“El ruiseñor errante”, o cómo hacer buen teatro

Realizada en Japón en el año 2016, esta obra del director Hidenori Inoue, con guión de Yutaka Kuramochi -nombres que a la inmensa mayoría de occidentales no nos dirán absolutamente nada-, es una de las producciones teatrales más atractivas que he visto últimamente. No se trata de teatro llevado al cine, sino de la filmación cinematográfica de una representación real, donde las cámaras atraviesan con frecuencia la cuarta pared y nos permiten ver a los espectadores en la penumbra de la sala, los focos que iluminan el proscenio, u otros detalles más o menos secundarios del tinglado teatral, de modo que el televidente se convierte a su vez en espectador, si bien privilegiado y ubicio, de la obra.

En cuanto a su género, o subgénero, se me hace que este drama no encaja bien en ninguno de los habituales, ya que, aunque combina elementos trágicos con unos cuantos buenos golpes de humor y otras tantas escenas conmovedoras, no se trata de una tragicomedia al uso; pero tampoco es tragedia ni comedia pura. Si hubiese que acuñar una nueva expresión para definirla, quizá sirviese la de “tragedia de enredo y amor”.

La acción transcurre en el Japón medieval, a fineles del siglo XVIII, y el argumento es, en líneas generales, extremadamente simple: cuenta la clásica historia del bandido de corazón noble que, a partir de un robo del que sale muy malherido, promete al hombre que lo salva enderezar sus pasos y convertirse en una persona honrada. Ahora bien: a partir de ahí el guión se ramifica en varias tramas secundarias más o menos intrincadas, involucrando a una serie de interesantes coprotagonistas. Pero no es en absoluto un guión complicado: se sigue con facilidad y, además, tiene la rara virtud de no adolecer de ningún fallo argumental: una vez aceptamos la integridad moral del personaje principal, la fantasiosa -y mítica- destreza de los samurais con la katana y la licencia narrativa de un personaje de ultratumba (elementos, por lo demás, corrientes en la tradición nipona), todo sucede de manera perfectamente lógica y racional. En esta ocasión no voy a destriparle al lector el nudo ni el desenlace de la obra. Baste añadir que presenta otros ingredientes característicos de la cultura narrativa clásica del Japón, muy románticos todos ellos, como las deudas de honor, la lealtad o el cumplimiento de las promesas. Aparte, tiene la valiosa virtud de no contener desnudos, que son el recurso facilón con que el cine contemporáneo -y a veces también el teatro- suele intentar compensar, para atraer más audiencia, su falta de calidad.

Huelga decir, además, que la historia no contiene el menor asomo de basura woke: es 100% ‘antiguo Japón’, desprovista de cualquier mensaje ideológico progresista. Toda una delicia para quienes nos mantenemos en guardia contra la ubicua propaganda globohomo.

De la puesta en escena me han llamado especialmente la atención el original escenario en forma de L, la disposición y dinamismo de los cambiantes decorados, los “efectos especiales” (factibles sólo en una sala de teatro moderna y bien equipada) y la selectiva iluminación mediante un colorido juego de luces dispuestas con gran acierto, entre las que destacan, por ejemplo, los momentáneos destellos rojos que se proyectan sobre los actores alcanzados por un golpe de katana (una forma elegante, sencilla, llamativa y eficaz para representar la sangre), o el foco azulado con que, para transmitir una sensación de incorporeidad, es iluminado el fantasma. También el atrezo ha sido preparado con un cuidado exquisito.

En cuanto a la interpretación de los actores, la he encontrado bastante buena y muy en su sitio, teniendo presente que, por tratarse de teatro, la declamación, gestos y expresiones han de ser por fuerza más exagerados que en el cine.

Quizá la única prevención que me permito hacer al lector interesado en ver esta proyección sea la de no dejarse desanimar ni por su escena inicial, que parece anunciar una de esas increíbles y ridículas historias orientales de ninjas (y confieso que yo mismo, sin imaginar lo que me habría perdido, estuve a punto de desistir al cabo de los primeros minutos), ni por sus tres horas de duración, ya que la obra mantiene nuestra atención en todo momento gracias a su originalidad y atractivo, tanto argumental como visual, sin olvidar los ocasionales golpes cómicos. De hecho, me parece una opción ideal para una de esas tardes desapacibles en que no le apetece a uno salir de casa.

El ruiseñor errante es, en resumidas cuentas, una producción redonda y muy agradable de ver; impactante a su modo; y no creo ponderarla demasiado si la califico, además, de inolvidable, sobre todo por lo novedosa que resulta.

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Lo ocurrido en Siria puede pasarle pronto a Rusia

En este artículo aparecido el día 11-12-2024 en el blog de Substack The Slavland Chronicles, su autor nos conmina a entender lo que ha sucedido en Siria como ejemplo de lo que podría ocurrirle también a Rusia. Ofrezco aquí su traducción, ligeramente resumida.


Comprender lo de Siria nos ayuda a entender lo que pronto le ocurrirá a Rusia

Putin va a compartir el mismo destino que Assad… aunque él puede que tenga que huir a Pionyang

Para empezar, he aquí algunas opiniones de los disidentes patrióticos en Rusia, una comunidad a la derecha del Kremlin con un buen historial de aciertos.

Moscú — Tercera Roma (ortodoxos cismáticos)

TRIUNFO DEL SULTÁN TURCO… Putin ha perdido contra Erdogan en toda ocasión y lugar.

El presidente de Turquía dijo en un encuentro con jóvenes en Gaziantep que quedan dos líderes en el mundo con una larga experiencia en política: él y Vladimir Putin:

“Ahora mismo somo los dos líderes mundiales. Ahora sólo quedamos Putin y yo. No lo digo por ser yo, pero llevo en el poder 22 años. Putin lleva casi otro tanto. De momento, por supuesto, el proceso diplomático continúa. Espero que podamos continuar con estos diálogos.”

Pues sí, debemos otorgarle reconocimiento al creador de planes astutos: durante su gobierno ha logrado perder frente a Turquía en todos los aspectos.

Con Erdogan, Turquía ha pasado de ser un subordinado miembro de la OTAN con problemas económicos eternos y una inacabable guerra con los curdos, a una potencia regional de primer orden.

Bajo la apariencia de colaboración y diálogo con Putin, Erdogan nos ha expulsado del sur del Cáucaso: tras el triunfo de Karabaj, Azerbayán ya es como otra provincia turca, Armenia le dijo adiós a Moscú y dejó la CSTO (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva), y Georgia y Abjasia están bajo la vigilancia económica y geopolítica de Ankara. De Asia Central ya ni hablamos: ha caído por completo en la órbita de USA, Reino Unido y Turquía bajo el marco del proyecto “Gran Turán”.

Ahora el sultán turco nos ha expulsado de Siria, tiene en sus manos el destino de nuestro grupo sirio y se ha hecho con una efectiva palanca de influencia en Moscú.

Peor aún: el proyecto turco ya ha penetrado en suelo ruso y está reforzando sus posiciones en las regiones musulmanas de nuestra Madre Patria. A juzgar por lo abierta y agresivamente que avanza la islamización de Rusia, está claro que Moscú cuenta con unirse a este proyecto como socio menor y fuente de recursos naturales, cosa habitual para la “élite” rusa.

En su opinión, ya no queda nada para la Rusia liberal: Occidente le dio una patada en el trasero y cerró el abrevadero del gas, mientras China está retorciéndole el brazo al tirar por los suelos los precios de los recursos naturales rusos. Es posible que, al menos, le den un lugar en el “Gran Turán” y al mismo una puerta trasera hacia Occidente…

Este es el precio de la traición a la Primavera Rusa y la deliberada destrucción, en 2014, del proyecto ruso para el resurgir de una gran potencia independiente.

¡Señor Jesucristo, concédenos un zar victorioso, la liberación del yugo judío y la victoria sobre el ejército del diablo!

Katyusha (ortodoxos comunistas)

Ayer hubo un aaque terrorista en el centro mismo de Donetsk (https://t.me/regnum_na/66607). Volaron un coche en el que viajaba uno de los principales representantes de las fuerzas del orden. Él murió y su esposa perdió una pierna y está ahora en Cuidados Intensivos. Los terroristas habían colocado explosivos en los bajos del vehículo.

La cabeza de este hombre tenía puesto precio en Ucrania, donde lo acusaban de la muerte de “prisioneros de Azov” cuando éstos fueron bombardeados por misiles ucranianos. Ésa es su lógica. Y se han librado de él.

¿Y a quién puede asombrarle? Los agentes del enemigo matan tranquilamente a nuestras fuerzas de combate en ciudades rusas (https://t.me/putnik1lv/8973) y Zelenski amenaza abiertamente a Putin cuando dice que “…quizá Ucrania tenga que dejar vivo a alguien en Moscú para conseguir todos sus objetivos.”

No hay nada sorprendente en todo esto. Los banderitas (seguidores del nazi Stepan Bandera) circulan por ahí tranquilamente y no temen ser capturados.

Zergulio (veteranos Z)

Y he aquí, de hecho, una de las claras lecciones de Siria (https://t.me/rsotmdivision/23616). Miles de columnas de soldados del ejército sirio huyendo cobardemente tras abandonar sus posiciones, armas y equipos.

No son los terroristas los que han acabado con Siria, sino las inacabables mentiras a todos los niveles.

A Bashar al-Assad probablemente lo informaban las 24 horas de que el ejército estaba contento con todo y bien provisto, de que la población era feliz y de que el electorado lo apoyaba al 99%. Como resultado, se intensificó la persecución de los disatisfechos y aumentó el nivel de mentiras. Y así año tras año. Cada vez había menos disidentes que hablasen abiertamente sobre lo problemas.

Y así aparecieron dos Sirias: una virtual y una real. En la primera, todo iba bien, los terroristas eran derrotados, las perspectivas de desarrollo eran óptimas. En la segunda, todo estaba pudriéndose y tambaleándose, y bastó una patada para tirarla por los suelos.

Las autoridades sirias se mintueron demasiado a sí mismas y mutuamente. Como resultado, perdieron todo contacto con la realidad, con lo que estaba ocurriendo “sobre el terreno”.

Se trata de una lección importantísima para todo el mundo, no sólo para Rusia. Pero nosotros, dado nuestro enfrentamiento a USA y la OTAN, deberíamos erradicar tales males y mentiras con especial encono. Su existencia es real. Ahí están los proyectos nacionales “Recuperación del Volga” y “Protección de Baikal”, o los grupos ucranianos de reconocimiento y sabotaje “vencidos y expulsados” en la región de Kursk el 6 de agosto, ¿recuerdan?

Volviendo a Siria, en semejante situación, objetivamente, ni Rusia, ni Irán ni nadie podía hacer nada. El ejército sirio a principios del 2024 tenía supuestamente 130.000 efectivos, con equipamiento, artíllería, defensa aérea y aviación. En realidad había cero.

Estos foros trazan paralelismos entre el gobierno potemkin de Assad y el de Putin. ¿Se ve a dónde apuntan?

Esta guerra en Ucrania es muy parecida a la situación en Siria. En realidad, la guerra siria se perdió en 2016. El gobierno de Assad era débil y tenía poco apoyo popular. Carecía de verdaderos aliados, de verdadera voluntad de resistir a Occidente. Es una situación casi idéntica a la del Donbass y el gobierno de Putin. No se puede ver lo débil que es la posición de Putin porque no ha habido ningún golpe de estado exitoso en Moscú y porque se produce propaganda triunfalista en masa diciendo que Rusia está ganando. El Kremlin acaba de soltar este pedazo de trola que lo demuestra. Aquí:

Principales comentarios de Sergey Naryshkin, director del SVR (servicio de inteligencia exterior de Rusia):

◻ En el medio plazo, Occidente puede intentar desatar un conflicto armado global con su epicentro en Eurasia;

◻ Occidente está listo para tomar medidas extremas para conservar su dominio;

◻ USA está perdiendo la inciativa en todos los frentes, desde Oriente Próximo hasta Asia y África, y está sufriendo indiscutidos fracasos en la esfera post-soviética;

Hizo esta afirmación dos días después de haber perdido a Siria.

Entretanto, Transnistria se deja abandonada, se producen disturbios en Abjasia, los georgianos están replicando en Tibilisi lo de Maidan, un oficial ruso es asesinado con una bomba en la ciudad de Donetsk, llueven misiles de la OTAN sobre territorio ruso, las FAU (Fuerzas Armadas de Ucrania) han cruzado las fronteras rusas de 1991, Finlandia se ha unido a la OTAN, Kazajstán odia a Rusia y una buena parte de los cortadores de cabezas que hay en Siria proceden de Uzbekistán.

Pero, al parecer, Rusia tiene a los anglosajones bajo control.

◻ Los anglosajones han tenido que recurrir al terror y a la eliminación física de sus enemigos, como lo muestra el intento de asesinato del Primer Ministro eslovaco, Fico;

◻ En cuanto a las amenazas contra Vucic y Orban: los anglosajones están atacando a los dinámicos líderes del emergente mundo multipolar;

Esta afirmación no es seria: Vuvic vende a Ucrania armamento serbio y aspira a integrarse en la OTAN.

◻ Según el SVR, la esfera post-soviética continúa siendo un objetivo prioritario para las agencias de espionaje estadounidenses y británicas.

Respecto a la Operación Militar Especial de Putin:

➖ Las fuerzas ucranianas están al borde del colapso;

➖ Rusia está a punto de lograr sus objetivos, y el ejército ruso tiene la iniciativa estratégica en todos los frentes;

Los objetivos de Rusia eran desnazificar y desmilitarizar Ucrania. Ninguno se ha logrado. Pero en fin.

➖ El régimen de Zelenski ha perdido por completo su legitimidad y, por tanto, su capacidad de negociación;

➖ Occidente planea combatir a Rusia hasta el último ucraniano y después obligar a los países bálticos, europeos del este y alemanes a continuar la lucha;

➖ Las futuras escaladas no conducirán al agotamiento de Rusia, como creen Washington y Londres, sino que más bien culminarán en la derrota estratégica del propio Occidente.

Sin embargo, fue el propio Moscú quien, hace dos o tres años, fue objeto de una OME (Operación Militar Especial) por parte de Prigozhin. Recordémoslo:

En 48 horas un grupo de 4000 hombres armados llegó al límite regional de Moscú. Más o menos el mismo número de tropas que, en principio, tomaron Aleppo. ¿Pensaba Prigozhin que con eso podía conquistar la ciudad entera al estilo sitio de Estalingrado? No; en lo que confiaba era que sus aliados se sumaran a la acción y que sus enemigos cambiasen de bando, al igual que ha ocurrido en Siria con todas las ciudades que se han tomado sin efectuar un disparo. La situación pendió de un hilo: ¿se alinearían las élites de Moscú con Prigozhin, o con Putin?

A día de hoy seguimos sin saber cuál fue el cálculo decisivo dentro del Kremlin. Al final Prigozhin logró cerrar un buen trato y conservar Wagner en lugar de tener que cedérselo a Shoigu (que fue la disputa original que causó el motín), pero Putin lo traicionó, renegó del trato y ordenó que lo mataran.

A lo que voy es a que la posición de Putin ya era, por entonces, precaria. Un capitán mercenario llegó hasta Moscú sin ninguna resistencia militar. Los soldados se retrajeron, los generales rehusaron bloquear las carreteras y los ciudadanos salieron a las calles de Rostov dando vivas. Lo que digo es que cuando llegue el fin de Putin también será rápido.

Al igual que con Assad:

  • El ejército odia a Putin y a su gobierno de cleptócratas (lea los canales de Telegram rusos si no me cree)
  • Cualquiera que tenga la más mínima ideología política en Rusia (estalinistas, nacionalistas, monárquicos, liberales… ¡todos!) odia a putin y a su gobierno
  • Una buena porción de las élites de Moscú forman parte de una Oposición Permanente prooccidental que quiere que se levanten las sanciones y está dispuesta a entregar a Putin para lograrlo
  • Putin está perdiendo esta guerra, y la está perdiendo del modo más chapucero y sangriento posible, y muchos rusos así lo entienden (es innegable que las FAU están en Kursk)
  • La economía está tambaleándose y los precios de todo están por las nubes; el rublo casi ha colapsado
  • El gobierno de Putin está importando decenas de millones de cortadores de cabezas de morolandia que serán usados como janisarios por el mejor postor

Lo único que hace falta para deponer a Putin es convencer a ciertos agentes secretos, como el mencionado Naryshkin, para que se libren de él. El asidero al poder que tiene Putin es a través de su FSB, que controla vastos sectores de la economía, mass media, delincuencia, redes clientelares, etc. La otra facción son los oligarcas, que tienen el resto de las cuotas del control en Rusia; y ya sabemos que muchos, si no la mayoría de los oligarcas quieren que Putin se vaya. Para que este potencial golpe de estado se convierta en un hecho basta con alguien del ejército, el FSB, o la oligarquía actúe contra él.

Entonces, una vez Putin haya caído, empezará la guerra civil en Rusia, como está pasando ahora en Siria. Lo cual llevará a la partición de Rusia cuando la cantidad suficiente de sangre se haya derramado. Y llegado el momento nos lo venderán como determinación nacional, liberalismo, anti-colonialismo o lo que sea. La estrategia de Putin era la de hacerse útil para Washington, pero parece que sólo ha sido capaz de ganar algo de tiempo, y no un billete para el club de la élite interior. Continúa siendo prescindible, aunque ha hecho un magnífico trabajo al preparar a Rusia para la disolución y la desintegración, al igual que hizo su anterior jefe de la KGB, Andropov, seguido por Gorbachev y Yeltsin, claro está.

La única razón por la que aún no se ha perdido la guerra en el Donbass, en mi opinión, es porque quienes la están llevando a cabo son eslavos, no árabes.

La CIA, el MI6, el KGB y el Mossad han pasado décadas promoviendo el resurgir del islam a partir de su casi extinción a la vuelta del siglo XX. Lo han hecho porque saben que el abrahamismo es una poderosa arma contra el nacionalismo, a su vez un sistema muy superior, que permite a las naciones resistir al globalismo judeo-protestante. Ahora usarán a estos seguidores de Abraham contra Irán, que es un país seglar (los persas, al menos, lo son) que se hace pasar por islámico porque la CIA colocó en el poder a los mulás para romperlo desde dentro. Cuando hayan acabado, enfocarán su atención sobre Rusia.

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Reseña analítica de “La guerra”, de Balabanov

Teñida del pesimismo habitual en el cine de Balabanov, La guerra (Война, 2002) es una entretenida e instructiva película que pretende mostrar con plausible realismo, a través del relato del protagonista durante su encarcelamiento a la espera de sentencia, el ambiente anárquico e inmerso en corrupción donde se desarrolló el conflicto armado entre el ejército ruso y los secesionistas chechenos. Mientras que el liderazgo político de Moscú no parece tener muy claros sus propios objetivos ni hacia dónde camina, y sus cuadros militares y servicios de inteligencia actúan a menudo de forma irregular o arbitraria, cuando no plenamente ilícita, en Chechenia intentan tomar el poder los caóticos señores de la guerra, con sus feudos, clanes y mafias que, además, controlan el crimen organizado de esa región (“allí todos son mafiosos”, dirá Ivan). Pero tanto en un bando como en el otro las motivaciones personales son más de índole económica que política o ideológica, y casi todos los agentes buscan, ante todo, llenarse los bolsillos con cada oportunidad que se les presente.

La trama

Año 2001. En el escenario del segundo conflicto bélico en Chechenia, Iván es un joven sargento del ejército ruso, con dos años de servicio en el frente, que lleva varias semanas preso en una base de los “terroristas” (así consideró Rusia a los secesionistas que habían tomado las armas) en las montañas del Cáucaso norte a cargo del cacique local Aslan Gugaev. Tratado como un esclavo, según la costumbre musulmana para con los prisioneros, Iván comparte cautiverio con otros militares y civiles en condiciones deplorables, malnutridos, obligados a trabajar para sus captores haciendo toda clase de faenas, golpeados a diario y, en ocasiones, mutilados o incluso decapitados a capricho del jefe.

Un día los guerrilleros traen a su campamento a una pareja de artistas británicos (John y Margaret) que han capturado en Georgia con la intención de obtener un fuerte rescate por ellos. Al cabo de un mes, Aslan decide quedarse a Margaret como rehén y soltar a John para que reúna en Londres el dinero, concediéndole un plazo de dos meses. Al mismo tiempo libera a Iván, que habla inglés, con idea de que le sirva de intérprete al londinense hasta su entrega a las autoridades rusas y, de paso, para que intente agilizar con el Gobierno el canje de un sobrino de Aslan, a la sazón condenado por terrorismo, a cambio de otro prisionero de los chechenos, el capitán Medvedev. La liberación de Iván no es económica, sino puramente instrumental, como contará el sargento a una periodista: “Soltar a un soldado no es rentable. Pagan muy poco. En Shatoi hay un mercado donde se fijan los precios. Allí se compran y se venden rehenes, se encargan asesinatos… Es una mafia controlada por los chechenos”.

A partir de ahí la película describe las peripecias de John -fructuosas sólo a medias- para intentar reunir el dinero, pidiéndoselo a familiares y autoridades, así como el regreso de Iván, ya desmobilizado, a su ciudad en Siberia, donde no le resultará fácil adaptarse porque, tras su vida en el frente, se encuentra ahora desubicado en el mundo civil y además le cierran las puertas del mercado laboral porque quienes han combatido en Chechenia son vistos con desconfianza. De vuelta en Rusia con parte del rescate, John irá hasta Siberia para para ofrecerle una golosa gratificación a Iván si lo acompaña a Vladikavkaz para ayudarlo a recuperar a Margaret. El joven accede y se ponen en marcha. Sin la colaboración de las autoridades, intentan al principio echar mano de siniestros contactos que trabajan al margen del cauce oficial, pero pronto comprenden que esa vía, controlada por mafiosos, los aboca a ser estafados o incluso asesinados, así que finalmente deciden intentarlo por sí mismos. En este punto el guión se hace un tanto inverosímil, puesto que las argucias y la destreza empleadas para salvar los obstáculos -y la distancia- interpuestos entre ellos y la aldea de Aslan, así como para sacar de allí a Margaret y Medvedev, sin más ayuda que la de Ruslan, un pastor checheno al que toman cautivo, parecen propias de una entrega de Rambo; pero, aunque por último consiguen su objetivo, no será sin penosas consecuencias para Iván, que acabará acusado de graves delitos por la justicia rusa.

Análisis (contiene spoilers)

Argumentalmente es un filme consistente: tanto los personajes como las situaciones son, en general, creíbles, y parecen tener un sólido respaldo histórico, político y social: la mentalidad y actitud de la gente, los modus operandi del ejército, musulmanes chechenos, gobiernos y autoridades implicadas (rusas y británicas), la idiosincrasia de unos y otros, etc., son fáciles de verificar en diversas fuentes periodísticas e históricas.

John es el típico anglosajón que habla a todos en inglés como si estuviera en su país, sin considerar que en Rusia nadie tiene obligación de conocer ese idioma (característico supremacismo wasp); y también el típico occidental que, escandalizado por las barbaridades de la guerra, invoca sin cesar unos derechos humanos que sólo provocan la hilaridad, cuando no la ira, de sus captores. Así se nos da a entender, con manifiesto escepticismo, que en el conflicto checheno (y probablemente en la mayoría de escenarios bélicos) los crímenes de guerra fueron lo habitual y el respeto a las leyes la excepción. Por otra parte, aunque el guión nos lo presenta como un hombre no carente de coraje, su egoísmo e ingratitud eclipsan dicha virtud, pues en varias ocasiones pone en peligro a quienes lo ayudan -e incluso el buen término de la empresa- a causa de su empeño en grabar, con una pequeña cámara, todo lo que va ocurriendo a su alrededor desde que regresa de Londres; y es que un productor británico le ha prometido una cuantiosa suma por el material gráfico obtenido. Peor aún: su puritanismo protestante y su gazmoñería humanista lo llevarán más tarde a testificar en juicio contra Iván, pese a deberle su vida y la de Margaret.

Por su parte, Iván es el paradigma del héroe de Balabanov, similar al representado por el personaje Danila Bagrov en la famosa película Hermano (Брат, 1997): un patriota ruso del común, noblote y osado, endurecido por la guerra pero que ha sabido conservar sus valores morales y los sentidos de la lealtad y la justicia. No obstante, tal vez lo menos consistente del personaje sea su decisión de regresar a la zona de guerra, ya que ni su amistad con John (simples compañeros de infortunio apenas durante un mes), ni la gratificación que éste le promete, ni un razonable afán de justicia parecen ofrecer justificación bastante para embarcarse motu proprio en esa aventura, sobre todo conociendo de primera mano los graves peligros que lo aguardan. La motivación de John se comprende, pues su novia quedó rehén y él prometió rescatarla, pero a Iván no se le ha perdido nada en el Cáucaso por lo que valga la pena arriesgar su vida de nuevo. Ni siquiera el proyecto de liberar al bravo capitán Medvedev (abandonado por el Kremlin) y ajustarle las cuentas a Aslan parecen razones suficientes para acometer una misión con escasas probabilidades de éxito.

En cuanto a Aslan, Balabanov lo presenta en términos relativamente elogiosos: aunque hombre cruel e implacable, al menos sabe bien por qué lucha. Para él no es sólo cuestión de enriquecerse, sino de religión, supervivencia histórica y sentimiento de pertenencia a su pueblo. Es un tipo lo bastante inteligente como para comprender los transfondos de la política y sacarle partido a las contradicciones inherentes al régimen de Moscú, sin que, por otra parte, la animadversión hacia sus enemigos le impida reconocer y honrar el valor de algunos de ellos. En una acertada y bien hilvanada perorara que le echa a Iván, le dice: “Entre los vuestros hay buenos elementos. Vi uno enjaulado en Vizkhayansk. Un recluso duro, fuerte como un checheno. Si gente como él dirigiera Rusia, podríais ganar esta guerra; pero de ésos tenéis muy pocos. Sois débiles y estúpidos, y vuestros dirigentes, imbéciles. Habéis perdido Ucrania y Kazajstán; habéis regalado la mitad del país; pronto los chinos se harán con el oriente. Mientras lucháis contra nosotros, poseo en Moscú un hotel y tres restaurantes; y aunque ordeñamos a los rusos como vacas, seguís pagándonos del presupuesto estatal. Te diré por qué lucháis tan mal: porque no lo hacéis por vuestra patria; os han arreado aquí como si fuérais ganado, pero yo conozco a mis ancestros desde hace siete generaciones. Ciento cincuenta años atrás ya estábamos cortándoos en pedazos. Esta es mi tierra y voy a limpiarla de perros infieles hasta que no quede un maldito ruso desde aquí hasta Volgogrado.” Estas palabras reflejan probablemente la opinión personal del director respecto a la Rusia de Putin.

Por último, el pastor checheno, Ruslan, cuya inestimable ayuda para llevar a buen término la aventura es obtenida por Iván mediante la fuerza, el chantaje y el engaño, resulta también un carácter perfectamente verosímil: un hombre no demasiado comprometido con la causa secesionista que espera obtener del ex sargento, a cambio de su colaboración (bien que forzosa), una ayuda para que su hijo entre en la universidad de Moscú; y que, por lo demás, ha sufrido en sus propias carnes el cacicazgo de Aslan, a quien profesa cierta inquina. Pero, aunque al final Iván -que en realidad no tiene ningún contacto en la capital- no sólo le respeta la vida sino que le entrega parte de su propia y bien ganada recompensa, Ruslan mostrará por último su ánimo rencoroso y desagradecido al presentarse también como testigo de cargo contra él.

Por lo demás, la representación de casi todos los actores es buena; a la altura -cuando no por encima- de la que vemos en muchas producciones de Hollywood o europeas. Se los percibe naturales, sin las muecas o aspavientos teatrales tan comunes en la escuela española y sin los ademanes estereotipados y sintéticos del cine norteamericano; si bien es cierto que las exigencias dramáticas del guión son bastante modestas: no se expresan sentimientos complejos que requieran gran pericia interpretativa.

Quizá el otro punto débil del guión, aparte la pobremente justificada decisión de Iván de emprender la aventura del rescate, sean las audaces y venturosas hombradas (en escenas equiparables, por lo demás, a las de cualquier buena película de guerra) que conllevan al éxito de la misión; pero al menos el director tiene el acierto de mantenerlas dentro de los límites de lo improbable, sin llegar a presentarnos ninguna que resulte del todo increíble.

De cualquier modo, aunque lo más entretenido de la película puede ser, precisamente, el desarrollo de tales aventuras, lo más interesante -a mi entender- es la pertinente descripción, desapasionada y veraz, del clima social y político en que transcurren los acontecimientos, así como el acierto con que se exponen las debilidades humanas: la general indiferencia por la suerte de combatientes y cautivos, las inevitables mafias que lo manejan todo, las paradojas del sistema legal y judicial, el dinero como principal motivador de unos y otros, y sobre todo -como amargo colofón- la profunda ingratitud del ser humano.

Así, por ejemplo, el gobierno ruso resulta no tener ningún interés en rescatar al valioso capitán Medvedev; y aunque al espectador no se le explica el por qué de ese abandono, quienes están un poco al tanto del transfondo de la política de Putin y conocen otros casos similares pueden suponer dos razones: por una parte, los patriotas nacionalistas de los llamados “a la derecha del Kremlin”, sobre todo si son militares, constituyen un problema para el gobierno, temeroso de un movimiento popular radical que se oponga al sometimiento de Moscú a las oligarquías nacionales y a las élites financieras internacionales; de modo que a la camarilla presidencial no le preocupa demasiado que tales hombres mueran o “desparezcan” en combate. Quizá Balabanov esté dándonos a entender que Medvedev es uno de tales patriotas. Por otra parte, en los conflictos bélicos de la Rusia actual, muchos de los intercambios o rescates de rehenes ni siquiera se hacen de manera oficial, sino privadamente por miembros del FSB (servicio de inteligencia ruso) o ex mandos del KGB, que se ganan una comisión con cada operación; y como en un canje como el propuesto no hay dinero de por medio, ya que la familia del capitán no es acaudalada, tampoco hay mucho interés en realizarlo.

Es importante saber también, para tener más claves con que entender la película, que según los rusos más críticos y fatalistas una de las causas de aquella guerra fue que el FSB y todo el aparato de corruptelas del Kremlin querían una tajada en la mafia de Chechenia (narcotráfico y otros negocios ilícitos), que la etnia local monopolizaba y se negaba a compartir. De acuerdo con esta versión, todo estaba podrido desde un principio.

Otro de los mensajes que parece transmitir este filme es cierta ponderación de la guerra, un poco al estilo de Valle-Inclán u otros autores clásicos, como actividad que convierte a los jóvenes en hombres y que, de algún modo, le da sentido a la vida. En un breve y emotivo monólogo, el avejentado padre de Iván, enfermo en un hospital, le dirá a su hijo: “Es bueno que hayas estado en la guerra porque eso te ha hecho un hombre, que es lo que debes ser. ¡Cómo me gustaría poder levantarme e ir yo también!” Quizá con esto Balabanov quiera remarcar el contraste entre los viejos tiempos, cuando se luchaba por algo con convencimiento, y la mentalidad individualista, hedonista y de enclenques valores imperante en nuestros días.

Pero quizá el aspecto más dramático y sobresaliente del guión, así como el menos halagador para el género humano, se pone de relieve cuando nos desvela cómo salen con bien los ingratos y caen en desgracia quienes actuaron con más altruismo. Así, John volverá a Londres, estrenará su película, escribirá un libro y se hará famoso; Ruslan logrará que su hijo entre en la universidad de Moscú; pero ambos van a testificar contra Iván cuando la justicia lo acusa. Sólo el capitán Medvedev dará la cara por él. De modo que únicamente sale malparado el protagonista, contra quien se dirige la maquinaria penal pese a ser sus motivaciones las menos egoístas. A este respecto, por cierto, el filme nos propone un interesante dilema: Iván, ante la inacción y desidia de su gobierno, decidió acometer de modo particular la empresa de liberar a un indefenso rehén civil y a un esforzado mando militar; pero en la refriega mueren a sus manos varios civiles chechenos — por consiguiente, rusos. La ley, desde luego, no está de su parte porque él ya no es un soldado y ninguna autoridad le ha encomendado esa misión, de manera que tales actos violentos constituyen un delito (por mucho que las víctimas civiles fueran, presumiblemente, cómplices o cooperadores en la lucha secesionista). Ahora bien: ¿es Iván moralmente condenable? Si el aparato represivo del sistema funcionase como debería y persiguiese, en proporción a su gravedad, todos los delitos de los que tiene conocimiento, quizá la respuesta a esa pregunta sería más sencilla; pero en un país donde la corrupción y las mafias, causantes de muchas y peores tragedias, campan a sus anchas con manifiesta impunidad, la justicia se desligitima y relativiza. También John, otro civil -y extranjero para más inri-, hirió o mató a varios chechenos sin que por eso nadie en Rusia o Reino Unido presente cargos contra él. Hay aquí una clara denuncia al sistema penal ruso, que se ensaña con un pobre diablo mientras deja tranquilos a los peces gordos.

A través de los ojos de Balabanov podemos percibir, no cabe duda, una seria crítica a Rusia tanto a nivel social como institucional: un gobierno vendido a los agentes económicos, un pueblo desorientado, laxitud de los valores éticos, cohecho a todos los niveles, etc. Lo que no tengo claro es si esa crítica se dirige especialmente contra el régimen post soviético como tal, es decir, si debemos entender que los sucesos (por lo demás imaginarios, pues ignoramos hasta qué grado se basan en hechos concretos) y el ambiente son consecuencia directa del derrumbe de la URSS (lugar común al que acuden los nostálgicos ideológicos del comunismo: “tras la Perestroika, la decadencia”), o si son simple manifestación de ciertas facetas negativas de la mentalidad rusa, cuando no de la naturaleza humana en general, que se ponen de relieve en situaciones propicias para ello. Muchas producciones de Hollywood tampoco ofrecen una favorable visión de nuestra especie y no por eso concluimos que la sociedad norteamericana esté degenerando. Conviene tener en cuenta que Alexei Balabanov gusta de cargar las tintas sobre los aspectos más oscuros de la personalidad, y que en su filmografía, deliberadamente sensacionalista (aunque no sea el caso de La guerra), tienen especial protagonismo los psicópatas.

Señalaré, por último, que la canción (Mi estrella, de Butusov) que cierra el film con los títulos de crédito es preciosa, de una tristeza conmovedora incluso para quienes no entiendan la letra. Sólo por escucharla vale la pena ver la película.

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Tú y usted, una novedosa jerarquía social

Hace poco tuve una interesante conversación con Mistral 8x7B (un modelo de inteligencia artificial) sobre los usos e implicaciones del tuteo y el usteo. La cuestión era la siguiente:

Muchas lenguas tienen una forma cortés y otra familiar para dirigirse a los demás. En España empleamos la segunda persona del singular y el pronombre con los niños o con quienes tenemos confianza bastante, y la tercera del singular y el pronombre usted para hablar con desconocidos, especialmente cuando son personas mayores, si bien para esto en muchos países hispanoamericanos (y antaño en el nuestro) se utiliza el vos en la segunda del plural, como es también el caso de otras lenguas romances (vous en francés, p.ej.) y de todas las eslavas. El inglés parece una excepción, pero quizá no lo sea tanto. Me referiré a él más abajo. Sigue leyendo

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La Serena y el valle del Elqui, despedida y cierre

Misma fecha y lugar

Fue así cómo a media tarde de ese largo día, sin haberlo planeado, di con mis huesos en La Serena, una ciudad que tres meses antes, en mi camino hacia el norte, había evitado por suponerla muy turística. Y lo es, pero ahora estábamos ya en temporada baja y, además, resulta que la zona de mayor turismo es la costanera, a lo largo de la playa, donde se ubican las torres de apartamentos, los hoteles o bungalós caros y los restaurantes subiditos de precio. El casco urbano, mucho más antiguo, se halla dos quilómetros tierra adentro, al final de un recto y largo bulevar, de suerte que ambas zonas son relativamente independientes una de otra. Aquí es donde, salvo el faro, se encuentran todos los atractivos históricos, y tampoco escasea la oferta hotelera.

Valle del Elqui, cerca de La Serena

La primera noche, para no equivocarme, me quedé en un hostal con buenas referencias y cercano a la estación de autobuses; pero al día siguiente, como quiera que mi habitación resultó más bien fría, me mudé a un económico albergue bastante informal, situado prácticamente en el centro y con mejores referencias aún. Esta vez acerté de lleno, ya que no sólo me tocó una habitación muy acogedora y con calefacción, sino que el anfitrión, Víctor, resultó ser un tipo fenomenal: Sigue leyendo

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Iquique bajo una duna y frustrada estancia en Vallenar

Iquique, encajonada entre el Pacífico y el Cerro Dragón. (Foto: tourweek.ru)

10 de septiembre, Santiago de Chile

Aeropuerto internacional Arturo Merino Benítez, matando mis últimas horas en Chile. Me sorprende que ya haya transcurrido casi una semana desde que escribí el capítulo anterior; señal de que los eventos viajeros se han sucedido con rapidez, sin dejarme un momento para actualizar el diario. Ahora mismo, en cambio, no tengo nada que hacer durante las nueve horas que faltan para coger el avión, salvo poner mis notas al día y derrochar mi dinero pagando cervezas a diez dólares en cualquier restaurante aeroportuario; así que vamos a ello; a ambas cosas.

Dejé atrás Pica con algo de pena, ya que era mi última etapa en el desierto, lejos del mundanal ruido. Pero todo tiene su fin, y a mis días en ese pequeño pueblo les llegó el suyo. Era un lunes al mediodía cuando desalojé mi habitación, me despedí de mis hospitalarios anfitriones y me fui a paso tranquilo hacia el cruce del que salen los transportes a Iquique, la ciudad más cercana donde podía coger un bus con dirección sur. Sigue leyendo

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Oasis de Pica y un faro en el mar de arena

Cementerio de Pica

2 de septiembre, Pica

El lector curioso no tiene más que buscar Pica (región de Arica, Chile) en su Sigue leyendo

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Hacia Pica por la ruta de las quebradas

Fondo parcelado de una quebrada

Misma fecha y lugar

Estoy sentado a una mesa en un agradable restaurante de Pica, en mi segundo día de estancia aquí, valorando si quedarme otros tres o cuatro para matar la semana y pico que aún me falta hasta tomar el vuelo de regreso a España. En vista de lo ya conocido, no sé si encontraré mejor lugar para esta última etapa del viaje. Pero no adelantemos acontecimientos y prosigamos el relato donde lo dejé el capítulo anterior.

La Panamericana Norte faldea la quebrada de Vitor

Inicio del descenso a la espectacular quebrada de Camarones

Había comprado con bastante antelación el billete de Arica a Humberstone porque dicho trayecto es aquel que la tribu de inmigrantes que se adueñó del bus me había impedido disfrutar cuando lo recorrí a la ida, y tenía muy presente mi frustración por tal pérdida, en especial la de los paisajes que el paso por las quebradas ofrece. Ya entonces me impuse como ineludible objetivo el tener la ocasión de fotografiar a placer esas vistas a la vuelta, de modo que ahora me procuré el mejor asiento posible a tal fin, y tenía puestas muchas espectativas en esta nueva ocasión. Sigue leyendo

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