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Sentía cierta curiosidad por este movimiento desde que, en dos ocasiones recientes, pasé casualmente por la puerta del Sol en Madrid cuando los manifestantes andaban por allí. Además, algunos de mis amigos en Facebook parecen apoyar la iniciativa; así que me he dicho: echemos un vistazo a ver de qué va esto.
Pero ha sido “la primera y en la frente”, porque desde la frase inicial del comunicado de prensa que encabeza su página principal en la web, ya me han dicho lo que de esta plataforma puedo esperar. Cito:
“En más de 60 ciudades del Estado…”
No hacía falta leer más. Así que “el Estado”, ¿eh? ¿Qué Estado? No lo dicen. Puede ser el Estado angoleño, el Estado australiano o incluso el Estado de Wyoming (USA); aunque, por proximidad, imagino que se trata del Estado español. Pero, claro, eso de usar la palabra “España” o alguna de sus derivadas es demasiado comprometido. Lo de “España” está vedado a todo el que no se pronuncie de derechas; y la plataforma “Democracia real ya” no es ninguna excepción a esta regla. Por desgracia, uno de los mayores errores de casi todos los partidos españoles es el de adjudicar a las derechas el monopolio del uso de la palabra “España”, renegando así -de paso- de su propio país. Yo admito que el patriotismo a ultranza es síntoma de pobreza política y falta de autocrítica; pero el rechazo (o incluso la vergüenza) a pronunciar el nombre de tu país es -por contra- síntoma de pura estupidez.
No obstante -y volviendo al mencionado manifiesto-, yo seguí leyendo su comunicado de prensa hasta el final; pero sólo para encontrarme con un colofón que le hizo tanto daño a mi vista como lo del “Estado” a mis neuronas. Cito:
“…participación de trabajadores/as, parados/as, … jubilados/as, hipotecados/as…Unid@s, podemos.”
¡Vaya por Dios! Ya estamos con el desprecio al idioma en aras del populismo; con la redundancia, la cacofonía y la ilegibilidad al servicio de la causa política. Un desprecio -además- selectivo, oportunista, basado en la pura conveniencia; y es que sólo un párrafo más abajo la redacción continúa así:
“Nosotros los desempleados, los mal remunerados, los subcontratados, los precarios”
¡Hombre!, ¿y por qué aquí no escribieron “nosotros/as los/as desempleados/as, los/as mal remunerados/as, los/as subcontratados/as, los/as precarios/as”? ¿Por qué usar la enumeración “feminista” en una parte del discurso y no en todo él?
Pura inconsistencia. Simbolismo vacío. Y es una lástima, porque el movimiento tiene aspectos muy positivos.
No obstante, yo tengo fe. Tengo fe en que otros grupos, otras plataformas aún por venir, recojan las ideas más importantes de Democracia real ya y las mejoren, amplíen y reivindiquen de modo menos ofensivo para ciertas inteligencias. ¡Entonces sí; ahí sí que estaremos en el buen camino de un verdadero cambio sociopolítico en… “Estado”!
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