La caída del liberalismo hasta la tecnocracia global

El presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial (WEF), Klaus Schwab, habla en la ceremonia de apertura del 14º Encuentro Anual de Nuevos Campeones, también conocido como el Verano Davos, en Tianjin, China, 27 de junio de 2023. (foto: Xinhua)

En el Substack the Edward Slavsquat, el día 1 de julio Riley Waggaman publica una entrevista, en inglés, con el periodista moldavo Iurie Rosca. Me he tomado la molestia de traducirla al español para colgarla aquí.

El trabajo de Rosca se ha centrado en sacar a la luz la infiltración occidental en el mundo exsoviético y en destacar los peligros que nos acechan a medida que la tecnocracia global basada en el modelo chino reemplaza a la hegemonía estadounidense. Aparte de publicar ensayos y artículos periodísticos, Rosca dirigió el Partido popular demócrata-cristiano de Moldavia, fue diputado parlamentario durante cuatro mandatos, entre 1994 y 2005 y nombrado dos veces Vicepresidente del Parlamento moldavo. También ocupó el cargo de Viceprimer Ministro de Agencias de Seguridad.

Rosca, cristiano ortodoxo devoto, es un acérrimo anticomunista que, tras el derrumbe de la Unión Soviética, se convirtió en un antiliberal contrario al Occidente Colectivo. Fundó varios sitios web, los cuales se cerraron por orden del Servicio de Seguridad e Información moldavo en marzo de 2022. Actualmente está al cargo de un popular canal de Telegram donde publica textos y vídeos traducidos a varios idiomas. Rosca es también autor de varios libros en rumano, ruso y francés. Su último ensayo, “Próximamente: La fase apocalíptica de la tecnocracia y el transhumanismo”, fue publicado por Technocracy News en junio.

He aquí la entrevista:

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Iurie, cuéntanos tus antecedentes y tu enfoque del periodismo. Eres el organizador de una conferencia anual en Moldavia, ¿cierto?

Comencé mi lucha por la libertad, contra el imperio soviético, unos 35 años atrás y desde entonces hasta el día de hoy continúo luchando contra el imperio estadounidense. Considero inaceptable alinearme con cualquier centro de poder, pues si lo hiciese no podría ser un periodista libre ni realizar análisis políticos honestos. Publico libros escritos por algunos amigos en el extranjero (especialmente de disidentes franceses). Otros son míos. También trabajo como traductor.

Mis implacables críticas a las redes de influencia occidentales y al globalismo satanista me han convertido en un objetivo de los EE.UU. y de Bruselas. Critico abiertamente la ocupación económica, política, cultural, informativa y -en líneas generales- civilizatoria impuesta por la corporatocracia occidental sobre el espacio excomunista. Pero, a diferencia de la gran mayoría de disidentes que están en contra de la hegemonía occidental, no me lastra la sovietolatría –la nostalgia por el régimen comunista- ni practico la putinomanía como forma de adoración neopagana y de ceguera intelectual. Este último síndrome afecta a veces a personas inteligentes que buscan el patrocinio de grupos afiliados a Moscú. Pero tales compromisos morales no se hicieron para mí. Las nobles intenciones que envuelven al clientelismo y al espíritu mercenario no cambian su esencia.

En 2017 organicé, con un grupo de amigos rusos y occidentales, una conferencia internacional llamada Foro de Chisinau. Esta plataforma se ha convertido en una especie de laboratorio de ideas, cuyo resultado es una estrecha cooperación en la prensa alternativa internacional. El foro organiza conferencias en varios países y ha publicado varios libros de autores soberanistas. Por desgracia, en los últimos tres años hubimos de cancelar nuestras charlas debido a la falsa pandemia, pero espero que podamos volver a convocar el Foro de Chisinau en septiembre de este año. El tema será: “La AGENDA 21 de la ONU y el GRAN REINICIO: La caída del liberalismo a la tecnocracia y el transhumanismo”.

En mayo publicaste un ensayo verdaderamente fascinante titulado “Cómo superar el estancamiento paradigmático“. Lo comienzas con una afirmación muy provocativa: “A pesar de los grandes conflictos entre diversos países, todos siguen con sumisión la misma agenda globalista”. ¿Puedes explicar cómo llegaste a esa conclusión? ¿De qué modo las potencias mundiales están siguiendo la “misma agenda globalista”?

En 2020, especialmente después de que Rusia condenase el golpe de estado de 2014 en Kiev y tomase el control de Crimea, yo pensé que la administración Putin había decidido poner fin al desconcertante papel de Rusia como colonia occidental, como república bananera de la corporatocracia globalista, como proveedor de materias primas para los países ricos de Occidente. Incluso esperaba que purgaría a quienes habían controlado el bloque económico y financiero del gobierno, incluido el banco central, durante más de 30 años, y que Moscú ofrecería al mundo una alternativa geopolítica clara y nítida. Pero mis expectativas fueron en vano. La “quinta columna ” (la amplia red de los agentes respaldados por Occidente) permaneció intacta en la administración estatal y la red de oligarcas tipo mafioso continuó explotando los enormes recursos naturales del país para su beneficio personal, en detrimento de la propia Rusia. Abandonaron al Donbass durante ocho años, la población pacífica de esta región continuó sufriendo asesinatos diarios y los acuerdos de Minsk confirmaron mis temores de que Rusia no tenía un liderazgo capaz de mostrarse como una alternativa real y efectiva a Occidente.

La evolución de los acontecimientos en Rusia ha demostrado que, de hecho, la administración Putin es solo el dócil ejecutor de las órdenes de la “plutocracia rusa”. Su régimen actual podría llamarse sin exagerar una “xenocracia“(gobierno de extranjeros). Y el factor económico, como en todos los países capitalistas, ha subyugado al factor político, siendo los estadistas solo títeres del capital.

La falsa pandemia lanzada en 2020 ha confirmado sin lugar a dudas que Rusia, al igual que China y los demás países BRICS, están sujetos a un mismo centro de dominio. Este gobierno mundial en la sombra, a través de sus centros de control como la OMS y la GAVI [Alianza para la Vacunación], impone directivas vinculantes a todos los estados. Genocidio global, destrucción de la economía mundial, homicidio inducido por vacunas, obligatoriedad de mascarillas, distanciamiento social, encierros y autoaislamiento: estas políticas sólo encontraron resistencia en algunos países africanos, cuyos líderes pagaron con sus vidas. Bielorrusia y Suecia también se resistieron en parte.

En verano de 2020 Klaus Schwab editó su infame libro “Covid-19: El Gran Reinicio”, un manifiesto sobre la reorganización de la economía mundial por parte de la demoníaca tecnocracia, la liquidación de la propiedad privada, la modificación genética y la vigilancia total de la humanidad. A esta nueva realidad de nivel internacional la denominé “el fin de la geopolítica clásica”.

La falsa pandemia ha expuesto la total obediencia de los falsos centros de poder que dicen constituir “una alternativa al Occidente Colectivo”. Hay muchos indicios de que los conflictos económicos, diplomáticos e incluso militares entre estados no desmienten la existencia de una agenda internacional única para absolutamente todos los países, sino que sólo desvían de ella la atención pública. El nombre de esa agenda es bien conocido desde la Cumbre del Planeta de Río en 1992, que estableció una estrategia única de desarrollo para todos los países, sin excepción. Pero incluso tres décadas después muchos de nosotros no somos capaces de percibir esta nueva realidad geopolítica.

Desde entonces, los círculos globalistas han impuesto a toda la humanidad el mito del cambio climático, la trampa de la biodiversidad y la distracción del “desarrollo sostenible”. Han lanzado contra nosotros todas estas iniciativas con la fuerza de un tsunami, sobre todo después de 2020. En mi último ensayo, publicado por Technocracy News, escribí acerca de esta agenda común para todo el orbe.

Y aunque las fuerzas satanistas han subordinado al mundo entero promoviendo su agenda a través de la ONU, hay que ser ciego o un mercenario para no ver que incluso tras el comienzo de la guerra en Ucrania no hubo cambios en la política interna de la administración Putin con respecto al desarrollo de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible que ya Moscú había puesto en marcha; eso sin mencionar la digitalización masiva de la sociedad, la supervisión y el control total de la ciudadanía, la eliminación del efectivo, la implementación de la moneda digital, etcétera.

Una percepción superficial del conflicto entre Occidente y Oriente nos inclinará del lado de este último, pero es importante recordar que Occidente, al lograr colonizar al mundo entero, se ha hecho global. Actualmente los estados están experimentando un drástico proceso de pérdida de soberanía, mientras que los verdaderos líderes del mundo van uniéndose en torno a entidades extraterritoriales (Big Money, Big Tech, Big Farma, Big Media, etc.)

Por eso mantengo que estamos en un punto muerto geopolítico del que sólo una guerra podría ayudarnos a escapar. Nadie desea la guerra, pero los globalistas han concentrado un gigantesco arsenal tecnológico tal, que podría controlar fácilmente a todos los países y a todos los seres humanos del planeta. Sólo una gran fractura puede traer la oportunidad de destruir el actual sistema de dominio mundial. Todo lo demás es propaganda para tontos y una ocasión para que los especuladores ganen más dinero.

En ese mismo ensayo describes a Pekín como una potencia económica y política emergente. Pero también adviertes que China es “un proyecto piloto, un modelo de sociedad para imponerlo en todos los estados.” ¿Cómo describirías el “modelo chino”?

Para comprender el papel asignado por la élite globalista a China, debemos recordar la visita secreta de Henry Kissinger a Pekín en julio de 1971, seguida de la visita oficial del presidente [useño] Richard Nixon en febrero de 1972.

No es casualidad que a Kissinger se lo conozca por su fiel alianza con uno de los personajes más siniestros del siglo XX, David Rockefeller. Fue Rockefeller quien fundó el famoso Club de Roma en 1968, del que en 1972 emanó el odioso informe “Los límites del crecimiento”. Este documento es la clave para entender la estrategia maltusiana de la despoblación, así como la desindustrialización de los países occidentales. Con la penetración de los globalistas en China despegaba una operación especial a colosal escala para destruir la fuerza económica de Occidente a través de la famosa política de desregulación.

Como resultado de grandes transformaciones en las políticas económicas, la fuga de capitales e industrias desde los países occidentales a China y otros estados asiáticos ha debilitado a Occidente y ha producido el “milagro chino”. Recordemos que las élites globalistas no tienen lealtad a ningún estado, son extraterritoriales por excelencia y aspiran a un único objetivo: la dominación mundial. El imperio británico, y después el estadounidense, sirvieron para ese mismo propósito; y ahora ha llegado la era del triunfo mundial de China.

Para ayudar a demostrar cómo China es un instrumento geopolítico en manos de las élites globalistas “marca Rockefeller” podemos consultar un documento clave: el informe anual 2010 de la Fundación Rockefeller, excelente ejemplo de programación predictiva que profetizó con precisión la Plandemia de Covid-19 con una década de antelación. Este informe, llamado “Escenarios para el futuro de la tecnología y el desarrollo internacional”, tiene un capítulo muy interesante, Lock Step [“al unísono”, “todos juntos”], citado miles de veces desde el comienzo de la estafa Covid-19 (páginas 18-26). El informe prevé hasta en sus menores detalles casi todo lo que hemos visto diez años después, incluido el hecho de que el “virus” apareciese en China; y pronosticó correctamente que la tiranía médica china (máscaras, encierros, cuarentenas, etc.) recibiría elogios por su “eficiencia”.

Las alabanzas que el sindicato criminal Rockefeller ha hecho a China por su gestión de la “emergencia médica” pueden considerarse la apoteosis de Pekín. China fue, y sigue siendo a día de hoy, la herramienta más importante para marcar el comienzo de la gobernanza global y el Nuevo Orden Mundial.

Varios otros ejemplos de la “utilidad y la eficiencia” del llamado régimen comunista -aunque en realidad tecnocrático- chino: ¿Recuerdas el Evento 201? Fue un “ejercicio pandémico” de alto nivel, organizado casualmente por el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud (una universidad-herramienta del clan Rockefeller desde hace un siglo) junto con el Foro Económico Mundial (principal sede del globalismo) y la Fundación Bill y Melinda Gates (pieza clave en el homicidio masivo con vacunas a nivel internacional y actor destacado en Big Pharma, incluida GAVI) el 18 de octubre de 2019 en Nueva York. Fue el último ensayo de la demoníaca élite globalista antes de la operación especial Covid-19. Casualmente también, las autoridades sanitarias de EE.UU. y China asistieron al evento. Y por tercera casualidad (aunque vaticinada al menos dos veces, en 2010 y en 2019), la siniestra estafa de Covid-19 comenzó justamente en China. Como era de esperar, su gobierno recibió los elogios de globalistas como Soros, Gates y Schwab por su efectividad en la lucha contra la falsa pandemia.

Otro ejemplo de la supuesta soberanía y milagro económico de China: recientemente Pekín recibió la visita de un querido amigo del pueblo chino, Bill Gates. Según informó Reuters:

El presidente chino, Xi Jinping, en su primera reunión con un empresario extranjero en años, llamó “viejo amigo” a Bill Gates y dijo que esperaba que pudieran cooperar de una manera que beneficiara tanto a China como a Estados Unidos.

Pero en realidad el evento más reciente que confirma el papel principal de Pekín en la agenda globalista fue la reunión anual de Nuevos Campeones del WEF [Foro Económico Mundial] celebrada del 27 al 29 de junio en Tianjin, China.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, es de vital importancia comprender el papel asignado por la élite global-satanista a China en el Nuevo Orden Mundial. China es el proyecto piloto que la tiranía tecnocrática, bajo un solo centro de poder que controle el mundo, espera imponer a absolutamente todos los países, muy probablemente para 2030, como se establece en la Agenda de la ONU adoptada en 2015 en París, que a fin de cuentas impone el mito del cambio climático, la idea draconiana del “desarrollo sostenible” y acaba con cualquier resto de soberanía nacional y libertades personales.

[Hablamos de]l control total de cada individuo, el fin de cualquier tipo de libertad política, económica o ideológica, el transhumanismo, el totalitarismo digital, la vacunación obligatoria, la modificación genética de todos los humanos y la manipulación del tiempo atmosférico. Será un régimen distópico a escala internacional, dominado por fuerzas demoníacas que pretenden organizar mejor nuestras vidas.

La parte cómica de esta inquietante intriga con felicidad al estilo chino para todas las naciones -y calurosamente acogida por los líderes y propagandistas rusos- es la llamada Iniciativa de la Franja y la Ruta [o proyecto One Belt One Road].

¿Puede algo de esto ser motivo de alegría para un patriota, para un intelectual familiarizado con la idea de dominación económica como condición previa al dominio político, cultural y de civilización? Si es China en lugar de EE.UU. el vehículo para imponer un nuevo orden global, ¿debemos entonces rendir nuestra independencia, identidad nacional, cultura y tradiciones? ¿Debemos renunciar a nuestras esperanzas de soberanía nacional, de crear bloques regionales en torno a la idea de una misma civilización con raíces religiosas comunes?

Mientras asistimos a esta tragicomedia sin precedentes en la historia de la humanidad, me dan lástima quienes sostienen que China sería una aceptable alternativa a la hegemonía estadounidense y occidental -que desde luego encarna uno de los mayores males que el mundo ha conocido-. Pero imagina lo que viene: un GULAG digital mundial basado en el modelo chino, con vigilancia total, con cárceles llenas de disidentes, con notas de conducta social y con terrorismo de estado. No creo que esto sea una alternativa deseable para una persona normal que no se haya prostituido al globalismo, sea en Occidente, Rusia o China.

De hecho, tiene gracia que el Kremlin pretenda denominarse el “aliado” de Pekín, cuando sería más preciso describir a Rusia como el vasallo de China. Basta con mirar el comercio entre los dos países para concluir que Rusia ha abandonado su papel de semicolonia occidental para adoptar el mismo rol respecto a China, y en parte India y Turquía.

¿Cuál es la situación actual en Moldavia con respecto a la tecnocracia y la tiranía médica introducida por la “pandemia”? ¿Hay algún esfuerzo mayoritario o del pueblo llano para resistir a las iniciativas de la OMS, el WEF y otras organizaciones globalistas?

En la actualidad, el régimen político en Moldavia está completamente controlado por los estadounidenses, más precisamente por la red Soros. [Nos gobiernan] muñecas hinchables sin personalidad, sin biografía, sin capacidad política o administrativa alguna, pero fieles a los amos occidentales. Los gobernantes promueven una política hostil a Moscú haciéndose pasar por fieles aliados del régimen sionista en Kiev.

Cuando se lanzó la falsa pandemia en 2020 estaban en el poder los llamados socialistas, liderados por el presidente Igor Dodon -el favorito de la administración Putin-. Y así como Putin y su régimen han mostrado una total subordinación a los satanistas de la OMS, así también la ha mostrado el régimen títere en Chisinau, imponiendo violentamente, con un pretexto médico, el mismo terror, vacunación forzosa inclusive. Después de que el régimen pro-ruso fuera sucedido por el pro-occidental -liderado por Maia Sandu, que accedió a la presidencia en noviembre de 2020- siguió promoviéndose la misma política de terror médico con la disculpa de la falsa pandemia. No hubo diferencia.

En general, todo el espectro político, desde la izquierda hasta la derecha, ha acogido calurosamente a la agenda de la OMS. Idéntica homogeneidad existe respecto a las políticas económicas impuestas a través del FMI, el Banco Mundial, la OMC, la UE, etc. Los políticos de hoy son los cautivos incurables del paradigma económico liberal, con el mito del libre comercio y las políticas de control de la inflación, préstamos, aduanas, fiscales y presupuestarias dictadas desde el exterior por el “Consenso de Washington”.

Por otra parte, el proceso político en sí no existe. No hay más que dinero sucio proveniente de centros de poder externos o mafias locales, cuyos actores se convierten en proyectos mediáticos y políticos exitosos. Si tienes dinero eres un “político” de éxito; si no, eres un perdedor.

Eres muy crítico con Moscú. ¿De qué “lado” estás en la guerra de Ucrania? ¿Quién tiene la responsabilidad última de este conflicto y qué se debe hacer?

Esta guerra es solo un eslabón en una larga cadena de acontecimientos históricos. Sus raíces se remontan a la conocida obsesión de la Potencia Marina -la talasocracia o los anglosajones- por destruir a Rusia como Potencia Terrestre, como telurocracia, un Estado cuyo poder deriva del dominio militar o comercial terrestre (Carl Schmitt). Este conflicto es parte de las llamadas constantes geopolíticas, y es independiente de quién ostente el poder en Rusia: sea el zar Nicolás II, Stalin o Putin.

Los enemigos de Rusia tienen tres objetivos:

  1. Espiritual – la destrucción de la religión ortodoxa.
  2. Económico – hacerse con el control de los enormes recursos naturales de Rusia.
  3. Militar – para dominar Eurasia.

Como explicó Sir Halford J. Mackinder: “Quien controle Europa del Este controla la Zona Central; quien controle la Zona Central gobierna la Isla Mundial [Eurasia]; quien gobierne la Isla Mundial gobierna el mundo”.

Desde luego Rusia está en una guerra defensiva, en tanto que la OTAN delega en Ucrania para que pelee en su lugar. Pero la forma en que la administración Putin se muestra deja ver que Rusia tiene un liderazgo gerontocrático, inerte y anticuado, dominado por oligarcas y tremendamente influido por agentes extranjeros. Al hacer una chapuza de lo que podría haber sido una exitosa guerra relámpago, Rusia está ahora atrapada en una guerra prolongada que está causando enormes sacrificios humanos a ambos bandos.

Un cambio de poder en Moscú mediante elecciones es imposible, un golpe de estado es indeseable, que Putin y Shoigu despierten de su letargo colectivo es inimaginable, y la aparición de sentimientos patrióticos entre la clase dominante es increíble.

Y como siempre durante toda la historia rusa, no hay más esperanza que Dios. Sé que el cielo está lleno de santos, mártires y héroes rusos que rezan por la salvación de Rusia. Sé que Rusia no ha perdido por completo su hombría, y esta guerra está conformando a una nueva generación de héroes que también tendrán voz en los principales cambios políticos que seguirán en Rusia. Aún espero la derrota de sus enemigos y el triunfo del espíritu cristiano y patriótico, a pesar de todos los deprimentes acontecimientos.

Acerca de The Freelander

Viajero, escritor converso, soñador, ermitaño y romántico.
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