Destruir Rusia

[Importante: Lo que sigue es mi traducción de un artículo publicado en 2014 por Irene Cesar, doctora en filosofía. Lo traigo aquí porque conviene conocer los argumentos radicales para poder oponerse a ellos. Rechazo toda muestra de discriminación étnica y declaro mi firme adhesión a la causa de las minorías perseguidas. He omitido las imágenes del artículo original. Las citas se ofrecen en cursiva.]

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Las atrocidades sio-nazis en Novorrusia constituyen una limpieza étnica/genocidio masivo de la población indígena -rusa- en la tierra ancestral rusa, idénticas a las atrocidades sio-nazis en Palestina, una limpieza étnica/genocidio masivo de la población indígena palestina en la tierra de sus antepasados. Los jázaros asquenazíes (el 93% de los “judíos” del mundo) son falsos judíos. Según sus propios estudios genéticos, son turcos descendientes de una progenitora rusa. Ni siquiera son semitas (medio negros, medio blancos). Los jázaros asquenazíes pseudo-judíos no tienen nada en común, ni racial ni históricamente, con los auténticos hebreos negroides del Tanaj/Antiguo Testamento de la tribu de Seth/Judá en la tierra de Seth (Alto Egipto). Su patria es Turquestán. Las tierras de Palestina y las de Rusia nunca les pertenecieron por derecho. Tanto en uno como en otro lugar fueron invasores y esclavistas. ¡No habrá una nueva Jazaria! ¡No habrá un Sión Global de ciber-esclavos!

El jefe del Jabad, mesías Menachem-Mendel Schneerson, sobre sus planes para destruir Ucrania y Rusia (reimp.)

Este discurso de Menachem-Mendel Schneerson, líder del Jabad y mesías (rabino de Lubavitch), fue enviado y publicado como carta al periódico de Vologda Slavyanin (N-4 (32), 2001, Rusia).

Tras su publicación, los tribunales no consiguieron procesar a V. F. Popov, editor del periódico, bajo presuntos cargos en virtud del art. 282 C.P. [incitación al odio] porque el artículo estaba basado en hechos y algunos importantes eruditos rusos dieron la cara por él; entre ellos el académico Y. K. Begunov y el doctor en derecho O. G. Korotaev.

El discurso fue pronunciado por Menachem-Mendel Schneerson en 1994. Hay mucho debate sobre [su] autenticidad, como [lo hubo] sobre la de los “Protocolos de los sabios de Sión”, pero es un hecho innegable que casi todos los objetivos formulados por Schneerson se han logrado hasta la fecha. Se trata simplemente de la aplicación del Talmud a Ucrania y Rusia. El Talmud dice: los judíos deben matar y esclavizar a los gentiles [no judíos] en todo el mundo. El discurso dice: los judíos deben matar y esclavizar a los gentiles en Ucrania y Rusia. Sí, el discurso de Menachem Mendel Schneerson es monstruoso. Para una persona normal es difícil creer que un líder religioso pueda ser un asesino y que la religión pueda ser una ideología del asesinato. Por eso el texto de este ensayo acompaña cada pasaje criminal del discurso con un pasaje criminal del Talmud. El rostro del mesías sionista también habla por sí mismo: es el rostro de un terrorista, lleno de odio y amenaza.

El rabino Menachem-Mendel Schneerson (5 abril 1902 – 12 junio 1994), conocido como el Lubavitch Rebe o simplemente Rebe, fue el séptimo rebe (líder jasídico) del Jabad (también llamado “movimiento Lubavitch Jabad”). Fue el quinto en la línea paterna directa después del tercer rebe Menachem-Mendel Schneersohn (su apellido se escribe algo distinto). Asumió el liderazgo del Jabad en enero de 1951, un año después de la muerte de su suegro, el rabino Yosef Yitzhak Schneerson. Aún tras su muerte, Menachem-Mendel Schneerson es venerado como el líder del Jabad.

 “Cuando el Mesías venga cada judío tendrá 2800 esclavos.” Simeón Haddarsen, fol 56-D.

“Jehová creó a los no judíos con forma humana para que el judío no tenga que ser servido por bestias. El no judío es por tanto un animal con forma humana, condenado a servir al judío día y noche.” Nidrasch Talpioth, p. 225-L.

Estas son las palabras del rabino sanedrín (dirección espiritual de los judíos en Rusia), el rebe Menachem-Mendel Schneerson:

1. Nuestra táctica especial para combatir a los eslavos es un conocimiento secreto [limitado a nuestro pueblo]. Dirigiremos nuestra principal arma de lucha contra los eslavos, excepto los renegados, emparentados con los hebreos por intereses comunes. Ciertamente, tras usarlos para nuestros propios fines eliminaremos de nuestra sociedad a estos “parientes”.

Los eslavos, y entre ellos los rusos, son el pueblo más rebelde del mundo. Es rebelde por virtud de sus características psíquicas y mentales, creadas por muchas generaciones de antepasados; estos genes no se pueden alterar. Un eslavo, un ruso, puede ser destruido, pero nunca conquistado. Por eso esta semilla debe ser eliminada, y en principio su número fuertemente reducido.

“Matar a un gentil es como matar a un animal salvaje.” Sanhedrin 59a.

“Si un gentil mata a otro gentil o a un hebreo, es responsable; pero si un hebreo mata a un gentil, no es responsable.” Tosefta. Aboda Zara B, 5.

“No tengas clemencia para el gentil.” Hikkoth Akum X1.

2. Nuestros métodos de lucha no serán en modo alguno militares, sino ideológicos y económicos, usando estructuras de poder dotadas de los más modernos tipos de armas para suprimir físicamente a los rebeldes con una brutalidad aún mayor que la empleada en octubre de 1993 durante el fusilamiento del Soviet Supremo de Rusia.

En primer lugar, dividiremos a todos los pueblos eslavos (300 millones, la mitad rusos) en pequeños países debilitados y con sus vínculos cortados. Aquí usaremos nuestro viejo método: DIVIDE Y VENCERÁS. Intentaremos que estos países se enfrenten entre sí; arrastrarlos a guerras internas con el fin de una mutua destrucción.

El ucraniano creerá que lucha por su independencia contra la Rusia expansionista; creerá que por fin ha obtenido su libertad, mientras que se hace totalmente dependiente de nosotros.

Los rusos creerán lo mismo, como si defendiesen sus intereses nacionales y recuperasen las tierras que les fueron “ilegalmente” arrebatadas, etc.

“Dios ha concedido a los hebreos poder sobre las posesiones y la sangre de todas las naciones”. Sef. Jp., 92, 1.

“Contarle a un gentil algo sobre nuestras relaciones religiosas sería como matar a todos los hebreos, porque si los gentiles supieran nuestras enseñanzas respecto a ellos nos matarían abiertamente.” Libbre David 37.

Haremos todo esto en la guisa de diversas soberanías luchando por sus ideales nacionales. Pero no permitiremos que ninguna de las partes se autodetermine basándose en sus valores y tradiciones nacionales.

En esta guerra de idiotas el ganado eslavo se debilitará a sí mismo y nos fortalecerá a nosotros, principales directores del desorden, supuestamente situados al margen, sin participar en los eventos sangrientos e incluso sin interferir en ellos.

Además nos protegeremos plenamente. En la mente de los profanos eslavos (los no iniciados) estableceremos estereotipos de pensamiento tales, que la palabra más terrible será “antisemita”. La palabra “judío” se pronunciará en susurros.

“Se permite la relación sexual con una niña pequeña si ha cumplido los tres años.” Yebhamoth 11b.

“Si un pagano (gentil) golpea a un hebreo deberá morir. Golpear a un hebreo equivale a golpear a Dios.” Sanedrín 58b.

“Los hebreos deben destruir los libros de los cristianos.” Sabbath 116a, p. 569.

Mediante varios procesos judiciales (como el juicio y posterior eliminación del antisemita Ostashvili) y otros métodos (radio, televisión, películas aterradoras tales como la venganza de la superinteligencia israelí Mossad por el asesinato de judíos) asustaremos al ganado de tal modo que a ningún hebreo le tocarán un pelo del cabello, en tanto que los eslavos serán fusilados en lotes, eliminados por miles: en las fronteras, donde los judíos no sirven en fuerzas de paz, mediante el terrorismo y asesinatos por encargo.

3. La estúpida etnia eslava no entiende que los fascistas más temibles son aquellos que nunca, en ninguna parte, hablan en voz alta sobre ello, mientras que todo lo hacen supuestamente según las normas más democráticas (como las elecciones presidenciales en marzo). Nosotros, en cambio, haremos de la palabra “fascista” misma un insulto.

“Cuando un hebreo mate a un gentil no habrá pena de muerte. Lo que un hebreo robe a un gentil será suyo.” Sanedrín 57a.

“Los gentiles no están protegidos por la ley y su dinero lo ha dado Dios a Israel.” Baba Kamma 37b.

“Todas las propiedades de otras naciones pertenecen al pueblo hebreo, que, por tanto, tiene derecho a tomarlas sin escrúpulos.” Schulchan Aruch, Choszen Hamiszpat 348.

Esta etiqueta [“fascista”] atemorizará a cualquiera que se la pongamos. Sabemos muy bien que el nacionalismo consolida a una nación, que la hace fuerte. 
El eslógan del “internacionalismo” está obsoleto y ya no funciona como antes. Lo reemplazaremos por “valores humanos comunes”, que es lo mismo.

No permitiremos que ascienda ningún nacionalismo, y destruiremos a fuego y espada aquellos movimientos nacionalistas que busquen liberar al pueblo de nuestro dictado, como hacemos en Georgia, Armenia y Serbia. En cambio, aseguraremos la total prosperidad de nuestro nacionalismo: el sionismo, o mejor dicho el fascismo judío, que en su secretismo y poder es superfascismo.

No por nada la Asamblea general de las Naciones Unidas aprobó en 1975 una resolución en la que definía al sionismo como la más notoria “forma de racismo y discriminación racial”, pero la revocó en 1992 gracias a nuestro avance triunfante en todo el planeta. Hemos hecho de este órgano internacional un arma para nuestras aspiraciones de tomar el poder sobre “todos los reinos y naciones”.

4. Privaremos a la numerosa población eslava de su élite nacional, la cual determina el desarrollo de los eventos, el progreso del país y, en última instancia, todo el curso de la historia. Para ello reduciremos su nivel educativo: en los próximos 5 años cerraremos la mitad de sus instituciones [educativas] y seremos nosotros quienes estudiemos en la otra mitad.

Dejaremos entrar a más armenios, chechenos, gitanos y similares. Nos aseguraremos de que los gobiernos de los países eslavos estén formados por el menor número posible de representantes de sus gentes nativas, que serán reemplazadas por nuestra élite judía.

Desplazaremos gradualmente de los medios de comunicación –radio, televisión, prensa, arte, literatura, teatro, cine– a sus cuadros nacionales, reemplazándolos por los nuestros o, en último caso, por cosmopolitas.

“Sólo hemos tomado para nosotros como botín el ganado y el espolio de las ciudades que derrotamos.” Sef. Jp., 92, 2.35.

Se orientará la enseñanza a las humanides, de modo que se reduzcan o eliminen las materias que estructuran el pensamiento en los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro: a) lengua y literatura, b) física y matemáticas.

Sobre la historia no hay nada que decir. Le daremos al ganado nuestra visión de la historia, mostrando que toda la evolución humana ha caminado hacia el reconocimiento de que la nación elegida por Dios, los hebreos, son señores sobre todo el mundo.

“El rabí Yitzhak Ginsburg declaró: Hemos de reconocer que la sangre judía y la de un gentil no son la misma cosa.” New York Times, 6-5-1989, p. 5.

En lugar de valores nacionales os daremos el patriotismo de balalaika y lágrimas de borracho. Aquí nuestro objetivo es reemplazar a la élite eslava con la nuestra. 
No permitiremos el desarrollo de la ciencia en estos países. El núcleo de los académicos (Academia de Ciencias) estará compuesto por nuestra gente.

No permitiremos ninguna alta tecnología, lo cual conducirá a un declive total de la industria, quedando ésta reducida a la producción de artículos de primera necesidad por un contingente limitado de esclavos que extraerán materias primas para nosotros.

Hay muchos ingenieros, trabajadores cualificados y profesores entre los ciudadanos. Estableceremos para ellos tales condiciones de subsistencia (desempleo, elevados alquileres, encarecimiento del transporte y los servicios públicos) que ellos mismos huirán –como ahora hacen los rusos de los países del CIS [antigua URSS]– a las remotas aldeas del norte, donde pensarán que la vida es más fácil; lo cual será también, de hecho, un engaño.

¡Descomponed a la juventud y derrotaréis a la nación! Ése es nuestro lema. Privaremos a su sociedad de la juventud, corrompiéndola con el sexo, el rock, la violencia, el alcohol, el tabaquismo, las drogas; es decir, privaremos de futuro a vuestra sociedad. Golpearemos a la familia, destruyéndola; reduciremos la natalidad.

“Destruiremos a Dios.” Protocolos de los sabios de Sión.

“Un millón de árabes no valen la uña de un hebreo.” New York Daily News, 28-2-1994, p. 6.

Hitler fue un chico mediocre. Actuó directa, abiertamente. Y fue un trabajo enormemente duro: quemar, fusilar, enterrar a millones. Dejó huellas sangrientas. Nosotros actuamos con más astucia: no dejaremos rastros. Reducir la natalidad al menos a la mitad equivale a destruir 2-3 millones de rusos al año sin ningún costo físico. No hacen falta hornos, munición, tumbas. Y no hay huellas. No ha nacido, [luego] no hay culpables.

Crearemos unas condiciones de vida mejores para los delincuentes que para el ganado trabajador; liberaremos a los presidiarios de las cárceles para que haya más homicidios, robos e inestabilidad. Sólo habrá amnistía para ladrones y asesinos; en breve: para todos los condenados excepto quienes lo sean por “incitar al odio racial”, que ha reemplazado a la ley contra el antisemitismo.

Sembraremos el miedo entre la gente. Temerán por su vida, que no valdrá nada; por su puesto de trabajo, que pueden perder en cualquier momento; miedo por el futuro de los suyos… Mediante el miedo gobernaremos.

5. Estos ambiciosos objetivos se llevarán a cabo en varias etapas. El 85% de la plataforma del mar Ártico ha caído ya en nuestras manos (amplios sectores de la población aún no lo saben) gracias a confusos acuerdos firmados con Gorbachov y Yeltsin y no explicados a la población.

En las tierras del sur de Rusia viven ya un millón y medio de armenios. Esta es nuestra avanzadilla. En un principio, para el engaño, declararemos la República Armenia en Kubán; después, expulsando a los cosacos, la transformaremos en Jazaria: Israel. Nos ayudará el hecho de que los cosacos están siempre bebidos, aman el poder y están dispuestos a luchar por él entre sí.

Existe aún, cierto es, otra institución estructurada: el clero ortodoxo. Enviaremos ahí a nuestros pastores judaicos, a quienes el Talmud permite realizar rituales de otras religiones manteniendo en su alma la fe judía.

A los demás los sobornaremos. Y acabaremos con aquellos que no sucumban. A los rusos ya no les quedan estructuras más o menos organizadas, y además el ganado no puede unirse y crearlas porque el ganado ruso ya se ha emborrachado y degradado y no es capaz de estructurarse.

Si en el siglo pasado [el s. XIX] EE.UU. compró Alaska a Rusia, en el siglo XXI comprará toda Siberia. Desde el Yenisei en el oeste hasta el océano Pacífico en el este, y desde el mar Ártico hasta la frontera con China, Mongolia y Corea del Norte. Estas tierras son el doble de grandes que todo EE.UU. El acre se pagará a mil dólares, y en veinte años se habrá comprado toda Siberia por tres billones, pagando doscientos millones anuales, la mitad de los cuales volverán a EE.UU. a cambio de bienes.

Los siberianos no tendrán más remedio que que someterse a alguna influencia extranjera, y EE.UU. parece mejor que los vecinos asiáticos. Al fin y al cabo, Vladivostok está más cerca de Los Ángeles que de Moscú…

6. Para llevar a cabo tan importantes eventos para nosotros le daremos al ganado eslavo monarquías disfrazadas de “transición democrática”. Un presidente títere para cada uno. ¡Y mucho brillo, pompa y ruido! La monarquía es buena porque canaliza toda la energía de las masas a los pitidos. Desvía su atención de nuestras actividades secretas para estructurar a la población según el patrón que nos convenga. El presidente es una fachada aparentemente elegida por el pueblo (y amañaremos las elecciones de modo que todo parezca legítimo), tras la cual manejaremos todos los asuntos que nos hagan falta. Al presidente se le otorgarán poderes ilimitados. Pondrá a nuestra gente a la cabeza de los cuadros en los escalones más altos del poder. El ejército, el ministro del interior, la inteligencia y todo tipo de fuerzas especiales quedarán directamente subordinadas al presidente. Es decir: a nosotros. Tendremos en nuestras solas manos las cuerdas que muevan las suyas. Y tiraremos de estas cuerdas según haga falta para realizar el grandioso designio de subyugar a todas las tribus y reinos, someterlos a nuestro súper-pueblo, escogido por el dios de Israel.

7. Pero lo principal es el dinero. El dinero lo hace todo. Es poder. Es fuerza. Quien tiene dinero tiene armamento. El más avanzado. Tiene un ejército mercenario. El dinero es dueño de los medios de comunicación que engañan a miles de millones de ganado humano. Soborna a las personas que necesitamos. Elimina a los rebeldes. Bombardea a los fanáticos que se resisten: iraquíes, serbios y, muy pronto, rusos. El capital y la toma del poder lo deciden todo. Llevamos ya más de tres milenios ejercitándonos en la acumulación de capital y la toma de poder, y nadie nos supera en esto. No tenéis dinero propio. Autoridad tampoco. ¡Ni los tenéis ni los tendréis! ¡No os los daremos!

¡Os odiamos infinitamente! Este odio nos da la fuerza para sonreíros dulcemente a la cara, para ganarnos vuestra confianza y dirigiros, aparentando “preocupación” por vosotros y vuestros hijos, futuros nietos y bisnietos que en realidad nunca nacerán.

Estáis condenados. Y en tanto no entendáis esta simple verdad, mientras sigáis resistiéndoos, seréis golpeados más de lo necesario. Si sois obedientes quedarán 65-70 millones de los vuestros, de lo contrario, 40-45.

Ahora para nosotros lo principal es aguantar al menos dos o tres años. Después ya no tendremos, en este país, ningún problema. Adoptaremos tales medidas de protección que ninguno de vosotros podrá hacer un movimiento. Todo lo que ocurra será conocido, controlado y dirigido por nosotros. ¡Y nadie puede detenernos!

Lo que vamos a hacer:

1. Se agotan las reservas mundiales de materias primas industriales y, para principios del próximo milenio [el actual], la “sociedad occidental” no podrá mantener su nivel actual de consumo sin recurrir a nuevos recursos: los países donantes coloniales. Por lo tanto, nuestras aspiraciones se centran ahora en Rusia con dos objetivos: el primero, liquidar el imperio más poderoso e independiente, que ocupa una sexta parte de la tierra. 
El segundo, tomar posesión de sus riquezas, que representan el 60-70% de todas las reservas mundiales de materias primas y el 75-80% de las reservas mundiales de petróleo y gas, concentradas en Siberia y en la plataforma del Ártico.

2. El planeta está experimentando un intenso calentamiento climático. El desierto avanza hacia el norte a una velocidad de 10 km por año, y la deshidratación del suelo a 25 km por año. Los antiguos centros del mundo –Atenas, Roma y, sobre todo, Jerusalén (Israel)– caen ya en la actualidad dentro de la zona de riego artificial. Dentro de 20 o 30 años será necesario pensar en reubicar, al norte de su residencia actual, a enormes masas de pueblos civilizados. Para entonces el Kubán –en la región de Rostov– y Ucrania tendrán un espléndido clima subtropical, y el Chernozem y el norte de Ucrania tendrán el clima actual del Cáucaso.

Si recordamos la historia, debemos admitir que estos territorios son las tierras ancestrales de los antiguos jázaros judíos, es decir, Israel, capturadas por la Rus de Kiev en el siglo X. Aquí los eslavos son huéspedes temporales y están sujetos a desalojo. Recuperaremos este territorio y estableceremos en estas tierras benditas la Gran Jazaria –un estado judío– como hace 50 años se hizo con Israel, desplazando a los palestinos. Parte de los israelíes se mudarán aquí, y desterraremos al ganado eslavo hacia el norte, más allá de Moscú. Habrá un pequeño territorio del norte, una reserva con una población compacta, una reserva similar a las de los indios americanos.

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Bielorrusia. Cap. 15: Epílogo

DESPEDIDA Y CIERRE

Lo que queda por contar de este viaje tiene ya escaso interés incluso para mí; tan poco, que no sé si vale la pena escribirlo: el principal destino, que era Bielorrusia, ha quedado atrás y sólo me resta poner aquí algunas notas sobre la última etapa de mi vuelta, hasta llegar a casa.

El hotel que había reservado en Varsovia resultó ser muy bueno, sobre todo en relación al precio, que no llegó a cincuenta euros por noche. Lo había escogido por su cercanía al aeropuerto, pero presumo que la tarifa que conseguí tenía alguna relación con esas fechas pascuales de escasísima ocupación hotelera en Polonia. Era un edificio bastante nuevo y moderno: espaciosas habitaciones con todas las comodidades, ventanas hasta el suelo, moqueta por todas partes, equipo completo de té y café, agua mineral con gas, nevera, amplio cuarto de baño, cómodas camas, bien diseñada iluminación, tabiques y puertas aislados acústicamente, etc. Aparte, en el sótano, gimnasio y sauna de uso gratuito para los clientes; instalación esta última que aproveché para darme una buena sesión aquella tarde antes de salir a cenar. Un lugar óptimo, en suma, para descansar un par de noches antes de coger el avión a Madrid.

Lo primero que hice fue llamar a Ania por si daba la rara casualidad de que estuviese en Varsovia; y resultó que sí: ella y Sandro habían cancelado sus vacaciones de Semana Santa en Roma porque alguien de la familia de él, que allí vive, tenía la gripe china y, claro está, no podían exponer a su dulce hijita a riesgo tan letal; así que quedamos para el día siguiente.

Como casi todos los restaurantes de Polonia están cerrados en estas fechas, apenas tuve opciones para elegir dónde cenar: o bien el carísimo que había en el hotel, o un tailandés cercano, tampoco precisamente económico. Aun así, me decidí por éste, en parte para variar la dieta de comida eslava que había venido siguiendo durante todo el mes anterior. Como es costumbre en estos sitios de comida rápida oriental, tenían un menú inacabable de platos enormemente parecidos. Tras estudiarlo un rato escogí un arroz con carne de venado. Le pregunté al hombre si hablaba inglés y, sin dudarlo un segundo, me contestó que sí; pero lo cierto es que no entendía ni una palabra y tuve que indicarle mi elección con el dedo.

Me resulta muy curioso darme cuenta de la distinta mentalidad de los pueblos: cuando a un eslavo le preguntas si habla inglés, normalmente te dice que no, aunque algo sepa; y en el mejor de los casos, si su nivel es mediano o incluso bueno, te dice que “sólo un poco”. Los asiáticos, por contraste, suelen tener la actitud diametralmente opuesta: su respuesta es a menudo afirmativa aunque no sepan decir más que “hello” o “yes”. Con espíritu tan derrotista como el eslavo, no es de extrañar que ninguno de los países de la Europa oriental ocupe un puesto destacado en el desarrollo económico.

En este caso, el empleado conocía incluso la palabra “spicy”. Me arriesgué a pedir el arroz picante porque ya tengo aprendido que los restaurantes extranjeros suelen tener sus comidas adaptadas a los gustos locales; de otro modo, no me había atrevido: en Tailandia, los platos sin el peligroso adjetivo son ya bastante picantes, y los que lo llevan no hay boca que los aguante. Y no me equivoqué: me sirvieron un enorme plato apenas ligeramente spicy que hube de aderezar, para darle un poco de gracia, con una salsa roja de pimienta cayena que había por allí; y aun así me quedé algo corto. De la carne no puedo afirmar con rotundidad que no fuese venado, pero a mí me pareció ternera vulgaris, y además bastante insípida. Eso sí: la ración era tan exagerada que, aunque traía yo bastante hambre, no pude acabármela. Quedé servido de comida rápida tailandesa para los próximos años.

El día siguiente estuve dando un paseo por las desiertas calles de Varsovia, tanto más vacías en aquel barrio, Słuźewiec, donde comienza la periferia sur. Una ubicación muy a propósito para estos últimos días también periféricos de mi viaje, e igualmente acompasada a mi estado de ánimo.

Aquella tarde opté por una cena temprana y ligera en el restaurante del hotel, que -pese a lo frugal- me costó un pico, antes de irme a casa de Ania. Fue una visita más bien corta: ya nos habíamos puesto al día el mes anterior y no teníamos gran cosa que contarnos; de modo que a las diez y media estaba ya de vuelta en mi habitación.

EPÍLOGO

Principié estas notas preguntándome dónde y cuándo se sitúa el inicio de un viaje, y en este punto de la escritura me surgen las mismas preguntas respecto al final. Advierto que estoy ya escribiendo con desgana y que, si aún redactaré este último párrafo, será más por mor del orden y la redondez que por las ganas o la conveniencia de contar algo que tenga algún valor. Quizá sea acertado concluir que los viajes, en nuestro ánimo, tienen un desfase, un adelanto respecto a las fechas reales: sentimos que tanto su inicio como su final se producen, en términos temporales, antes de que lo hagan en términos geográficos. O a lo mejor esto es sólo una engañosa impresión que tengo ahora, derivada de lo fácil y cómodo que fue mi regreso a casa, sin incidentes ni anécdotas que lo salpimentaran: la hora del vuelo era muy conveniente, como también lo fue la cercanía del hotel al aeropuerto. Mi tránsito por el control de seguridad fue indoloro y la navaja suiza que había traído por descuido en el equipaje no fue requisada, como había venido temiendo desde hacía varios días: resulta que está permitido portar en cabina herramientas cortantes con hoja de hasta seis centímetros, y la mía era de cinco. El vuelo fue muy tranquilo y a media tarde estaba ya en Madrid, sano y salvo. La aventura bielorrusa había concluido — quién sabe si para siempre.

¿O es tal vez que la persona, real o imaginada, destinataria de estas notas ha ido difuminándose poco a poco en mi pensamiento? Puede ser. Todo puede ser.

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Bielorrusia. Cap. 14: El regreso

ADIÓS A BIELORRUSIA

El día de mi partida hube de pasar unas cuantas horas en la calle: el check-out en el hotel era a mediodía, pero mi tren no salía hasta las siete y pico de la tarde. Por suerte, hacía un día soleado y era agradable pasear por ahí. Un té con un cruasán en la cafetería de la esquina y, más tarde, el último almuerzo que hice en Batkova Jata me ayudaron a matar el tiempo.

Me encaminé tranquilamente hacia la estación con antelación sobrada, pensando en pasar otro rato en su comedor, pero -cosa extraña- resultó que no había, así que me fui a la vecina terminal de autobuses para tomar un té y escribir un poco. El día anterior Tatiana, la madre de Julia, se había acordado de mí y me había puesto unos mensajes preguntándome por mi llegada a Brest. La informé de mis horarios y me dijo que precisamente el sábado y el domingo los tenía libres, que pospusiera mi marcha de Bielorrusia y así podría ir con Valentina y ella al pueblo, donde tenían pensado encender la sauna. Pero yo no quería irme el domingo, por el problema de las colas en la frontera, y lo más que podía concederle era cambiar para la tarde el billete de autobús y pasar unas horas con ellas. Esta propuesta, en cambio, a Tatiana no le convenía, porque cuando va al pueblo se queda todo el fin de semana; así que lo dejamos estar. Sigue leyendo

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Bielorrusia. Cap. 13: Sísifo

ÚLTIMOS DÍAS EN VICIEBSK

Cuando viajo, el tiempo pasa aún más deprisa que en casa. No me parece que haga ya casi cuatro semanas que estoy en Bielorrusia, y el momento de la marcha se aproxima a ritmo acelerado: tanto más rápido cuanto más cerca está. Pese a que aquí he conseguido levantarme antes de lo habitual, los días se me hacen igual de cortos; y por la noche, cuando quiero darme cuenta, ya es bien pasada la hora de acostarme. Pero discurra como discurra el tiempo, ¡qué absurdos me parecen siempre este transitar hacia ninguna parte y esta soledad desesperanzada! En ausencia de una meta, el movimiento no tiene sentido. Mi escritura es como esas señales de radio que los astrónomos envían al espacio vacío con la huera ilusión de que algún día las reciba una vida que pueda entenderlas… y responderlas.

A medida que se acerca el final de mi viaje va inundándome una cierta melancolía y esa decepción de vagas espectativas frustradas que sólo el alma conoce y la razón apenas intuye: la quimera de que un incierto mañana traiga lo que mil ayeres no trajeron. ¿Pero qué hacer, sino seguir vagando? Es el mito de Sísifo: “eso, o”. No hay más alternativas. Sigue leyendo

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Bielorrusia. Cap. 12: Arquitecturas

HOTEL VITEBSK

Mi casera de Suvórova había quedado molesta conmigo a raíz de la multa que le pusieron las chinovniks de migración. Me culpaba a mí por no haberle dicho que no tenía “el registro en regla”, pero no hubo manera de hacerle comprender que, por un lado, yo mismo lo ignoraba y, por otro, ella también ignoraba que le incumbía la obligación de pedírmelo (suponiendo, como queda dicho, que eso no se lo hubiesen sacado de la manga allí mismo los de la udelenie): de haberlo hecho, no la habrían sancionado. Pero la casera porfiaba, desconfiada, en que yo quise eludir la ley y había actuado con ella de mala fe; y la larga discusión que tuvimos al respecto (por chat, claro está) llegó en algún momento a rozar lo absurdo. De manera que, aunque estaba bastante a gusto en ese piso y la mujer en ningún momento se opuso a que prorrogase mi estancia, al finalizar la semana que había pagado por adelantado me mudé al hotel Vitebsk; no sólo por este desencuentro sino también para cambiar un poco de aires y vivir la experiencia que el nuevo hospedaje prometía ser. Sigue leyendo

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Bielorrusia. Cap. 11: Suvórova

EL CASCO ANTIGUO

La calle Suvórova (genitivo de Suvórov) es el eje peatonal del centro histórico de Viciebsk: un sector oblongo de ochocientos metros de largo y trescientos de ancho flanqueado, como ya apunté, por el río Dvina al oeste y la avenida Lenin al este; aunque la parte propiamente turística -si llega a merecer tal adjetivo- es apenas su mitad sur, el barrio de la ciudad con mayor densidad -sin ser mucha- de restaurantes. Salvo la vistosa catedral de la Asunción de Nuestra Señora y un par de iglesias menores, no hay en la zona grandes monumentos ni majestuosos edificios; pero el área no deja de tener encanto, con su plácido paseo arbolado, un enorme parque, varias zonas ajardinadas y bonitas vistas sobre el río principal y su afluente, el Vitsba. Sigue leyendo

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Bielorrusia. Cap. 10: La registratsia

EL AUTOREGISTRO

Pasados los tres días en el segundo apartamento decidí mudarme a otro más céntrico aún, y para un período más largo: una semana. Encontré uno idealmente ubicado en Suvórova, la calle peatonal del casco antiguo. Estaba en un bloque residencial de tres o cuatro plantas y quedaba a dos manzanas (o sea, seiscientos metros) del centro histórico de la ciudad, pese a lo cual me salió aún más barato que los anteriores: tras un fácil regateo, cincuenta y cinco rublos al día. No sé si es que aquí esa zona no se cotiza, o es que sencillamente el piso era más viejo y estaba menos cuidado; aunque en su día debió de ser un bloque residencial de primera, a juzgar por la amplitud de los apartamentos y los espacios comunes. Constaba de un enorme salón, un dormitorio también bastante grande, cocina y baño; y las ventanas daban sobre un patio trasero arbolado y plácido. Ahora bien: el colchón no era tan cómodo como los anteriores, el mobiliario y electrodomésticos estaban más deteriorados y la limpieza dejaba algo que desear. Pero a mí me venía de perlas. Sigue leyendo

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Bielorrusia. Cap. 9: Viciebsk

EL APARTAMENTO

Aun así, llegué al apartamento antes que mi anfitriona y me tocó esperarla aún unos minutos en la calle. Estaba ubicado en el piso 6 de un bloque aislado que no formaba parte de ningún conjunto, y era relativamente espacioso, con salón-cocina, dormitorio y baño; limpio, muy luminoso, decorado con buen gusto, decentemente amueblado y sobradamente calefaccionado. La cama era grande y el colchón muy cómodo. Las vistas, sin ser espectaculares, no estaban mal, ya que las ventanas daban sobre una zona ajardinada. Por los dos días que había reservado pagué doscientos rublos, incluido un pequeño extra por ocuparlo tan temprano. La dueña era una mujer de unos cuarenta años, agradable y servicial, con la que no me resultó difícil comunicarme: igual que Tatiana, tenía esa habilidad, no muy común, de saber escoger palabras sencillas, vocalizar bien y acompañarse de gestos. Sigue leyendo

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