Los carteles de cine están pensados para ser muy descriptivos: en una única imagen tratan de mostrar lo mejor posible el tipo de historia que el espectador potencial puede esperar de la película.
En lo que respecta al cine iraní, mi plataforma online sólo ofrece 25 películas de ese país (todas ellas recientes), cuyos carteles muestran los siguientes tipos de imágenes:
- Niños (6)
- Hombres + mujeres (7)
- Sólo hombres (3)
- Sólo mujeres (8)
- Otros (1)
De manera que, simplemente mirando a la cartelera, ya se ve con claridad que hoy en día el acento se pone sobre relatos cuyo protagonista es una mujer; de hecho, la preponderancia de mujeres en los carteles de cine no se limita a Irán, sino que es generalizada; de lo cual pueden sacarse varias inferencias, no mutuamente excluyentes:
- Una mayoría de las películas está dirigida a un público femenino o, cuando menos, “sensibilizado” por el feminismo.
- Se intenta transmitir la idea de que las mujeres son más importantes que los hombres en la sociedad y en la historia, o de que sus vidas son más interesantes o relevantes.
- Los cineastas hacen postureo ético de su progresismo o tratan de “compensar” el -hasta finales del siglo pasado- tradicional protagonismo de los hombres en el cine.
- Sólo las películas con algún mensaje feminista o woke llegan a abrirse camino hasta los mercados occidentales.
Como digo, este panorama no es, ni mucho menos, exclusivo del cine persa; pero en este caso lo encuentro más revelador porque Irán se ha incorporado al wokismo sólo recientemente, de modo que uno esperaría -equivocadamente, al parecer- que sus cineastas mostraran una sociedad más conservadora. Pero, por desgracia, no es así: la financiación institucional y la maquinaria propagandística han logrado que la ideología liberal impregne casi todas las sociedades; y las musulmanas no son ninguna execepción.
De todas formas, en mi cruzada para encontrar cine exento de mensajes woke he pensado que valía la pena ver algunas pelis iraníes, así que escogí 7 de entre las 25 disponibles en mi plataforma. Ahora, después de verlas, me pregunto hasta qué punto la imagen del Irán actual que muestran se corresponde con la realidad. Por ejemplo, me ha llamado la atención el equiparable protagonismo de hombres y mujeres en la sociedad persa, que no sé si se acerca a la verdad, o la inevitable presencia, cómo no, de algún que otro homosexual.
He aquí una breve evaluación de las películas analizadas:
Las sombras persas (2022, Mani Haghighi)

Es la historia de un matrimonio que, por casualidad, se cruza en su vida con otro matrimonio de clones mutuos: ambos maridos y ambas esposas son casi réplicas respectivas (pero no se trata de mellizos). La coincidencia es, desde luego, del todo inverosímil, por no decir casi imposible. Para hacerse una idea, piénsese en la natural improbabilidad de que exista nuestro clon, multiplicada por la de que exista el clon de nuestro cónyuge, por la de que ambos clones también hayan formado matrimonio entre sí, y por último la improbabilidad de que nos crucemos con ellos casualmente. Aparte, las reacciones de los cuatro protagonistas de la película, tras producirse este increíble azar, se me antojan también poco verosímiles, obviamente forzadas por el guión para justificar el argumento.
Pese a ello, es una peli entretenida y original.
Elementos woke: parejas igualitarias; estilos de vida occidentales.
Los hermanos de Leila (2022, Saeed Roustayi)

Leila ha dedicado todas su vida a sus padres y sus cuatro hermanos. Tras una crisis económica nacional, la familia se ve abrumada por las deudas, y Leila será la unica en mostrar la iniciativa y el coraje de idear un plan para sobreponerse todos a su apurada situación.
Es una historia tierna, fraternal y humana, bastante agradable de ver, que subraya la cohesión familiar y el apoyo mutuo.
Elementos woke: uno de los hermanos es marica; se critica la ciega fe del padre en convertirse en el patriarca de su clan religioso; victimización de la mujer; visión desdeñosa de las tradiciones y valores conservadores en Irán; solamente Laila, la única mujer entre los hermanos, tiene el carácter necesario para enfrentarse y desafiar el status quo.
A dragon arrives! (2016, Mani Haghighi)

Es un thriller fantasioso un tanto absurdo que, a modo de falso documental, reimagina el pasado de Irán a través de fantasmas, arqueología y leyendas. La película tiene poco sentido, para mi gusto. Los elementos woke pasan casi desapercibidos.
El viajante (2016, Asghar Farhadi)

En este drama de suspense, Emad y Rana, un matrimonio “moderno” y amateurs de teatro, se ven obligados a mudarse de piso cuando el edificio donde viven es declarado en riesgo de derrumbe. Sus vidas cambiarán de forma drástica tras trágico incidente con la previa arrendataria del nuevo piso.
La historia tiene gancho, es intrigante, está bien interpretada, y el argumento es consistente, sin fallos lógicos apreciables. Así que, en general, resulta una película muy entretenida de ver.
Elementos woke: crítica del conservadurismo y los prejuicios persas; victimización de la mujer; pareja igualitaria.
Un hombre íntegro (2017, Mohammad Rasoulof)

Quizá la mejor de todas, para mi gusto. Denuncia la corrupción que, por lo visto, permea la mayoría de las instituciones en el país. Cuenta la historia de un matrimonio, dueño de un criadero de peces de colores en una pequeña localidad, que ve su negocio e incluso su vida amenazada por una empresa, con importantes contactos entre las autoridades, que le quiere “comprar” su terreno.
Elemento woke: énfasis en el papel social y familiar de la mujer.
El perdón (2021, Maryam Moghadam)

La protagonista es una mujer cuyo esposo fue ejecutado por un crimen que, según más tarde admitieron las autoridades, no había cometido. A partir de ahí, ella comienza una infructuosa lucha contra el sistema judicial, exigiendo no sólo una disculpa oficial, sino hablar personalmente con los miembros del jurado que condenó a su marido.
Es una película pasable, pero nada del otro mundo.
Elementos woke: crítica de la atrasada e “incivilizada” pena de muerte en Irán, frente a la ilustrada Europa; crítica de los prejuicios persas; victimización de la mujer.
Nader y Simin, una separación (2011, Asghar Farhadi)

Una excelente mezcla entre el melodrama familiar y el thriller judicial. Un matrimonio en proceso de divorcio se ve inesperadamente inmerso en una maraña de mentiras cuando la asistente a la que contrata el marido lo acusa de ser el causante de su aborto accidental. Describe muy gráficamente algunos de los aspectos más interesantes (al menos, para un occidental) de la sociedad iraní, donde a menudo la mentira es más grave que el perjurio: cómo se dispensa la justicia y la enorme importancia que tienen las creencias religiosas. Los elementos woke pasan desapercibidos.
En general, mi experiencia con el cine iranio ha supuesto un soplo de aire fresco en casa. Pese a los inevitables mensajes progresistas, los argumentos me han resultado novedosos, sin las situaciones tópicas a las que Hollywood nos ha acostumbrado, ni ese sentimentalismo dulzón tan empalagoso; y las interpretaciones son bastante buenas, sin los patrones de conducta estereotipados típicos en los actores occidentales. Además, no hay ninguna escena con innecesarios desnudos, un señuelo barato que desprecio profundamente. Así que he disfrutado este estilo.
En cambio, como ya he mencionado, la sobreabundancia de tramas que giran alrededor de la mujer (y eso que he dado prioridad a las películas cuya sinopsis no habla exclusivamente de mujeres) es un poco decepcionante, clara muestra de una política institucional que favorece a los cineastas de la cuerda feminista, ya que de otro modo sería difícil creer que, en el lapso de apenas unos pocos años, al público le haya dado espontáneamente por interesarse por las vidas femeninas más que las masculinas. Y aunque pueda argüirse que los guionistas se limitan a expresar los asuntos que más preocupan a la gente, y que ellos no tienen la culpa de que el feminismo esté ahora de moda en Irán, mucho me temo que el orden causal es justamente el contrario: el público sólo puede ver lo que la cartelera ofrece, y se encuentra sometido, le guste o no en principio, a la influencia de tales guiones. Así es como artificialmente se crea, dirige o manipula la opinión de una sociedad.
Y resulta que Irán, pese a ser supuestamente el Enemigo Público Nº 2 de Occidente, o quizá por esto mismo, es objetivo de los laboratorios de ideas del globalismo tanto como cualquier otro país del mundo (salvo por muy raras excepciones como Corea del Norte, Cuba y tal vez China).