En el charcutero (o El ansia viva)

.

El pequeño comercio se queja de que los supermercados y grandes superficies les comen el terreno, que no pueden competir con ellos; y, en buena medida, así es. Pero, ¿no estarán siendo también víctimas, los pequeños comerciantes, de su propia ansia viva?

Hoy estuve en el charcutero a por un poco de jamón york.

–Buenas tardes. ¿Me pone cuarto de jamón en lonchas? Y, por favor, me destara el papel.
–¿Cómo?
–Sí, que me destare el papel. Que no me lo pese como si fuera jamón.
–¡Ah, no! Yo pongo el papel en el peso. Siempre lo hago así. ¿Traes tu propio papel, y te lo sirvo ahí?
–Desde luego que no. Pero si esas son sus condiciones, entonces lo compro en otro sitio…

El hombre negó con la cabeza y, entre protestas, empezó a servirme lo que le pedía.

–No estoy yo nada conforme con eso, pero bueno –me dice.
–¿Por qué? ¿Le parece injusto o poco razonable lo que le estoy pidiendo? ¿Cree que debería pagar papel como jamón?
–El papel también me cuesta dinero.
–Bien, entonces estoy dispuesto a pagárselo; pero aparte, a precio de papel.
–¿Pagármelo aparte? –negó otra vez con la cabeza, como diciendo “¡qué chalao!” Y volvió al ataque–: Me han pedido muchas otras cosas, pero esto es la primera vez que me lo piden. Me has dejado a cuadros. Si, además, cuatro céntimos no van a ningún lado, y menos con el papel tan fino que se usa hoy en día.
–No van a ningún lado cuando son a favor de usted. Y toda la resma, que pesa un kilo cuando no pesa tres, va a favor de usted.
–¡Pero si aquí vienen las señoras pidiéndome que les pese un trozo de salchichón, y una vez pesado me dicen que lo corte en cuatro pedazos y les haga cuatro envoltorios! Y yo tengo que aguantarme.
–Bien, pero yo no le he pedido eso. Lo único que quiero es pagar cada cosa a su precio. Ahora estamos hablando de jamón york a ocho el kilo, pero imagínese si fuese ibérico, a cuarenta el kilo: sólo el papel me estaría costando ya medio euro.
–¿Dices de jamón serrano? Precisamente yo limpio la pata y le quito casi todo el tocino de los lados, mientras que otros te lo venden tal cual.
–Eso lo hará usted porque le viene a cuenta. Considerará que le beneficia, que le trae más clientela. Pero al ponerle el precio, seguro que ya se encarga de no perderle.
–¡Bah! –despreció–. En todas partes te cobran el papel. Igual que en los supermercados ahora te cobran las bolsas.
–Cierto. Pero es muy diferente, porque ahí está pagando usted una bolsa a precio de bolsa, no de jamón. Y la compra si quiere. Si la lleva de su casa en el bolsillo, la cajera no protesta ni le anda discutiendo. Le propongo este otro ejemplo: al comprar una lata de atún, se fija en el peso neto y sabe exactamente lo que le está costando el contenido.El peso de la lata se destara.
–¡Hombre, claro! Pero ya te la cobran en el precio del atún; no te creas que te la regalan.
–Ya lo sé. Pues, entonces, súbale entonces usted el precio al jamón para incluir los costes del papel, igual que incluye los de la electricidad y el alquiler del local. Así, al menos, la competencia es transparente.
–Sí, sería una posibilidad –concedió–. Pero son formas de trabajar. Aquí no se trabaja así. No sé qué te dirán en otros sitios cuando les pides eso.
–Pues hay de todo. Depende del dependiente, y también de los países. En Europa es muy corriente, por ejemplo.
–¡Bueno, Europa!, ahí te cierran a las cinco y si llegas un minuto tarde ya no te atienden, mientras que aquí yo he servido a señoras que llegan cuando ya estoy cerrando.
–¡Hombre, ese es otro tema! Si usted atiende pasada la hora será porque le compensa. Imagino que la tienda es suya.
–En fin, por cuatro céntimos no vamos a discutir.
–Pues ya llevamos un rato discutiendo.
–No, yo no estoy discutiendo. Yo estoy conversando.

Terminó de cortar el jamón, que (para no dar su brazo a torcer) había pesado sobre una fina lámina de plástico y, como para demostrarme su argumento, me dijo:

–¿Te parecería correcto que yo ahora te sirviera el jamón así, sólo en el plástico? Porque el papel no quieres que te lo cobre, pero sí quieres que te lo ponga, ¿verdad?
–Pues, mire, sinceramente me importaría un bledo; aunque espero que me ofrezca ese servicio, sí, como minorista que es.
–Bueno, me dejas a cuadros. ¡Pero si el papel es lo que menos se usa hoy! Mira, las señoras me piden bandejas, que salen bastante más caras.
–Ya. También pesan bastante más, y tampoco las destara, ¿a que no?
–¡Claro que no!
–Pues a eso me refiero: a todo lo que sea envoltorio. Seguro que, cuando usted compra el papel o las bandejas, los pone en la báscula y piensa: “aquí me voy a sacar tantos euros limpios del ala”.
–Y te voy a decir una cosa: si llega a haber señoras delante, no te hago lo que te he hecho, porque no le voy a cobrar el papel a unos, y a otros no.
–Evidentemente, las señoras también querrían que no se lo cobrara. No será tan disparatada mi idea como para dejarle a cuadros cuando usted reconoce que cualquier otro cliente se apuntaría a ella. Además, acaba de darme la razón: si no está dispuesto a dejar de cobrar el papel a precio de embutido, eso es porque su beneficio está ahí precisamente. En fin, para concluir: la próxima vez que necesite jamón prefiere que no se lo compre a usted, ¿no es así? –El hombre no afirmó ni negó–. Pues nada, hasta luego.
–¡Adiós, artista!

Lo de “artista” sobraba, porque iba con retintín.

Yo deploro que cada vez compremos más productos envasados, que los vertidos municipales consistan sobre todo en envases vacíos y que las grandes superficies desplacen al pequeño comercio. Por eso voy al charcutero: para darle la oportunidad de conservar un hueco en el mercado; para que no desaparezca. Pero no me gusta la picaresca, que me den gato por liebre. Y, por desgracia, a muchos pequeños comerciantes les puede el ansia viva. Al final, por no discutir, les daré yo también la espalda e iré a hacer mi compra al súper. Por eso pienso que ellos son, en el fondo, tan responsables de su propia desaparición como las políticas de gran mercado.

.

Acerca de The Freelander

Viajero, escritor converso, soñador, ermitaño y romántico.
Esta entrada fue publicada en Consumo, Opinión. Guarda el enlace permanente.

10 respuestas a En el charcutero (o El ansia viva)

  1. Julio dijo:

    Con el amigo charcutero al menos puedes discutir, o conversar, y si tienes labia y un poco de suerte a lo mejor consigues que no te cobre el papel; pero en las grandes superficies, ¿con quién hablas? ¿con el mozo que repone el producto? ¿con la cajera? La carne que viene envasada en plástico, en bandeja o en bote ¿estará destarada? Al final, el buen charcutero no resulta una mala opción.

    • The Pabster dijo:

      “El buen charcutero” es un ser tan mitológico como el mismísimo unicornio. De existir, no resultaría una mala opción, no. Pero precisamente de eso va mi artículo: lo cierto es que diecinueve de cada veinte te ponen pegas, fruncen el ceño y te discuten el tema, cuando no te dan una mala contestación o incluso se niegan a servirte. Al final, el que se pasa un mal rato es el cliente.
      Todos los productos que se venden en envase vienen, por supuesto, destarados. Los fabricantes arriesgan demasiado: un consumidor quisquilloso que pesa el producto en casa, una denuncia o un “inocente” articulillo de la OCU, y lo pagarían con creces. Sí, es cierto: también puedes denunciar al charcutero; pero es mucho más “violento” y, además, el expediente administrativo no prosperaría. Palabra contra palabra. Incluso aunque prosperase: ¿cómo vas a ir luego a comprarle al mismo carnicero al que has denunciado? Sin embargo, a un súper vuelves sin problema porque a ninguno de los empleados le importa un bledo.
      Por último, pienso que psicológicamente resulta más difícil de aceptar el dejarse robar por quien tienes justo delante, mirándote a los ojos, que por un capital anónimo, dividido en acciones de las que –¿quién sabe?– a lo mejor hasta tienes algunas en tu propia cartera de bolsa.

  2. Julio dijo:

    El buen charcutero suele tener, normalmente, el problema añadido de ser un poco obtuso; y esa ansia viva que mencionas y que, como concepto general, no está mal aunque sea un poco esmofil, no le permite ver las cosas con objetividad. En todo caso el artículo, sólo por su valor literario, ya vale la pena ser leído. Casi, casi, con esos diálogos que rezuman humor negro, es un microrrelato en sí mismo. Estás hecho un “artista”.

  3. López dijo:

    Lo del papel es justo que lo cobren, lo veo normal, hay que tener en cuenta la cantidad de impuestos que paga un pequeño comerciante, gastos de luz, autónomo, basura (más que una vivienda normal, por ser comercio), alquileres o hipotecas de los locales, etc…, creo que hay que dar una oportunidad a los pequeños comercios, con su trato directo y personal, conocimientos cualificados, no como en carrefour que preguntas donde están las patatas y a veces ni lo saben los mismos empleados, como para preguntar si el jamón york tiene gluten…
    Lo que ocurrirá en los pueblos como el mío es que cuando desaparezca el pequeño comercio nos tendremos que ir a comprar la barra de pan todos los días a 30 km. a un supermercado grande, me parece absurdo lo del papel a ver si te crees que como has dicho las bolsas te las cobran a precio de bolsas, porque una bolsa de media sale a 2 céntimos comprándola en paquetes de 1kg así que imagina lo que costará comprando un camión con 15.000 kg de bolsas creo que 5 céntimos por bolsa no es el precio de la bolsa tampoco “Artista”

    • Pues nada, “Pink Floyd”, pídele a tu charcutero cualificado 100 g de jamón ibérico de bellota, a 30 euros el kilo, y dile que te lo pese en un papel de estraza bien grande, de a 50 g la hoja, para fomentar el comercio local, y tal y tal. Verás qué contento se pone de venderte estraza a precio de ibérico. Y tú tan feliz.
      A los demás, déjanos escoger cómo preferimos que nos engañen.

  4. María M dijo:

    Me alegro de haber encontrado este relato. Pero, digo yo, ¿es que no hay una ley que obligue a los comercios a destarar el envoltorio? Es una pelea kafkiana tener que discutir algo que es obvio: que el jamón de bellota (129, euros kilo) se paga a precio de jamón, y el papel o plástico a precio de papel o plástico. Pues si le dices esto al charcutero, no sólo te querrá poner en ridículo, sino que no encontrarás apoyo en nadie, como si el raro fueras tú y no tuviera ninguna importancia pagar 1,30 euro por el papel.
    Yo ya me he peleado con todos los comercios pequeños por este tema, así es que he dejado de ir a comprarles, y si se hunden, que se hundan. Dejemos que cada uno decida cómo quiere morir.

    • ¡Claro que hay leyes! Todas, empezando por el código civil, el mercantil, las leyes de protección del consumidor, por no mencionar la ley del sentido común. Pero, como muy bien dices, si protestas intentan ridiculizarte y además nadie te apoya. Lo malo es que no puedes dejar de ir a los comercios donde te hacen eso, porque te lo hacen en casi todos, incluyendo las grandes superficies (donde las charcuterías, carnicerías y pescaderías suelen ser contratas). El caso es que a todo el mundo le parece súper normal que si compras una lata de sardinas, de melva o de caviar, pagues por el peso neto; pero a la gente le parece de “tío raro” que pretendas pagar por el peso nego al comprar jamón serrano, o aunque sea tocino; me da igual: hasta el tocino es más caro que el papel.
      Gracias por su comentario. ¡No sabe cómo reconforta saber que al menos haY UNA persona más que comprende lo obvio!
      Por cierto, yo también opino, como Vd, que es precisamente ese mal hacer de los pequeños comerciantes, ese engañarlo a uno en lo que pueden, lo que contribuye a su desaparición, contrariamente a lo que piensa el autor del anterior comentario.

  5. Maria M dijo:

    Desgraciadamente tenemos que ir a comprar (con envoltorio incluido) para poder sobrevivir en el aspecto más prosaico posible, por lo que no queda otra que hacer pedagogía y exponerse a los comentarios y las miradas de los demás. La naturaleza humana , que es capaz de lo más sublime pero también de lo más ruín, es así. De todas formas, creo que en la superficies comerciales (pequeña, mediana o grandes) se puede ganar la batalla más fácilmente, pues en caso de conflicto siempre se puede poner una queja en el establecimiento o llamar a un encargado. Cuando acumulen muchas quejas en este sentido, destararan el papel por defecto, aunque sólo sea por razones operativas. Nadie les pide, yo al menos, que nos regalen el papel, lo que pedimos es que nos cobren el papel al precio de papel. Yo ya he boicoteado a gran parte de los comerciantes del barrio, no sólo por estas prácticas sino por atender mal a personas mayores que van a hacer poca compra, por ejemplo. Lo que más me llama la atención no es que el dueño del establecimiento mire por su negocio sino que, exponiéndose a una práctica miserable, lo hagan también los empleados que apenas cobran 800 euros al mes. ¡¡¡Hay que tener poco entendimiento¡¡¡¡

  6. Guillermo dijo:

    Si hablamos de envoltorio cuándo el charcutero compra también le cobran el envoltorio y es una cadena muy difícil de parar hay que mirar a los grandes que no lo cobran todo y no nos damos ni cuenta

    • ¡Hombre, qué gracia! Al charcutero no sólo le cobran el papel: también le cobran la electricidad, el alquiler del local, los cuchillos, las tablas de cocina, las bolsas de basura y la máquina de cortar mortadela, pero cuando voy a comprarle jamón no me cobra esos gastos aparte; sólo el papel, mire usted qué cosas.
      El charcutero tiene unos gastos que no son problema del cliente; para cubrir esos gastos, cobra el jamón más caro de lo que a él le cuesta; y en la diferencia está su beneficio. Si el papel le ocasiona pérdidas, que suba el precio del jamón, pero QUE NO ME COBRE PAPEL A PRECIO DE JAMÓN. Aparte de una estafa, eso es competencia desleal.
      Los grandes nos lo cobran todo, por supuesto, pero sus precios son transparentes: cuando compro una lata de atún, sé que estoy pagando por el atún y por la lata (y por la planta envasadora, su factura eléctrica, el sueldo de los trabajadores,etc), pero también sé exactamente qué peso neto de atún estoy comprando, y exactamente a qué precio estoy comprándolo. ¿Se imagina Vd que cuando va a pasar por caja, la cajera le pesara la lata de atún y le dijese: “oiga, no son dos euros, sino tres, porque a Pescanova también le cobran la lata”? Pues eso es ni más ni menos lo que hace el charcutero desleal al cobrarle de remache el papel.
      No se trata de ninguna “cadena” que haya que evitar. Cada vendedor que calcule sus gastos y ponga sus precios, pero que lo haga de forma transparente. Lo mismo que los restaurantes en los que, al pedir la cuenta, resulta que te han encasquetado un euro de remache por cuatro rebanadas de pan. Y Vd me dirá: “¡hombre, es que el pan se lo ha comido Vd!” Y yo le contestaré: sí, pero también me he comido las aceitunas que me puso de tapa con la cerveza y esas no me las cobra aparte, y también he usado dos servilletas y un palillo, y tampoco me los cobra aparte.
      Transparencia. Es lo único que yo pediría. Transparencia.

Responder a Maria M Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.