[Este post es traducción -ligeramente libre- de un artículo publicado por Riley Waggaman.]
Sochi acoge una conferencia de la ONU para garantizar la “indivisible bioseguridad” en la lucha contra “amenazas infecciosas”
Moscú se une a la coalición de 70 naciones para “proteger la salud [global] y garantizar el desarrollo sostenible”
Los días 22 y 23 de junio de 2023, Sochi (eso está en Rusia) acogió la cuarta conferencia internacional “Desafíos globales de bioseguridad: problemas y soluciones”, una de las varias iniciativas globales organizadas en torno a la Convención de Armas Biológicas (CAB) de la ONU.
La cumbre fue encabezada por el Servicio federal ruso para la vigilancia de la Protección de los derechos del consumidor y el bienestar humano (Rospotrebnadzor), con el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia.
La web de la conferencia (en inglés) explicaba:
Su objetivo es discutir el fortalecimiento de la seguridad biológica internacional. Se espera que participen en el evento más de 150 personas de 70 países, así como organizaciones internacionales y sociedades civiles y del mundo académico. […]
La reunión de Sochi es una plataforma para una discusión profesional abierta de todos los países y organizaciones interesados en garantizar una seguridad biológica indivisible basada en el respeto a la soberanía y los intereses de los Estados en esta área.
La conferencia de Sochi permitirá analizar las amenazas actuales a la seguridad biológica en el mundo y desarrollar propuestas para contrarrestarlas con el fin de proteger la salud y garantizar el desarrollo sostenible.
Los delegados discutirán los actuales riesgos de bioseguridad globales y regionales, experiencia en responder a amenazas infecciosas, y nuevas oportunidades científicas para garantizar la bioseguridad.
Se explica por sí solo.
La conferencia también discutió el “fortalecimiento de los mecanismos supranacionales para reducir la amenaza del desarrollo y uso de armas biológicas y tóxicas”, que por supuesto es un tema muy importante, digno de diálogo y cooperación internacional. Si se ha avanzado hacia la consecución de este objetivo, deberíamos alegrarnos todos.
Y aunque resulta encantador que la conferencia haya enfatizado la importancia del “respeto a la soberanía y los intereses de los Estados”, no estoy seguro de que los proyectos de salud global liderados por la ONU tengan un buen currículum en ese aspecto. Pero esta es solo mi opinión.
La web de la conferencia tiene una “circular administrativa” que revela algunos detalles interesantes sobre quiénes asistieron. Una sección de ese documento incluye una lista de oficiales de enlace para varias delegaciones, aunque parece ser una lista incompleta. Mi suposición es que algunos países no quisieron dar a la prensa detalles de contacto, cosa habitual en este tipo de eventos.
Estados Unidos es signatario de la CAB, pero no puedo confirmar si Washington envió una delegación oficial. (En este momento, y a juzgar por la falta de informes de los mass media estadounidenses, asumo que no.)
He aquí, en cambio, lo que sí sabemos: la Universidad Johns Hopkins envió un “experto en salud”. No es gran cosa.
También estuvieron: Representantes de la OMS, así como de la Oficina Europea de esta organización.
Obviamente, se exigió a los participantes que acataran las muy seguras y efectivas “medidas para prevenir la propagación de COVID-19” del Rospotrebnadzor. Como se detalla en la web de la agencia:
En cumplimiento de los requisitos vigentes en la Federación Rusa [FR] para prevenir la propagación de una nueva infección por coronavirus:
– los ciudadanos extranjeros que lleguen para participar en la Conferencia deben tener un certificado (en ruso o inglés) al cruzar la frontera de la FR que confirme el resultado negativo del test PCR para COVID-19, realizado al menos 72 horas antes de la llegada a la FR. Al ingresar a la FR se llevará a cabo un control sanitario y de cuarentena;
– la temperatura corporal de todos los participantes en los eventos se controlará a la entrada del edificio (quienes tengan una temperatura corporal superior a 37,1 ºC no podrán entrar);
– las instalaciones se limpian con desinfectantes activos contra virus (según las instrucciones del producto);
– las unidades de desinfección de aire instaladas están homologadas para su funcionamiento en presencia de personas;
– la disposición / ubicación de sitios para el personal, participantes, representantes de prensa y otras categorías de personas que se encuentren simultáneamente en el lugar del evento se organiza teniendo en cuenta la distancia social;
– hay desinfectantes de manos a la entrada del edificio, en la sala principal de conferencias, comedores, etc.;
– se garantiza el uso de EPI por los participantes, organizadores y asistentes durante toda la duración del evento.
Así, pues: “tests” PCR negativos, cierta clase de “control de cuarentena”, chequeos de temperatura, todo rociado con productos químicos (por seguridad y salud), aire “desinfectado” en todas las instalaciones, asientos distribuidos para garantizar el adecuado “distanciamiento social”, desinfectante de manos en todas las entradas, y mascarillas obligatorias.
Por cierto: a juzgar por las fotos publicadas en la web de la conferencia, la exigencia de mascarilla fue estricta incluso en el exterior:
Katyusha.org tiene una excelente reseña que incluye otros aspectos curiosos de esta conferencia. Algunos extractos:
La WCPB [?] se creó como “la contribución de Suiza a la Asociación para la Paz (ApP) de la OTAN … El personal docente está formado por especialistas invitados, alrededor del 20% del personal tiene experiencia como analistas de la OTAN y del Pentágono. También entre el personal científico y docente hay empleados que fueron capacitados en las universidades de la URSS y de Rusia, que hablan ruso.”
“La tarea principal del Centro es capacitar a expertos entre diplomáticos, militares, funcionarios de diferentes países y empleados de organizaciones internacionales en diversos aspectos del campo de la seguridad. Los temas predominantes de los cursos son la política de seguridad internacional, incluida la seguridad humanitaria (social e individual) y la cibernética, la política de seguridad europea y el control democrático sobre las estructuras de poder de los Estados líderes.”
Las consideraciones finales de Katyusha:
Simplemente nuestros funcionarios invitaron a Sochi a maravillosos “socios” en el apogeo de la contraofensiva Ukronazi sobre las posiciones del ejército ruso en total coordinación con el enemigo OTAN.
Sobre la OMS y, en particular, la Oficina Europea de la OMS, que recientemente cerró su delegación en Moscú en señal de “asociación” especial, simplemente guardaremos silencio: Katyusha analiza en detalle sus actividades en otros artículos.
Entonces, ¿sobre qué van a negociar “nuestros” diplomáticos y autoridades médicas? ¿Sobre cómo hacer un mundo mejor, más limpio y más amable, sin infecciones, sin armas químicas? Por desgracia, hay grandes dudas al respecto. Como hay dudas de que los iniciadores de esta reunión no representen una amenaza para la seguridad nacional y la soberanía de Rusia.
Una evaluación muy sensata, en opinión de vuestro humilde corresponsal.
Putin envió un mensaje a los participantes de la conferencia:
No menos importante es incrementar los esfuerzos colectivos de la comunidad mundial en la lucha contra las epidemias. Me gustaría confirmar que los especialistas rusos están preparados para continuar tomando parte activa en la eliminación de brotes de infecciones peligrosas en diferentes regiones del mundo.
Miren: Eso no es halagüeño. No lo es. No hay forma de darle a eso un sesgo amable, de verdad.
Para ser justos con Putin, también denunció el hecho de que “en los últimos tiempos se han violado sistemáticamente los principios aprobados por este documento fundamental [la Convención sobre la prohibición de armas biológicas y tóxicas]. Además, las iniciativas útiles para fortalecer el correspondiente régimen de no proliferación encuentran a menudo la oposición de ciertos Estados que buscan utilizar los problemas internacionales existentes para garantizar su propia seguridad biológica a expensas de los demás.”
Esto me parece certero, y creo que sabemos a quién se refiere Putin.
El problema es que los esfuerzos de Rusia para garantizar la “seguridad biológica” son el Escudo Sanitario, que se basa en tests PCR y aceleradas vacunas genéticas. Eso es un problema.
¿Cuál es la conclusión?
Bueno… No preveo que Moscú se retire de la OMS en el corto plazo. Al contrario, parece que el gobierno ruso continúa garantizando su lealtad a la “bioseguridad indivisible” en la cruzada global para proteger nuestra “salud”. Y también algo sobre el “desarrollo sostenible”, que siempre encuentran algún modo de incluirlo en todo.