![Montañas de Bleik, 5 km al sur de Andenes](http://es.freelander.es/wp-content/uploads/2015/04/01leavingAndenes.jpg)
Montañas de Bleik
Cinco quilómetros al sur del extraño pueblo de Andenes, en el extremo norte de Andoya, las dentadas crestas de las montañas de Bleik hincan sus colmillos desiguales y afilados en la oscura panza de las nubes una fría y gris mañana de lluvia, proporcionándome una de las visiones más escalofriantes de todo mi tránsito por Noruega; un panorama que, además, me sugiere tomar la carretera de sotavento para ir hacia el sur de la isla, pues colijo que la que discurre por el oeste será más lluviosa y desapacible.
Cuando llego a Strand, de donde arranca el puente que lleva a Sortland, no puedo evitar detenerme a hacerle unas fotos. No es que sea bonito, pero su altura y longitud impresionan.
![Este puente comunica la isla de Langoya con el resto del país](http://es.freelander.es/wp-content/uploads/2015/04/02puenteSortland.jpg)
Este puente de 1 km comunica la isla de Langoya con el resto del país
Noruega parece haber adoptado una filosofía muy pragmáatica en lo que a puentes se refiere, porque veo el mismo modelo repetido una y otra vez. Debe de haber unas cien de estas feas pero imponentes estructuras enlazando la miríada de islas que conforman el accidentado litoral.
![En algún lugar de Gullesfjord, isla de Finnoya](http://es.freelander.es/wp-content/uploads/2015/04/03hanoyvika.jpg)
En algún lugar de Gullesfjord, isla de Finnoya
Pero entremos en materia. Cualquiera que haya tenido la curiosidad (y la paciencia) de seguir estos capítulos en los que vengo narrando mi cambiante e incierto viaje a ninguna parte y dando cuenta de las vicisitudes e impresiones que voy teniendo a lo largo de él, estará ya familiarizado con el Trollfjord, uno de los barcos que hacen la ruta costera Hurtigrutten. Ya en dos ocasiones me lo he cruzado por casualidad: la primera en el muy septentrional puerto de Kjollefjord y la segunda en el de Tromso, donde estuve incluso tentado de cogerlo para hacer una parte de su recorrido. Según me dijeron en la oficina de turismo, quizá el tramo más bonito sea el tránsito por el angosto canal de Tengelfjorden entre las islas de Hinnoya y Austvagoy, que mide veinte quilómetros de largo y, en algunos tramos, menos de doscientos metros de ancho, y está flanqueado por montañas cuyos picos alcanzan los mil metros de altitud. Sigue leyendo →