Hay en España dos tipos de ideologías -como hay dos tipos de personas- que, más que por el color de su credo, se distinguen por su actitud política: los que son pro algo, y los que son anti algo. Pues bien: el amigo Cayo Lara no es ninguna excepción: su ideario parece resumirse en ser anti PP y, si sus intenciones son buenas, lo serán entendiendo siempre que lo mejor para España ha de ser todo aquello que no convenga al PP. En consecuencia, se ha propuesto con firmeza evitar que este partido gobierne en Extremadura y presiona con sus declaraciones para que IU apoye la candidatura del PSOE en lugar de abstenerse y dejar que el PP gobierne en minoría, a pesar de que esto último sería lo más responsable para con sus electores y saludable para la democracia: dejar que la derecha despeje y renueve la rancia atmósfera que largos lustros de monopolio socialista han creado en la Junta, que ya habrá tiempo para promover una moción de censura si hace al caso.
Y, por su parte, Pedro Escobar, el coordinador de IU en Extremadura, no deja de marear la perdiz haciendo consultas no vinculantes a sus bases y demorando la decisión aduciendo falta de unanimidad entre sus filas, cuando no sólo el examen más elemental del resultado de las elecciones sugiere con fuerza que sus votos provienen mayoritariamente de socialistas que han querido dar un voto de castigo al PSOE, sino que además el clamor directo de las bases, según se ha filtrado a los medios, resuena alto y claro en contra de dicho pacto.
Pero, al final, Pedro Escobar defraudará a sus votantes y apoyará al PSOE. Y, si no, en unas semanas se verá; y se mostrará también una vez más la verdadera naturaleza de Izquierda Unida: salvando a una minoría permanente, algo arcaica e idealista, de votantes convencidos con ideología pro, en general IU no es más que un satélite al que de vez en cuando acude una facción de socialistas enrabietados para “castigar” a sus dirigentes, pero manteniendo su corazón anti; o sea, una marioneta a merced del PSOE.
Aunque, claro, frente a castigos como este, que garantizan la continuidad del gobierno socialista en Extremadura, el PSOE dirá: “¡pues ahí que me las den todas!”
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[Editado el 19-6-11 tras la noticia de la abstención de IU en la investidura parlamentaria]
He de confesar que, al escribir el artículo anterior, era la mía una apuesta segura: si mis pronósticos se verificaban, habría ganado crédito como pronosticador, y si fallaban, habría ganado en calidad democrática como español. Y confieso además que, puestos a elegir, prefiero lo que ha sucedido, aunque me cueste el descrédito.
En efecto, la noticia de que IU se ha abstenido en la votación a la investidura de presidente para la Comunidad de Extremadura me llena de alegría y optimismo. De alegría, por ver desbancado del gobierno extremeño a un grupo político que llevaba ya demasiado tiempo en el poder; y de optimismo, porque esta decisión de IU abre una puerta a la esperanza de que acaso haya una fuerza política de izquierdas que sea verdadera alternativa al PSOE. Así, y a pesar de que en estricta justicia y ética no podían hacer otra cosa (es decir: a pesar de que no han hecho más que cumplir con su obligación ética), me apresuro a dar la enhorabuena a todos aquellos dirigentes y responsables de IU que han hecho posible este gran paso para la democracia, y espero sepan comprender (y de paso excusar) el provocativo acicate que las palabras de mi artículo implicaban.
¿Cómo se te ocurre escribir este artículo, haciendo afirmaciones tan rotundas hilvanadas con información imprecisa y a veces privilegiada? ¿No es esto también una forma de hacer traición?
Cada uno tiene su forma de hacer política y de tratar de conseguir lo mejor para su país. Yo no me inmiscuyo en los métodos de los demás, ni me creo con mejor derecho; pero tampoco voy a silenciar mi voz para que otros puedan elevar la suya.
Como no soy un ingenuo, sin necesidad de esperar a la investidura tengo claro lo que Escobar va a hacer al final; pero si hay una posibilidad a mi alcance de cambiar el futuro es la de provocar, dando el nefasto resultado por hecho. De ahí la rotundidad.
He tenido extremo cuidado en que no haya ninguna información en mi artículo que no sea pública; y el resto es mi opinión, así que nadie puede tacharme de traidor.