Hoy recupero un artículo que Riley Waggaman publicó hace ya más de un año, tras participar en un debate online titulado “Rusia y el Gran Reinicio – ¿Oposición o complicidad?” (cortesía de OffGuardian y Unlimited Hangout) que a su vez se inspiro en un vídeo del polémico James Corbett. Como el tema va sobre un proyecto al que aún le quedan siete años de vida, sigue siendo de actualidad.
Igual que en anteriores ocasiones, me limito a ofrecer mi traducción del artículo original en inglés.
Sí, Rusia es cómplice del Gran Reinicio
Un obstáculo inevitable en cualquier debate de este tipo es cómo definir el Gran Reinicio y qué significa ser “cómplice” de él. Personalmente, creo que el Timo del Virus y el Gran Reinicio son indisociables. Como bien señaló Herr Schwab: “La pandemia supone una excepcional pero breve oportunidad para reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro mundo.” [Las negritas son mías — Freelander]
¿Aprovechó Rusia esa “oportunidad”? Por supuesto que sí. Rusia utilizó la falsa “crisis sanitaria” para hacer trizas el contrato social y dedicarse a una vigilancia digital y un control sobre su población nunca vistos.
Las anti-humanas políticas Covid en Rusia destruyeron innumerables negocios, alteraron gravemente la educación y privaron a la gente de atención sanitaria rutinaria. En mitad de la mayor catástrofe socioeconómica que ha sufrido Rusia desde la ruptura de la Unión Soviética, Sber y otras grandes empresas se asociaban con el Foro Económico Mundial (FEM) para acelerar la Cuarta Revolución Industrial en el país. ANO Digital Economy, la organización que alberga al Centro ruso para la cuarta revolución industrial (que ha borrado de su web el logotipo del FEM) continúa mencionando, como una de sus principales misiones, “FEM y cooperación internacional”.
Las sanciones [por la guerra en Ucrania] han obligado al FEM a cortar lazos formales con Rusia, pero ¿qué signfica en realidad este “divorcio”? De todas formas, Rusia va a crear su moneda digital de banco central (MDBC), una red de reconocimiento facial, pasaportes de vacunación y carnés genéticos. El “reinicio” social y económico sigue en marcha: es el mismo Gran Reinicio, sólo que sin el logo del FEM.
La “operación epecial” en Ucrania no supone una rebelión contra la tecnocracia y el teatrillo de la bioseguridad inspirados en “el virus”. De hecho, debemos esperar más controles y regímenes draconianos (en Rusia y el resto del mundo) en nombre de la salud pública, la seguridad nacional y la estabilidad económica. Porque en verdad se preocupan por nosotros.
Y por supuesto el fraude covid continúa sin interrupción. El 1 de abril Rusia registró la primera vacuna intranasal “del mundo” basada en un preparado genético no testado; el 30 de marzo nos anunciaron que Rusia y Kazajstán firmarán pronto un acuerdo para el mutuo reconocimiento de pasaportes de vacunación covid; Alexander Gintsburg -el Anthony Fauci de Rusia- reveló hace poco que iba a empezar a ensayar su innecesario y no probado chute Sputnik-M en niños de entre 6 y 11 años. También tiene dicho que en Rusia los niños deberían re-vacunarse cada seis meses. Etcétera. Todo esto es inútil, depravado y anti-humano.
Entretanto, recientemente se ha formado una comisión, integrada por algunos de los más destacados tecnócratas de Rusia, con el fin de proteger la economía del país de las sanciones occidentales. Entre sus miembros están: la psicópata de las jeringuillas Tatyana Golikova, Dmitry Chernyshenko (el viceprimer ministro que dirige el ANO Digital Economy vinculado al FEM) y Sergey Sobyanin, el hombre que quiere que a los moscovitas se les implanten chips subcutáneos para calcular el precio de sus seguros médicos.
Como dije durante el debate, creo que estamos asistiendo a la formación de al menos dos bloques [mundiales] diferentes que usarán el mismo tipo de tecnocracia y bioseguridad para hacer que la vida sea intolerable.
El 22 de marzo TASS informaba sobre la apertura del nuevo Centro BRICS para investigación y desarrollo de vacunas, que servirá para “responder con rapidez a amenazas biológicas y asegurar la protección de los países participantes.” El ministro de salud ruso Mikhail Murashko (que había equiparado los pasaportes covid a “un nuevo estilo de vestir”) colmó de elogios a la nueva iniciativa:
“Las primeras vacunas contra la covid-19 se desarrollaron y probaron precisamente en el espacio BRICS, y esto pone de relieve la importancia de seguir trabajando activamente en esta dirección”, dijo.
Lo siento, pero esto no es tranquilizador. Sobre todo si está uno familiarizado con la íntima colaboración entre el gobierno ruso y Big Pharma [las grandes farmacéuticas]. No se olvide que AstraZeneca y otros simpáticos laboratorios occidentales han hecho votos de no marcharse de Rusia aunque el Kremlin esté viéndoselas con los globalistas.
Un último comentario antes de salir a por mi dosis de refuerzo Sputnik V nasal: Por lo visto, Tom Luongo se sintió obligado a amonestarnos a Ian Davis y a mí por expresar en el [mencionado] debate pareceres no de su agrado:
“En mi opinión, son la peor clase de tontos útiles en tiempos como éste, por permitir que sus sesgos personales y -francamente- neurosis prevalezcan en sus publicaciones, lo cual, en última instancia, no hace más que ayudar a la misma gente a la que tanto temen.”
En un podcast de septiembre del 2020, Tom alegaba que la Sputnik V “representa una amenaza para el proyecto de la Gente Davos de llevar a cabo el Gran Reinicio del mundo mediante la destrucción social… En lugar de acoger de buen grado la vacuna, basada en otras vacunas seguras y efectivas del MERS y el ébola, nuestro liderazgo político se enfada y se embaraza a sí mismo con su ignorancia y su reflejo reaccionario.”
Citaba un editorial de RT escrito por Kirill Dmitriev, un Joven Líder Global del FEM:
Por cierto, un editorial muy malo. Ya refuté las rocambolescas declaraciones de Dmitriev en un artículo que me publicó el Brownstone Institute:
El Kremlin ha rechazado las críticas del desarrollo y lanzamiento hipersónicos de la Sputnik V recalcando anteriores éxitos del Centro Gamaleya en desarrollar vacunas de vector vírico.
Por ejemplo Kirill Dmitriev, educado en Harvard y ex banquero de Goldman Sachs, ahora a cargo del Fondo de inversión directo ruso (que financia la Sputnik V), aseguraba en un editorial de septiembre del 2020 que “Rusia ha modificado para la covid-19 una plataforma de vacuna bi-vectorial que había desarrollado para el ébola en 2015, y que ya pasó por todas las fases de ensayos clínicos y fue usada para ayudar a derrotar la epidemia africana de ébola en el 2017.”
En realidad, en Guinea sólo unas 2000 personas recibieron la vacuna de Gamaleya para el ébola en 2017-18, como parte de la Fase III de ensayos clínicos. Normalmente tales ensayos requieren decenas de miles de sujetos experimentales y como mínimo media década de meticulosa supervisión y recogida de datos. El modesto número de vacunados está curiosamente relacionado con el momento en que se hicieron las pruebas: Guinea había sido declarada libre de ébola en junio del 2016 y continuó así durante casi cinco años. En contra de la creativa prosa de Dmitriev, no había ninguna epidemia de ébola que necesitara ser “derrotada” cuando los científicos de Gamaleya llegaron a Guinea en 2017 para comenzar sus ensayos a pequeña escala del chute experimental.
Actualmente, la solución Gamaleya para el ébola sólo está registrada en el Ministerio de salud de Rusia (que dirige dicho instituto). En una entrevista en septiembre con Forbes Russia, Inna Dolzhikova -que contribuyó al desarrollo de Sputni V- adujo que no había razón para solicitar la aprobación internacional de esa vacuna porque no había habido ningún brote serio que requiriese protegerse contra ese mortífero virus.
Falso. El ébola había reaparecido en Guinea en febrero de ese año, haciendo que dicho país hubiera de someterse a un programa de vacunación de urgencia. La “probada” plataforma de vector vírico de Gamaleya estaba claramente “desaparecida en combate”, lo cual sugiere que su chute para el ébola había llegado a un punto muerto.
Antes de poner en órbita la Sputnik V, Gamaleya había fracasado repetidamente en aprobar una vacuna fuera de las fronteras rusas. Su primer intento con una del tipo adenovirus, AdeVac-Flu, acabó con un escandaloso desfalco multimillonario.
Lamento ser semejante tonto útil. De aquí en adelante prometo seguir el ejemplo [de Tom] y obtener toda mi información sobre la Sputnik V de la propaganda rusa escrita por su financiador, que está vinculado al FEM.