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Después de ver el especial Nochevieja 2011 he tenido la curiosidad, para sacar el mayor partido posible al humor de José Mota, que no acostumbra a dar puntada sin hilo, de ver la película Seven; película por la que hasta ahora, en buena parte a causa de la empalagosa (y algo estomagante) presencia de Brad “Cocky” Pitt en su reparto, no había sentido yo el menor interés. Y de sobra está decir que, tras verla, he podido confirmar su absoluta mediocridad: un filme pueril y completamente prescindible al que, en cierto paradójico modo, José Mota ha venido a dotar de sentido, rescatándola de su futilidad, en tanto le ha servido de base para elaborar su programa. Digamos que Seven ha sido la burda e insípida masa sobre la que el humorista manchego ha preparado y horneado una sabrosa pizza.
¡Y bien que lo ha hecho! Las dos horas de vida que he sacrificado a Andrew K. Walker (el guionista de la película) han valido la pena. Y es que, gracias a eso y a una segunda observación, posterior y minuciosa, del especial Nochevieja 2011, he podido sacarle a éste el doble de jugo, “pillar” sus más mínimos (aunque no menos divertidos) detalles y comprobar que una vez más, desde el púlpito de su agudo y comprometido humor, José Mota nos sermonea. ¡Ya lo creo que nos sermonea! Con la guinda que le ha puesto al año, ha llevado a cabo una crítica y una burla mordaces tanto de la película sobre la que construye sus chistes como de los políticos que le han servido de ingredientes, algunos de los cuales salen -por cierto- bastante peor parados que los otros.
Huelga abundar sobre los gags más notables o evidentes del programa, en los que cualquier espectador habrá reparado. Pero hay en aquél una serie de sutilezas que, al menos a mí, me pasaron por completo desapercibidas en una primera visión (sobre todo sin conocer Seven) y que, ahora, examinados con cuidado y bajo un mejor conocimiento de los antecedentes, han soltado toda su esencia, reanimado mi hilaridad, y me han hecho admirar más aún a su protagonista. Por esto, y por si acaso hay por ahí algún otro espectador despistado a quien ha ocurrido lo mismo que a mí, quiero dedicarles aquí unos párrafos.
Por ejemplo, puedo empezar mencionando cómo se ridiculiza el guión de Walker, llevando al terreno de lo abiertamente cómico lo que en Seven es sólo patético: lo ridículo, absurdo y disparatado de los crímenes que se describen, desde el manido e inverosímil móvil del asesino (elegido por un poder superior), hasta su elección de las víctimas y las peregrinas formas de matarlas… por no mencionar a los muertos que lo son sólo pa un rato. Aparte, Mota nos brinda la versión española de estos crímenes y de los siete pecados capitales (“de provincia”, que, como todos saben, son tres: Cuenca y Guadalajara; quede esto ahí para quien lo entienda), a saber: la usura de nuestros banqueros, el despilfarro y enchufismo de nuestros políticos, la prevaricación de nuestros jueces, la corruptela del ladrillo, más los dos pecados de propina, made in Mota: el ansia viva y -con toda su carga cómica- nada menos que el talante. Está claro que, poniendo el dedo en la llaga de los más graves defectos de nuestro sistema, con un guiño al problema del bipartidismo y lamentándose de que lo único que en España triunfa es el marujeo y el cotilleo, José Mota nos sermonea.
Pero no sólo en su estructura básica se ridiculiza el guión de Seven, sino también en dos detalles particulares. Uno es la rebuscada (amén de increíble, claro) forma en que los detectives se ponen tras la buena pista del asesino: a través de una improbabilísima conjetura y gracias a la base de datos que, presuntamente, tiene el FBI sobre la gente que lee en las bibliotecas. Esto, Mota lo transforma en el descubrimiento de una “bolangana” (descriptiva palabra de su propio cuño, nótese) en la escena del crimen, y en un “catastro” de butacones y sofás que tendría la policía. Otro es el peregrino argumento con que A. K. Walker quiere convencernos de que, tras la detención del confeso culpable, se le deja partir sin más compañía que la de los dos tenientes para brindarnos el -imagina Walker- apoteósico final. Tan peregrino es que, en la versión manchega, lo que en su lugar se ofrece es un par de explicaciones por parte del comisario Bono (más sobre éste, después), tan irónicas y cínicas que resultan dos de mis momentos favoritos del programa: “aparte de las pruebas y la confesión de todos sus pecados, no tenemos nada contra el sospechoso […] Nos ha pedido que lo llevemos a un siniejtro dejcampao, y lo ha hecho con tal respeto y educación que no hemos podido negarnos”. Genial.
Por último, en cuanto a la parodia que hace de la película, hay un momento en que José Mota me acierta de lleno en el gusto. Se trata de la deplorable interpretación en la escena final (esa del siniejtro dejcampao). Al principio, antes de ver Seven, lo achaqué a un fallo del propio cómico. Me dije: “qué mal está interpretando aquí el amigo Mota” (cosa que cabe dentro de lo posible, por supuesto, ya que por mucho que yo lo admire no estoy tan ciego como para no admitir que una buena parte de sus sketchs son regularzotes). Sin embargo, tras haber visto la película de David Fincher, comprendí que lo que había observado en el especial Nochevieja era nada menos que un remedo casi perfecto de la pésima interpretación de Brad Pitt en la escena original. Al menos, así lo interpreto yo: una vez más, Mota hace gala de su talento mímico, copiando una mala actuación con tal maestría que le permite brindarnos una actuación idénticamente mala, ce por be. ¡Qué torero!
Sólo un par de apuntes más.
En apariencia, en esta ocasión, J. M. ha situado a ambos líderes políticos españoles, Brad Zapatero y Morgan Rajoy, en cierto plano de igualdad: ambos son tenientes en la policía y trabajan juntos en una investigación a la que contribuyen como pares y en equivalente medida. Sin embargo, en la segunda lectura me di cuenta de que uno de ellos resultaba (como de hecho es) más patoso que el otro -por no decir directamente memo- y, peor aún, culpable él mismo de uno de los pecados que se castigan: el talante. En efecto: Brad no “comprende” cómo un cadáver puede estar muerto pa un rato, malinterpreta la palabra “concejal”, se le ilumina el espíritu santo al pillar el mensaje del “mazo y el cazo”, Rubalcaba le parece un lince y, en fin, resulta de una talla mental netamente inferior a la de Morgan. Aunque, desde luego, lo que de forma más significativa coloca al remedado Zapatero en una órbita muy distinta a la del remedado Rajoy es que a éste de nada se le acusa mientras que aquél resulta culpable de talante y castigado por ello, pese a que durante toda la “película” argumenta, convencido, que no es pecado sino virtud. ¡Ay, qué valor, quién pretende!
Sin embargo -y con esto ya acabo- el gran perdedor (o mejor dicho el gran denostado) aquí no es Zapatero, tampoco Rubalcaba o Rajoy, sino José Bono. Sus tres intervenciones en el papel de comisario en “Seven” (por no remontarme a varios otros gags del programa habitual de José Mota) parodian con gracia incomparable nada menos que el principal rasgo político del carácter del ex-presidente manchego: el fariseísmo. Bono es el hombre de las caras amables y la intención aviesa, del a Dios rogando y con el mazo dando. ¡Y qué bien, qué magistralmente calado lo tiene Mota! Será que, como también es manchego, ha sabido leer en su interior con particular agudeza. El caso es que, cada vez más y mejor, en sus programas lo radiografía y retrata con justicia, fidelidad y mucho buen humor.
Pues eso: está claro que Mota, desde su pequeño pero importante púlpito en la realidad social española, nos sermonea. ¡Ya lo creo que nos sermonea! Sobre todo a los políticos. Me pregunto cuánto tiempo seguirán permitiéndole la franqueza con la que les señala sus principales “pecados”.
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Interesantes reflexiones. Creo, no obstante, que la crítica de Mota es aún más demoledora. Incluso “antisistema”, como lo revela su total identificación con los indignados del 15-M, eslóganes literales incluidos.
En cuanto a si da más caña a Zapatero o a Rajoy, téngase en cuenta que mete a ambos en el mismo saca (ambos comparten la queja de que el asesino “nos sermonea”), así que viene a decir que son esencialmente idénticos.
Y más se puede decir (p. ej., sobre lo que representa el asesino…), pero mejor lo dejo aquí
Un saludo muy cordial.
Gracias por tu comentario.
Bueno, yo siempre he creído percibir una crítica bastante más acerba hacia Zapatero que hacia Rajoy por parte de este humorista. Recuérdense, al respecto, otros programas suyos en que hay que explicarle a ZP, como si fuera un niño, cómo funciona la economía (“las gallinas que entran por las que salen”), o en que aparece de cero a la izquierda humillándose ante el capo de la mafia (“Don Vincenzo, en tanti in cuanti”). Al menos, desde un punto de vista intelectual, ZP suele salir (como no podía ser de otro modo) mucho peor parado que Rajoy. Ahora bien, políticamente, es cierto que los identifica: “ahora entran los suyos, luego entrarán de nuevo los tuyos, y así indefinidamente”, u otras menciones explícitas al bipartidismo. En eso, me parece claro que Mota se hace eco de la importante inquietud social (mejorar la ley electoral, acabar con el bipartidismo, etc) que en cierto modo el movimiento 15 M refleja.
En general de acuerdo en que Mota es muy buen cómico. En nada de acuerdo con lo que dices de Seven, que es una obra de arte desde los títulos de crédito, siendo ya un clásico; tal vez tú no hayas podido percibirlo, lo cual desluce tu crítica y la convierte en vacía, simplona y superfucial, pues solo desde la afirmación de maestría cinematográfica que es Seven en todos sus apectos, se podría haber hecho una crítica mejor que la que tú haces, y todo por el simple hecho de que no te gusta un actor. Decir que Mota saca a Seven “de su futilidad” es de pazguatos y lerdos, pues Seven es lo principal, y los gags de Mota lo accesorio, pensar lo contrario es de presuntuosos. Por cierto no se dice “dar hilo sin ountadas”, como dices tú en la segunda frase sino al revés “dar puntada sin hilo”.
Ángel: eres un mentecato. Ya lo sospechabas, ¿verdad?
Gracias, no obstante, por señalar el lapsus de mi primera oración (corregido queda) y por tu adocenado comentario, que, por contraste, confiere cierto realce a mi artículo.
Perdóname que no entre en más polémica, pero es que ni tu talante ni tus dogmáticas afirmaciones se prestan a debate.
Ya veo que te gusta la crítica, pero sólo la que tú haces, lo que dice poco en tu favor. Sigo pensando que tu artículo, con el que pretendes pontificar desde el completo error de considerar mala una película como Seven, es propio de pedantes y badulaques.
Ésta es una de tus frases.” Seven ha sido la burda e insípida masa sobre la que el humorista manchego ha preparado y horneado una sabrosa pizza”
Desde luego esta frase la podría haber dicho John Doe, es decir el malo de Seven, que como sabrás estaba perturbado.
No eres un genio, sólo un pedante.
Lo que es de perturbados es dedicarle tiempo a un pedante que cree ser un genio, mi leal lector. Amén de que tus comentarios no son crítica, sino catequesis… y prueba inconcusa de tu nequicia.
Quede Seven para quienes se quedan mirando a los accidentes de tráfico.
Seven quedará para los que saben apreciar el cine de gran calidad, que por su puesto, no es tu caso. Es normal, no se ha hecho la miel para la boca del asno. Ya sé que estás algo desquiciado, pero debes tranquilizarte; si lo que intentas decir con tus mal construidas indirectas es que te tengo en favoritos, te diré que no, pero claro, tengo que defenderme, aunque defenderse de personajes poco formados, y presuntuosos como tú no resulta difícil. tus comentarios son vacíos, comentarios insustancales de un ser insustancial, supongo que es lo lógico.Tampoco soy leal lector, únicamente, como digo, pretendo defenderme.
A juzgar por la cantidad de errores mecanográficos y gramaticales que has cometido en tu última intervención, no sé yo quién es el que debe tranquilizarse aquí, fiel Ángel.
Así que… sólo pretendías defenderte, ¿eh? Defenderte del peligro de mi artículo, ¿no? Eres todo un Don Quijote en lucha con Pandafilando, pero sólo son odres de vino, mi señor; sólo odres de vino…
De lo que me defiendo es del miasma que emana de tus patéticos comentarios. No sé si es algún complejo infantil, o tal vez sea la adicción a algún producto (quizás el vino), pero lo cierto es que cojeas de animadversión a las opiniones ajenas; en otra época a eso se le llamó fascismo, aunque yo sigo pensando que lo tuyo es pura patologia de la psique.
Por cierto, veo que tampoco entiendes ni de gramática ni de mecanografía. Y siempre es mejor ser Don Quijote que Ginés de Pasamonte, con el que tú, por lo que se ve, guardas grandes semejanzas.
Pues hay que ser moscatel para asomarse a lo podre y plañirse luego del efluvio, devoto mío…
Por cierto que tus palabras me hacen gran merced; y es que, si en España no te llaman fascista de vez en cuando, algo mal estás haciendo. Y si, además, me comparas a Maese Pedro… será por el mono parlanchín que lo acompañaba, con el que obviamente te identificas. :)
No te quejes tanto, John Doe ( lo digo por tu desquilibrio mental, si bien no descarto que tengas también alguno de otra índole), que estás apendiendo muchas palabras nuevas conmigo, algo que para alguien que tiene la petulancia de creerse escritor es algo positivo.
En fin, algunas veces tener que bajar a los límites de alguien que nada en lo patológico, como es tu caso, es difícil, pues tú al tener una gran exteriencia en este tema (la locura), siempre saldrás ganando. Pero en realidad tu locura resulta incluso divertida, la locura de un badulaque que intenta, sin éxito, crar frases.
Así, Jhon, te preguntaré lo que un policía le preguntaba a tu homónimo en Seven ¿cuándo uno está loco sabe que lo está?
Por cierto veo que aún no sabes construir frases, John. Deberías empezar por ahí, y por leer algo que no sean tus comentarios, pues ahondarán en tu enfermedad.
¡Ay, Angelillo! ¿Por qué tienes tan poca fe en ti mismo? Si tú no eres torpe, hombre; es sólo que tienes un criterio infantiloide. Pero, si me lo hubieses pedido sin tanta soberbia, tiempo ha que te habría dicho lo que en realidad deseas saber.
En cuanto a lo de aprender palabras, creo que te convendría comprobar en el diccionario los significados de “badulaque”, “pazguato” y “quejarse”. Te lo pongo como tarea para esta semana.
Ay Jhon¡¡¡ qué simple te veo, tanto como tu comentario de sobre Seven.
Aquí va otra de tus frases: “un filme pueril y completamente prescindible al que, en cierto paradójico modo, José Mota ha venido a dotar de sentido, rescatándola de su futilidad”; y esto se dice sobre una película que está considerada como una de las 100 mejores de la historia. Algo parecido dijeron en su día sobre Picasso, Renoir, Monet…, “entendidos”, que luego han resultado ser auténticos zoquetes.
Simple, eso es lo que define tu comentario. Un consejo, vuelve a ver Seven; hay personas tan limitadas que no comprenden a la primera.
Haylas… como las hay también que no llegan a comprender jamás, mi fidelísimo Ángel. Cierto es que algo has progresado de este último viaje, y aquí tienes un azucarillo por hacer los deberes que te puse. Pero no te hagas muchas ilusiones: quien, para saber lo que opina, necesita contrastar su juicio con el de los demás, nunca destacará demasiado.
Un aprendiz de escritor no puede poner deberes. Pero no Jhon, tú ni siquiera eres un aprendiz de escritor; ya sé que crees que lo eres, que piensas que lo que escribes puede interesar, pero tambíén hay quien se cree Napoleón o Julio César, y lo proclama mientras se da cabezazos contra la pared. Sólo eres un escritor frustrado, nada más. Deja de golpear la pared.
¡Je!, ahí quizá tengas razón: sólo a un cretino puede interesarle mi artículo hasta el punto de memorizarlo y, además, hacer las tareas que le pongo.
Así que escribes “Jhon”, ¿no? Jota, hache, o, ene: JHON, ¿cierto? Disculpa que me descojone. Para mañana, un repaso a los nombres ingleses.
Y eso lo dice quien no sabe usar nuestro idioma cuando dice “no dar hilo sin puntada”, ¿También te causa risa? a mí sí. No te confundas, escribir no es inventar una frase barroca con la pretensión de que pueda interesar, es plasmar ideas con lenguaje sencillo; pero tus ideas son simplonas, infantiles y tu forma es superficial. Supondo que estarás muy contento con la gran catidadad de internautas (dos) que han comentado este “post”; ¡un gran éxito! ¿quieres ser escritor? no lo has conseguido, pero no djes que tu frustación te consuma. Siempre puedes dedicarte a los trabajos manuales…si es que tu capacidad te llega para eso, claro.
No deja de ser un halago el que, dos años después, aún me tengas presente. “Que me odien –dijo no sé quién– pero que no me ignoren”. Aunque sea un amargado inseguro como tú quien deja de ignorarme. Aunque sea con un comentario en otro artículo que nada tiene que ver con una cosa ni con otra; pero, ¿quién espera ya coherencia de ti? Bueno, pues acuso recibo de tu postal navideña, don Fariseo. Y ten fe; sobre todo no pierdas la fe en ti.