A mí lo que me gusta es el champán francés, ¿para qué nos vamos a engañar? Lo que pasa es que no siempre lo encuentro en el súper, y cuando lo hay suele tener un precio abusivo. Después me gusta el champán ucraniano, pero ése no se comercializa en Europa Occidental. A falta de esos dos…
Buscaba yo un vino espumoso que no fuese catalán y compré uno llamado Lucentum, en cuya etiqueta decía ser “cava valenciano”; pero al llegar a casa y leerla mejor resultó que en realidad no era valenciano, sino producido con vino procedente de la Comunidad Valenciana, que es cosa distinta. En el súper me había despistado el engañoso diseño de la etiqueta, que destaca en letra grande las palabras necesarias (Cava Comunidad Valenciana) para que a parezca leerse lo que no es. Al advertir el truco, tuve el pálpito de que la cosa catalana estaría detrás, y en efecto, al escrutinar a fondo la etiqueta, el registro alimentario me reveló el verdadero origen comercial: Cataluña. Pero para poder verlo tuve que echar mano de una lupa, porque el astuto diseñador puso especial esmero en que la letra B (Barcelona), y únicamente ella, fuese prácticamente ilegible, pues está impresa en un finísimo trazo, delgado como un filamento. El único carácter en toda la etiqueta con esa microscópica tipología.
![La etiqueta desinformativa de Lucentum. Adviértanse los engañosos tipos de letra.](http://es.freelander.es/wp-content/uploads/2014/12/etiquetaLucentum.jpg)
La etiqueta desinformativa de Lucentum. Adviértase el tamaño relativo de las palabras.
![Aquí se describe la](http://es.freelander.es/wp-content/uploads/2014/12/lucentumRotulo.jpg)
Aquí se describe la “procedencia”. Al primer golpe de vista parece leerse “Cava de la Comunidad Valenciana”.
![Detalle del número de registro. La B es apenas legible con lupa.](http://es.freelander.es/wp-content/uploads/2014/12/lucentumRegistro.jpg)
Detalle del número de registro. La B es apenas legible con lupa.
Resulta que este cava lo produce la bodega catalana Jaume Serra. ¿Hasta dónde no llegarán las argucias de los empresarios de esta región para ocultarnos la verdadera procedencia -o propiedad- de sus productos? Cada lector extraerá sus conclusiones, pero a mí me parece que tal artimaña roza lo fraudulento, pues si bien la etiqueta cumple con el requisito formal de información, su diseño no tiene otro objeto que el de despistar al consumidor acerca del origen del vino. De manera que, independientemente de su calidad -que me pareció muy normalita-, el Lucentum queda en adelante prohibido en mi cesta de la compra; por tramposos.
Por lo demás, no tengo reparo alguno en opinar que los productos catalanes suelen ser regulares; y no por su origen, sino porque con frecuencia me parecen de calidad mediana. En toda una vida de consumidor (y mucho antes de este auge del secesionismo) he venido observando que en Cataluña se prioriza el aspecto comercial sobre la calidad, muy a menudo superada -y a precios más asequibles- por alternativas procedentes de otras partes de España. La sociedad catalana ha tenido, desde tiempo inmemorial, excelentes dotes mercantiles; eso hay que aplaudírselo: son imbatibles en comercializar y en vender (bien a la vista está, pues sus productos inundan nuestro mercado y sus eslóganes se compran hasta en el extranjero), pero ahí se acaban sus virtudes productivas, porque en cuanto a calidad se quedan, salvo excepciones, un poco cortos.
Sea como sea, no tengo problema en admitir que a mi más o menos objetivo criterio de compra basado en la relación calidad/precio ha venido a sumarse últimamente ese otro criterio, irracional, que surge dentro de mí como reacción al rechazo que la Cataluña visible y audible se empeña en demostrar hacia el resto de España. Como un novio despechado, no quiero cuentas con aquellos que cuentas no quieren conmigo.