Indefension del paciente maltratado. III: La infamia

(Viene de aquí)

Las denuncias que la víctima del mencionado maltrato interpuso ante ambas instancias contra el psiquiatra del Vía de la Plata no sólo cayeron en saco roto, sino que, tras incumplir Hospitales Parque su promesa de realizar una investigación del incidente, y decaer por parte del Colegio de Médicos el interés inicialmente expresado en preservar el buen ejercicio deontológico de la profesión, a aquel desdichado le esperaba una sorpresa aún peor: por toda respuesta a sus indignadas reclamaciones, recibió una notificación del Juzgado de Zafra comunicándole que se instruía proceso penal contra él por una denuncia que el psiquiatra había presentado acusándolo de un delito de coacciones. Es decir, que no contento con haber deparado un trato denigrante a su paciente (con ofensas, amenazas y revelación de datos personales en público), el médico, tras haber tenido conocimiento de las reclamaciones contra él interpuestas, no dudó en denunciarlo penalmente (a modo “defensivo”, y acaso también con ánimo vengativo) merced a una distorsión de los hechos; añadiendo con esto, al agravio, la infamia.

En la denuncia penal, entre falsedades e imprecisiones, venía a ofrecerse el siguiente relato (las cursivas son extractos del escrito de denuncia): el paciente habría instado al facultativo para que hiciera informe en el que glosara cuadro clínico de entidad suficiente para conseguir acelerar la jubilación, y como quiera que éste le participó su discrepancia con las oportunas explicaciones, el denunciado, contrariado por no conseguir su objetivo, al ver frustradas sus expectativas adoptó atrabiliaria actitud intimidando al denunciante en numerosas ocasiones en orden a doblegar su voluntad para conseguir el pretendido informe, exigiéndole su realización; y no obstante las aclaraciones por parte del facultativo, exteriorizó una agresividad verbal al dirigirse a él en términos despectivos, razón por la cual fue invitado a desalojar la consulta; tras lo cual, y una vez que ya se encontraba en zonas comunes del hospital, perseveró en su vehemente proceder al pronunciar en elevado tono de voz expresiones de menosprecio hacia el psiquiatra.

Independientemente de la deformada versión de lo sucedido, la imagen de un paciente de psiquiatría que acude a su médico con el propósito de coaccionarlo, mediante “agresividad verbal”, para conseguir que le facilite un informe clínico en determinado sentido es tan inverosímil (por no mencionar la ausencia de indicios de coacción), que no se comprende bien cómo el juez pudo siquiera admitir a trámite la denuncia; pero grande es el poder de los médicos en nuestra sociedad, y mucha la reverencia que el ciudadano medio siente hacia ellos; factores ambos que bien pueden haber influido en la decisión judicial. Además, antes de denunciar, el psiquiatra se había cuidado de recabar el apoyo de dos testigos que comparecerían en juicio para declarar en contra del denunciado, y es de suponer que tal apoyo podía reforzar la versión de aquél anteos ojos del juez que recibió el escrito de acusación.

Al serle notificada la acción penal, el paciente dio cuenta de ella a Hospitales Parque mediante una carta, pues el hecho de que uno de los facultativos del Vía de la Plata, sobre haberlo insultado y amenazado, se ensañara después con él denunciándolo falsamente y valiéndose de otros pacientes como testigos, agravaba la conducta del maltratador y hacía aún más perentoria una acción sancionadora. Pero dicha cadena hospitalaria ni siquiera quiso darse por enterada de esa carta, e hizo caso omiso. Parece evidente que habían optado por archivar la reclamación, confiando acaso en que sobre el deplorable episodio cayera el amable manto del olvido. De la anunciada investigación nunca más se supo, pese a que -como queda dicho- de haber tenido una verdadera voluntad de esclarecer el caso le habría resultado fácil a Antonio Sanz Marca, director del hospital, averiguar quiénes presenciaron los hechos y recabar todos sus testimonios. De hecho, no puede en absoluto descartarse que fueran los propios organismos ante quienes el paciente denunció el maltrato (el Colegio de Médicos de Badajoz o el hospital Vía de la Plata) quienes recomendaron o animaron al psiquiatra a interponer después una denuncia penal para guardarse las espaldas y no tener que responder de su propia conducta. Al fin y al cabo, bien es sabida la disposición de los médicos a cubrirse unos a otros.

(Continúa…)

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Viajero, escritor converso, soñador, ermitaño y romántico.
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