.
Cuando me paro a pensarlo, me doy cuenta de que muy pocas veces encuentro buena literatura contemporánea, y no digamos ya en el género poético. Desde luego hay algunos buenos libros ahí fuera, pero me parece a mí que la era de los talentos ha quedado atrás; escritores de la talla de Shakespeare, Twain, Dickens, Tolstoy, Cervantes, Nabokov, García Márquez o Conrad, por nombrar sólo unos pocos, no se encuentran ya. Hemos traspasado la frontera de un momento muy particular (escasamente cuatro siglos) de la historia humana en que se dieron las condiciones idóneas para que surgieran esos genios de las letras. Pero hoy en día, con el capitalismo y el consumismo sofocándonos, la mayor parte de la literatura es mediocre, cuando no deplorable; no porque no haya buenos escritores, sino porque casi todo lo que sucede ha de estar relacionado con el dinero. El propio término best seller lo dice todo, aunque los hispanohablantes raras veces nos paramos a pensar en su significado literal: “mejor ventas”. Así, el indicador universal más conocido de lo que está sucediendo en literatura no se llama mejor escritor, mejor poeta o mejor ensayista, sino mejor VENTAS. Incluso por encima del premio Nobel. Entonces, ¿qué podemos esperar? Hoy puedes publicar cualquier cosa a condición de que la gente lo compre, y la gente comprará cualquier cosa que se anuncie lo bastane bien. Es decir… ¡dinero! Al mismo tiempo, los escritores de talento no serán recibidos por las editoriales porque no tienen tiempo para publicitarse: están demasiado ocupados escribiendo buena literatura que nunca verá la luz. Por otra parte, los poderes públicos están tan obsesionados con el monotema del crecimiento económico que descuidan la educación de sus ciudadanos hacia el buen gusto. Además, estamos en la era audiovisual: no se espere de nuestra perezosa naturaleza que leamos si podemos simplemente mirar y escuchar. Quizá sea este un buen momento para el séptimo arte. Después de todo, aún queda esperanza para la belleza.
.