 25 km por año. Los antiguos centros del mundo –Atenas, Roma y, sobre todo, Jerusalén (Israel)– caen ya en la actualidad dentro de la zona de riego artificial. Dentro de 20 o 30 años será necesario pensar en reubicar, al norte de su residencia actual, a enormes masas de pueblos civilizados. Para entonces el Kubán –en la región de Rostov– y Ucrania tendrán un espléndido clima subtropical, y el Chernozem y el norte de Ucrania tendrán el clima actual del Cáucaso.

Si recordamos la historia, debemos admitir que estos territorios son las tierras ancestrales de los antiguos jázaros judíos, es decir, Israel, capturadas por la Rus de Kiev en el siglo X. Aquí los eslavos son huéspedes temporales y están sujetos a desalojo. Recuperaremos este territorio y estableceremos en estas tierras benditas la Gran Jazaria –un estado judío– como hace 50 años se hizo con Israel, desplazando a los palestinos. Parte de los israelíes se mudarán aquí, y desterraremos al ganado eslavo hacia el norte, más allá de Moscú. Habrá un pequeño territorio del norte, una reserva con una población compacta, una reserva similar a las de los indios americanos.

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Bielorrusia. Cap. 15: Epílogo

DESPEDIDA Y CIERRE

Lo que queda por contar de este viaje tiene ya escaso interés incluso para mí; tan poco, que no sé si vale la pena escribirlo: el principal destino, que era Bielorrusia, ha quedado atrás y sólo me resta poner aquí algunas notas sobre la última etapa de mi vuelta, hasta llegar a casa.

El hotel que había reservado en Varsovia resultó ser muy bueno, sobre todo en relación al precio, que no llegó a cincuenta euros por noche. Lo había escogido por su cercanía al aeropuerto, pero presumo que la tarifa que conseguí tenía alguna relación con esas fechas pascuales de escasísima ocupación hotelera en Polonia. Era un edificio bastante nuevo y moderno: espaciosas habitaciones con todas las comodidades, ventanas hasta el suelo, moqueta por todas partes, equipo completo de té y café, agua mineral con gas, nevera, amplio cuarto de baño, cómodas camas, bien diseñada iluminación, tabiques y puertas aislados acústicamente, etc. Aparte, en el sótano, gimnasio y sauna de uso gratuito para los clientes; instalación esta última que aproveché para darme una buena sesión aquella tarde antes de salir a cenar. Un lugar óptimo, en suma, para descansar un par de noches antes de coger el avión a Madrid.

Lo primero que hice fue llamar a Ania por si daba la rara casualidad de que estuviese en Varsovia; y resultó que sí: ella y Sandro habían cancelado sus vacaciones de Semana Santa en Roma porque alguien de la familia de él, que allí vive, tenía la gripe china y, claro está, no podían exponer a su dulce hijita a riesgo tan letal; así que quedamos para el día siguiente.

Como casi todos los restaurantes de Polonia están cerrados en estas fechas, apenas tuve opciones para elegir dónde cenar: o bien el carísimo que había en el hotel, o un tailandés cercano, tampoco precisamente económico. Aun así, me decidí por éste, en parte para variar la dieta de comida eslava que había venido siguiendo durante todo el mes anterior. Como es costumbre en estos sitios de comida rápida oriental, tenían un menú inacabable de platos enormemente parecidos. Tras estudiarlo un rato escogí un arroz con carne de venado. Le pregunté al hombre si hablaba inglés y, sin dudarlo un segundo, me contestó que sí; pero lo cierto es que no entendía ni una palabra y tuve que indicarle mi elección con el dedo.

Me resulta muy curioso darme cuenta de la distinta mentalidad de los pueblos: cuando a un eslavo le preguntas si habla inglés, normalmente te dice que no, aunque algo sepa; y en el mejor de los casos, si su nivel es mediano o incluso bueno, te dice que “sólo un poco”. Los asiáticos, por contraste, suelen tener la actitud diametralmente opuesta: su respuesta es a menudo afirmativa aunque no sepan decir más que “hello” o “yes”. Con espíritu tan derrotista como el eslavo, no es de extrañar que ninguno de los países de la Europa oriental ocupe un puesto destacado en el desarrollo económico.

En este caso, el empleado conocía incluso la palabra “spicy”. Me arriesgué a pedir el arroz picante porque ya tengo aprendido que los restaurantes extranjeros suelen tener sus comidas adaptadas a los gustos locales; de otro modo, no me había atrevido: en Tailandia, los platos sin el peligroso adjetivo son ya bastante picantes, y los que lo llevan no hay boca que los aguante. Y no me equivoqué: me sirvieron un enorme plato apenas ligeramente spicy que hube de aderezar, para darle un poco de gracia, con una salsa roja de pimienta cayena que había por allí; y aun así me quedé algo corto. De la carne no puedo afirmar con rotundidad que no fuese venado, pero a mí me pareció ternera vulgaris, y además bastante insípida. Eso sí: la ración era tan exagerada que, aunque traía yo bastante hambre, no pude acabármela. Quedé servido de comida rápida tailandesa para los próximos años.

El día siguiente estuve dando un paseo por las desiertas calles de Varsovia, tanto más vacías en aquel barrio, Słuźewiec, donde comienza la periferia sur. Una ubicación muy a propósito para estos últimos días también periféricos de mi viaje, e igualmente acompasada a mi estado de ánimo.

Aquella tarde opté por una cena temprana y ligera en el restaurante del hotel, que -pese a lo frugal- me costó un pico, antes de irme a casa de Ania. Fue una visita más bien corta: ya nos habíamos puesto al día el mes anterior y no teníamos gran cosa que contarnos; de modo que a las diez y media estaba ya de vuelta en mi habitación.

EPÍLOGO

Principié estas notas preguntándome dónde y cuándo se sitúa el inicio de un viaje, y en este punto de la escritura me surgen las mismas preguntas respecto al final. Advierto que estoy ya escribiendo con desgana y que, si aún redactaré este último párrafo, será más por mor del orden y la redondez que por las ganas o la conveniencia de contar algo que tenga algún valor. Quizá sea acertado concluir que los viajes, en nuestro ánimo, tienen un desfase, un adelanto respecto a las fechas reales: sentimos que tanto su inicio como su final se producen, en términos temporales, antes de que lo hagan en términos geográficos. O a lo mejor esto es sólo una engañosa impresión que tengo ahora, derivada de lo fácil y cómodo que fue mi regreso a casa, sin incidentes ni anécdotas que lo salpimentaran: la hora del vuelo era muy conveniente, como también lo fue la cercanía del hotel al aeropuerto. Mi tránsito por el control de seguridad fue indoloro y la navaja suiza que había traído por descuido en el equipaje no fue requisada, como había venido temiendo desde hacía varios días: resulta que está permitido portar en cabina herramientas cortantes con hoja de hasta seis centímetros, y la mía era de cinco. El vuelo fue muy tranquilo y a media tarde estaba ya en Madrid, sano y salvo. La aventura bielorrusa había concluido — quién sabe si para siempre.

¿O es tal vez que la persona, real o imaginada, destinataria de estas notas ha ido difuminándose poco a poco en mi pensamiento? Puede ser. Todo puede ser.

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Bielorrusia. Cap. 14: El regreso

ADIÓS A BIELORRUSIA

El día de mi partida hube de pasar unas cuantas horas en la calle: el check-out en el hotel era a mediodía, pero mi tren no salía hasta las siete y pico de la tarde. Por suerte, hacía un día soleado y era agradable pasear por ahí. Un té con un cruasán en la cafetería de la esquina y, más tarde, el último almuerzo que hice en Batkova Jata me ayudaron a matar el tiempo.

Me encaminé tranquilamente hacia la estación con antelación sobrada, pensando en pasar otro rato en su comedor, pero -cosa extraña- resultó que no había, así que me fui a la vecina terminal de autobuses para tomar un té y escribir un poco. El día anterior Tatiana, la madre de Julia, se había acordado de mí y me había puesto unos mensajes preguntándome por mi llegada a Brest. La informé de mis horarios y me dijo que precisamente el sábado y el domingo los tenía libres, que pospusiera mi marcha de Bielorrusia y así podría ir con Valentina y ella al pueblo, donde tenían pensado encender la sauna. Pero yo no quería irme el domingo, por el problema de las colas en la frontera, y lo más que podía concederle era cambiar para la tarde el billete de autobús y pasar unas horas con ellas. Esta propuesta, en cambio, a Tatiana no le convenía, porque cuando va al pueblo se queda todo el fin de semana; así que lo dejamos estar. Sigue leyendo

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